Oneshot.

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Ese día, Kim Jongin se vistió de azul y miró su reflejó en el espejo durante contados minutos. Dos, tres, cinco, diez. Su apariencia permanecía igual a las ocasiones anteriores, nada cambiaba, era sólo él. No sabía si era normal aquel sentimiento, pero tampoco se lo preguntaba demasiado. Era como si el misterio de su vida quedase sin resolver, aunque no alcanzaba a ser lo suficientemente relevante como para atraer la tan terrible sensación de impotencia... ¿cierto? Mientras se acaricia la mejilla derecha, pensaba también en que era imposible responder una cuestion así. Se le hacía gracioso. Kim Jongin respiró profundo y mordió su boca antes de sonreír de oreja a oreja. Alguna vez, en algún momento, alguien, de alguna forma le dijo que era útil para su sistema. Él, que entendía al cien por ciento la estructura interior humana, no podía comprender la biología en algo tan simple como un estímulo propio.

"Las sonrisas son involuntarias", rezó cuando la palma de su mano derecha barrió el polvillo de la manga opuesta. "Todo el mundo nace sabiendo sonreír. ¿No lo crees?", su cabeza inclusive se echó un poco hacia atrás a modo de indicarle a su interlocutor que se refería a él, que quería introducir un tema de conversación, pero todo lo que obtuvo a cambio fue silencio. Antes se habría enojado, ahora lo entendía. Era obvio, lo más normal. Regresó su cuerpo para caminar en dirección de Do Kyungsoo, frente al sujeto atado en la silla, el mismo que lo miraba con los ojos vidriosos, perdidos en el espacio irreconocible. Kim Jongin inclusive intentó encontrar hacia en qué punto de la semisiniestra habitación se concentraban. La tarea probó ser difícil, así que buscó que se enfocaran en él al sostenerle el rostro y hacer que sus narices se tocaran. "¿Por qué no me contestas?", le preguntó, bastante serio a pesar de saber la naturaleza de lo que inquiría. La presentación de la duda era expuesta de forma completamente retórica. "Mh... Pero si antes era diferente", su tono de voz sabía caprichoso, decisivo, un tanto berrinchudo, como si desease de forma obsesa algo que jamás obtendría. Y de cierta manera, sí era así. Las aspiraciones de Kim Jongin se alejaban de la realidad conforme pasaban los espesos segundos y él hablaba. "¿Sabes? Es injusto...", concluyó. Se puso en pie pues tuvo antes que inclinarse para alcanzar la altura en que posaba el cuerpo ajeno, "Solías decir cosas amables todo el tiempo y ahora sólo hay silencio, ¿por qué eres así de repente?", habló una vez más. Como era de esperarse, no hubo respuesta.

El gesto fue de indignación, pero en ojos de alguien foráneo él, los actos eran símbolos claros de una locura desmedida. Él mismo, en su sano juicio, se habría reprobado. Las cuerdas que, de forma innecesaria, se envolvían alrededor del cuerpo que permanecía sentado, fueron destruídas con la fuerza de sus puños, lo que obligó al individuo a terminar en el suelo. Jongin lo golpeó el rostro hasta que sobre sus nudillos se coloreó una fina capa rojiza, inclusive, luego de girarlo sobre sí mismo y hacer que recostase sobre el pecho, rompió la firme silla de madera en su columna y cráneo. El sonido crujiente de los huesos que cedían por el impacto fue sumamenta aterrador; no obstante, el violento Romeo no notaba nada fuera de lo común, o probablemente sí, pero lo estaba disfrutando.

Durante el recorrido de la semana que predijo aquel día, Kim Jongin y Do Kyungsoo habían decidio terminar su relación amorosa por mutuo acuerdo. Do Kyungsoo argumentaba que se estaba volviendo extremadamente difícil convivir con él, así que ya no deseaba tenerlo cerca de su lado; y Kim Jongin, de forma sorpresiva, aceptó la propuesta sin atreverse a chistar. La sonrisa que mostró al final de su oración afirmativa tomó desprevenido a Do Kyungsoo, que reconocía esa como una de las tantas maneras empleadas por Kim Jongin para atrapar a las personas. Si bien darle fin a un lazo traumático era lo más sano para cualquier persona que sufte, el error que cometió Do Kyungsoo y que más tarde le costaría la vida, sería dejar que su expareja le convenciese de tomar un café para luego permitirse aceptar un tanto de sexo de despedida.

Guardaban la malsana costumbre de tornar las cosas siempre algo carnales. La boca de Do Kyungsoo nunca desaprovechaba los momentos ofrecidos para encajar sus diente en los hombros de Kim Jongin cada vez que sentía las penetraciones en su escondida entrada, y este segundo, por placer propio y ajeno, solía ahorcarlo con ambas manos para cortar flujos de sangre y oxígeno al cerebro. Pero esa vez sería fatal. Do Kyungsoo empezó a necesitar aire, por eso sus palmas y uñas violentaron las manos y brazos que lo tenían preso, sin obtener resultado alguno porque, por su parte, Jongin sólo le abría más de piernas y le embestía con fuerza. "Jongin...", murmuró Do Kyungsoo en un hilo de voz oscuro, sin poder evitar desmayarse después. Kim Jongin no se detuvo ni siquiera entonces, sino cuando la piel ajena se tornó descolorida, que pudo sentir el corazón detenerse por completo al hacerle falta el pulso. Por primera vez en su vida, Kim Jongin repartió el resto de su erección dentro de un muerto.

Entonces, para cuando habían pasado ya un par grueso de horas, que la silla de madera fue destrozada en la espalda de Do Kyungsoo, este ya había suspirado su último aliento. Kim Jongin envolvió la naturaleza húmeda en sus brazos fornidos, aunque sin el soporte de la espina dorsal era difícil mantener alguna posición relativamente cómoda durante una cantidad sólida de tiempo, por lo que cada vez que estaba moviéndolo, ocasionaba que sus huesos se desfigurasen aún más. "Lo siento", mumuró. Do Kyungsoo tenía cerrados los párpados y Kim Jongin quiso abrírselos pero no deseaba dejar de abrazarlo, "Ya sabes mis razones, ¿verdad? Tú lo entiendes. Me dijiste que me entendías, aquella vez... pero yo seguía teniendo demasiado miedo, y no se me ocurrió nada mejor. Por lo menos ahora estarás conmigo." los crujidos parecieron atenuarse conforme el agarre de los abrazos aumentó, como si sus músculos engullesen las piezas óseas quebradas, "Y ya no hay nada de qué preocuparnos, porque yo no me iré... y tú tampoco lo harás. Nunca", la sonrisa en sus labios demostró satisfacción.

Lo besó. El contacto pareció más una sucia y mojada forma de intimidad inhumana y parafílica, pero nadie estaba allí para juzgarlos. Ni a él, ni a su exánime amado.

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⏰ Last updated: Dec 27, 2017 ⏰

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KaiSoo | Jongin in blue (oneshot).Where stories live. Discover now