Cuerpos

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Había notado cómo sus aspectos cambiaban poco a poco desde que empezaron a ir a la  secundaria. Pensó que la razón más lógica era que, al crecer, cada uno optó por diferentes actividades. Cuando los 6 eran menores, pasaban todo el día juntos, por lo que sí uno jugaba, los otros lo seguían, si uno comenzaba a correr, los demás comenzaban a perseguirlo. Pero desde que los juegos infantiles acabaron, sus gustos se fueron diversificando, al igual que sus prioridades del día al día.

Osomatsu confirmó esto un día de preparatoria, al ver a su hermano menor cambiándose  de ropa. Noto como sus cuerpos eran diferentes el uno del otro. Choromatsu , quien estaba  de espaldas a él en ese momento, descubría su torso, delgado y de tez clara, para ponerse su uniforme. Fue solo un momento, en el que Osomatsu notó como sus omoplatos sobresalían con cualquier movimiento y su espina dorsal se remarcaba al encorvarse. Al alzar los brazos se formaba un arco en su espalda y al bajarlos  se trazaba su columna. Se quedó viendo inconsciente sus movimientos, como si de una danza se tratara, que no vio el momento en el que Choromatsu se había dado la vuelta, de frente hacia el, quien se encontraba sentado en el sillón de su habitación.  Choromatsu comenzando a arreglar los botones de su camisa, comenzando desde abajo, dando tiempo  y espacio para que Osomatsu viera en detalle su clavícula, la cual era una fina línea que se marcaba en su piel, debajo de su delgado cuello. Fue a buscar su saco en el armario, y al alejarse de Osomatsu, este de alguna manera reacciono, y se acercó a él sin pensar.

Choromatsu sintió como por detrás de él, unas manos rodeaban su cintura, y sin inmutarse un poco,  siguió buscando en la pila de ropa su saco. Osomatsu, solo curioso,  formó con sus manos la circunferencia de la cintura de su hermano menor, preocupándole el resultado.

- Hey, ¿Porque estas tan flaco? ¡Come algo! – le dice sin soltarlo.

Choromatsu se sonrojó un poco por el comentario, pues aunque nunca le preocupara su imagen, podría decirse que tenía un pequeño complejo por lo delgado que estaba y no le molestaría  ganar algo  de músculo.

- ¡Pues perdóname! ¡No es como si estuviera así  por gusto! – se alejó de el, terminando de cambiarse. – si te molesta verme, pues ya no lo hagas! – le contesta un poco enojado.

Osomatsu lo observaba divertido, y solo una risa  sin querer.

- ¡¿y ahora te burlas de mí?! – le dice de frente,  provocando más la risa de su hermano mayor.

Osomatsu seguía riendo, pero no burlándose de su hermano, más bien  porque sintió que ese día su hermano estaba siendo muy ¿lindo? Aunque él pensaba que todos sus hermanos eran adorables de alguna forma, ese día Choromatsu era más lindo que los demás. Se acercó a Choromatsu de frente  y lo rodeó con sus brazos, acomodando su cabeza en el pecho de su hermano menor.

- ¡No te enojes, no te enojes. Es solo que eres muy adorable  el día de hoy! – le dice restregando su rostro en su pecho.

- Eg, ¿qué diablos dices, idiota? Que asco, suéltame – dice empujando su rostro con una mano, mientras su rostro expresaba repulsión genuina.

- ¿Eh? ¡No quierooo! – le contesta aferrándose a el.

- ¡Que asco! ¡Quítate  de encima!

Y entre sus berrinches, Choromatsu logra quitárselo de encima a base de golpes.

- ¿Que te pasa? ¿Porque me tienes un terminar pegando?

- Ya cállate – le dice molesto, dispuesto a terminar lo que faltaba antes de partir a la preparatoria.

Osomatsu se queda quieto un momento, cuando rodea con sus brazos a Choromatsu.

- ¡Bien! – le dice de repente viéndolo de frente,, sorprendiendo al otro por un momento – ¡Tú  hermano te invitara a almorzar el día de hoy!

Choromatsu, se quedo confundido por un momento. Pues a veces no podía entender lo que pasaba por la mente del hematoma mayor. Vio su expresión de alegre, que parecía de idiota. Si le permitían agregar, y no pudo hacer nada más que suspirar, y soltar una risa, como si fuese algo contagioso.

- Lo que tú digas – dice relajando su cuerpo que había estado rijo di en los brazos de su hermano – pero apúrate y toma tus cosas, que se nos hace tarde.

- ¡Ok! – dice soltando a su hermano, tomando su mochila.



Después de ese día, Choromatsu, noto que cuando se encontraba con su hermano, de forma inocente, buscaba sus algún hueso que sobresaliera en su cuerpo, generalmente era el hueso que sobresale, debajo de la mano del lado de los meñiques. Pero no era como si l molestara, simplemente lo sentía con sus dedos. Incluso alguna que otra vez, sobre todo en los baños públicos, pasaba los dedos por su espalda, trazando su columna.

Choromatsu optó por no reclamarle nada, ya que se dio cuenta que lo hacía de forma inconsciente, y también porque, el mismo tenía ciertas mañas y costumbres con sus hermanos, que no se podría quitar fácilmente.

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