IX. Una oportunidad para el amor

1.3K 101 12
                                    

María se quedó fría de verlo ahí... ¿qué estaba haciendo en el hospital?, Nicandro y Santiago lo observaron con coraje.

E: ¿por qué te quedas callada?, ¿acaso te preocupa lo que yo sienta o pueda pensar con tu respuesta?, ¿o es que no sabes qué decir? (Con rencor)

M: (en shock) ¿qué... qué haces aquí?

E: nada María... ya no hago nada aquí... lo que venía a hacer ya no tiene caso porque me queda claro lo que yo significo en tu vida y ¿sabes qué? Mejor no quiero saber la respuesta a tu pregunta, ya la diste y fue muy clara.

Esteban dio media vuelta y salió de la habitación dejando a María shockeada pero logró reaccionar y se dispuso a ir tras él pero Santiago la detuvo...

S: (tomándola del brazo) ¡déjalo ir María, ya fue demasiado el daño!

M: (soltándose) suéltame Santiago, no voy a dejar que se marche así (caminó a la puerta, se detuvo) respondiendo a tu pregunta, sí, amo a Esteban San Román con toda mi alma y daría mi vida por él si fuera necesario

María salió rápidamente sin encontrar a Esteban, bajó al estacionamiento y lo encontró hincado, llorando junto a la pared que estaba cerca del auto, se acercó con cuidado hasta él y se agachó hasta su altura, intento abrazarlo pero él, al notarlo, se apartó de inmediato.

E: no me toques María (con dolor)

M: por favor Esteban... necesitamos hablar... las cosas no son como las piensas (suplicante)

E: ¿y qué me vas a decir?, ahora veo que mis tías tenían razón, sólo me utilizaste pero ¿por qué María?, ¿por qué lo hiciste?

M: ¡por supuesto que no Esteban!, yo jamás te he utilizado, es cierto que no me enamoré de ti al mismo tiempo que tú pero nunca quise lastimarte, ¡era una muchacha estúpida e inmadura que hizo mal las cosas! (Estallando)

E: ¡por favor! (Incrédulo) no intentes justificarte

M: (respiró profundo) Esteban, por favor, vamos a algún lugar a hablar, si después de escucharme no quieres volverme a ver... lo voy a entender (con un nudo en la garganta)

Esteban se levantó y la ayudó, subieron al automóvil y se adentraron en la ciudad hasta el hotel en donde habían pasado la noche después de la boda de Socorro...

E: (entrando) bien... ya estamos en otro lugar, ¿de qué quieres hablar conmigo? (Frío)

M: ¿qué tanto escuchaste?

E: lo suficiente para saber que me casé con una completa desconocida y que fui un imbécil por haberte dado tanto... ahora veo que mis tías tenían toda la razón ¡tú sólo eras una interesada! (Alterado)

M: ¿interesada?, ¡claro que no Esteban! ¡Yo jamás he necesitado de tu dinero porque si me hubiera hartado me habría ido e iba a poder vivir con los lujos que tú me dabas y más!

E: ¿y cómo, casándote con otro millonario?, ¡ah, no!, ¡te ibas a casar con Julio! (Celoso)

M: no Esteban, yo no iba a necesitar de ningún hombre para tener mucho dinero, ¡yo tengo la misma clase social que tú, yo vengo de una familia adinerada!

E: ¿qué cosa? (Desconcertado)

M: ¿por qué demonios crees que encajé bien en tu círculo social y conocía tantas cosas de tu mundo Esteban?, ¡eso no fue de gratis, mi familia tiene mucho dinero!

E: entonces ¿por qué entraste a trabajar a las empresas?

M: porque si escuchaste en el hospital, me comprometí con Julio y mis padres no lo aprobaron nunca así que defendiendo ese amor me salí de mi casa dispuesta a salir adelante sin su ayuda y busqué trabajo ahí para provocar a Julio

El Último Suspiro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora