Pies Descalzos en una Noche Invernal

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La noche era blanca, iluminada con la hermosa nieve invernal. La cual parecía esparcirse hacia afuera., al mismo tiempo que una pequeña caja musical resonaba melifluamente con cada paso que daban sus pequeños pies descalzos. No parecía haber nada que le hiciera sentir miedo, o temor, o algo parecido. No había siquiera brillo en sus ojos o algo parecido a fuerza de voluntad. Tampoco recordaba el motivo de sus pasos, o hacia donde se dirigían. Sus diminutas manos se congelaban con la ligera ventisca que acompañaba su prisa.

"Esa niña, ¿A dónde va? ¿Quién es?" Se preguntaba la gente del pueblo. Jamás sabrían la respuesta. Pues ni aun ella lo sabía. Si alguien se acercaba y preguntaba, ella solo veía con una mirada sin vida. Sus ojos vacíos eran casi capaces de despertar temor en la gente. Parecía haber estado sola. Tan pequeña, y tan indefensa.

Alguna vez se rumoro de una familia que habitaba cerca de las afueras del pueblo. También se rumoro que el padre había abandonado a la madre y a sus dos hijas, y de pronto... Nada. Nunca más se escuchó hablar de ellos. Su rumor se esfumo como niebla. Tiempo después, se comentaba que el padre habría asesinado a su esposa y sus dos hijas, y después habría cometido suicidio. Eso se rumoraba.
Pequeña niña, ¿A donde se encamina tu alma?

Una noche anterior, el padre habría llegado pasado de copas e intento golpear a la madre, la cual escondió a sus hijas detrás de una improvisada cama, intentando protegerlas de aquel hombre que alguna vez habría tenido la obligación de protegerlos, ahora su verdugo. Pareciera que aquella niña quedo sola al arremeter contra aquel hombre quien asesino a su madre y a su hermana menor. Quedo sola en una noche.

Su cuerpo sin fuerzas apenas se mantenía en pie. Aun cuando sus pies tropezaban, apenas podía ponerse en pie y continuar sin rumbo alguno. Su frágil y pequeño rostro pálido había perdido aquel rosado que alguna vez lucia tan lleno de vida. Pensarían imaginar, pero su inocente rostro sucio mostraba indicios de humillación. Al verla tan indefensa, hombres ruines habían ultrajado ya su inocente cuerpo una y otra vez. Como bestias salvajes. Nada le pertenecía ya, todo le había sido arrebatado de entre las manos. Su familia, su hogar y aun, su decencia.

"He-hermanita... ¿Acaso vendrás por mí al fin? Tengo miedo. Apresúrate y ven por mi"
Aun cuando hubiese tenido ganas de rodar una lagrima por sus mejillas, no pudo llorar. No le quedaban fuerzas, o ganas de vivir.

Aquella noche buena, ella respiro su último aliento mientras la nieve cubría su frágil cuerpo. Nadie supo de su muerte. A nadie le importo.

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⏰ Last updated: Jan 26, 2017 ⏰

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