Cap. 1

18 5 0
                                    

Siempre han dicho que el amor duele, que cuesta encontrar a la persona correcta y que muchos pierden sin siquiera pretender luchar. Y la verdad ya entendí porque prefieren no perder el tiempo.

Te prometen amor incondicional, te aseguran que nada te faltará y lo primero que falta es precisamente eso: el verdadero sentimiento.

Pero de alguna u otra manera se aprende, yo lo hice a la mala.

---------------------------------------------------------

El sonido de mi teléfono me despertó un poco alarmada, tallé un poco mis ojos mientras se desbloqueaba y fui directo a la notificación de última hora. Una sonrisa se formó en mis labios al leer el mensaje.

Buenos días, amor. Espero que hayas logrado descansar bien porque está noche es especial, así que no hagas planes con nadie más. Te estaré esperando en el restaurante donde nos conocimos a las 7:30. No llegues tarde esta vez.
                                                    Antoni 🖤

Miré la hora en la parte superior de la pantalla para luego dejar el teléfono de vuelta en la mesa de noche. Me estiré con ganas y salí de la cama directo al baño para asearme.

Casi media hora después ya me encontraba secando mi cabello, detestaba sentirlo empapado sobre mi espalda. Bajé a preparar un desayuno ligero con tostadas y café, posteriormente limpie junto con el resto de la casa.

Cerca de las 5 me apresuré a volver a la habitación para poder alistarme para la ocación. Opté por una falda tono vino en forma de tuvo con abertura en un costado y una blusa negra de manga larga llevando un sutil escote. Recogí mi cabello a lo alto y coloqué unas zapatillas del mismo color que la parte superior.

Volví a mirar la hora, esta vez en el reloj sobre una pared. De inmediato tomé mi bolso de mano y llamé un taxi mientras me dirigía a la puerta del edificio.

Poco después ya estaba dentro del auto y cerca del lugar. Pagué sin detenerme por el cambio, hoy esperaba una maravillosa noche.

Al entrar, dije el nombre completo de mi novio para que buscasen la reservación. La chica que me recibió me miró unos segundos con extrañeza, pero no le tomé importancia. Me guió hasta una mesa cerca del ventanal donde se encontraba él, pero no se encontraba solo.

–Está mesa está a nombre del señor, en un momento le entregan cubiertos extras y una carta.– la chica de la entrada volvió a su puesto y yo sólo asentí para luego mirarla

–No te esperaba aquí también, Tamara.– digo tomando asiento yo misma, ya que Antoni no se tomó la molestia de levantarse.

–¿Enserio? La verdad es que yo si sabía que vendrías, por eso estoy aquí.– respondió con un tono cantarino.

–¿Y a que se debe el grato acompañamiento?– pregunto con una ligera sonrisa.

–Yo le pedí que viniera. –respondió por ella.

Me giré a mirarlo con intriga. Desde que ellos dos se conocieron y hasta donde me quedé, no se llevaba nada bien.

–¿Tú? Vaya, eso si es nuevo, me alegra que por fin convivan en paz.– sonreí agradecida, de ahora en adelante mi novio y mi hermana no tendrían conflictos de los que tuviera que preocuparme. –Entonces también festejarás con nosotros ¿no?–

Un joven mesero se acercó para ofrecernos una botella de vino y al recibir una respuesta afirmativa de Antoni, nos sirvió a los tres.

Tamara suspiró con pesadez y se recargó sobre la mesa dejando ver su escote descaradamente.

–¿Cariño, ya vas a contarle?– dijo con voz sancarrona.

¿Cariño? Fruncí el ceño, parece que me había perdido más de lo que creía.

Él sonrío en su dirección y luego volvió a ponerse serio conmigo.

–Mera, la que celebra hoy conmigo es Tamara, no tú. Es cierto que en un principio la odiaba, no soportaba estar en la misma habitación con ella, pero al tratar de llevarme con ella por estar contigo...– toma la mano de Tamara por sobre la mesa. –Me enamoré de nuevo, está vez de verdad.–

Me quedé un momento en silencio, mientras miraba sus manos unidas y trataba de procesar lo que ha dicho.

–Anton, esta es una broma muy pesada para un día como hoy.– digo queriendo pensar que es una de sus tantas bromas.

–Merari, me conoces, mirame bien y dime si estoy diciendo alguna mentira.– quería creer que había aprendido a mentir de mejor manera, una muy buena.

–Tú... Ustedes...– el mesero volvió para entregarme la carta.

–Aquí tiene señorita.– dijo tendiendomela.

–No será necesario, ella no cenara con nosotros. Ya se iba.– me miró claramente hechandome.

–Merari, vete, quiero tener una buena velada con MI novio.– dijo enfatizando como si realmente se  pudiese adquirir a una persona como propiedad.

–N-no puedo creerlo...ustedes deben estar bromeando...– digo mientras aprieto mi cartera con todas mis fuerzas del momento.

Tamara sonrío con suficiencia y se se inclinó sobre la mesa para besarlo con intensidad, era claro desde mi ángulo. Mi hermana estaba besando a mi novio... Y lo único que yo hacía era observar.

–¿Todavía te parece que es una broma? porque te aseguro que ya lo hemos hecho antes en público, no nos importaría demostrartelo aquí para que no quede duda en esa cabeza tuya.– rodeo la mesa y se acercó a mi lado. –Dime querida, siempre haz sido la mediocre y menos agraciada. ¿Creés que alguien siquiera se tomaría algo enserio contigo?.– dijo mientras hacia que mirara a Antoni en todo momento.

Mis ojos dolían al tratar de evitar que se derramaran lagrimas, no sé exactamente si eran de rabia o de tristeza, pero eso sería todo. Me levanté abruptamente y golpe mi mano contra su mejilla, dando todo lo que tenía dentro en ese momento.

Se cubrió la parte afectada y mientras yo derramaba lagrimas.

–Muchas veces me lo dijeron de él, pero tú, mi propia hermana ha caído tan bajo como para tener que seducir a este que decía ser el chico perfecto.– cojo mi bolso con una mano y con la otra mi copa. –Hoy pretendía ser día de celebración, así que por favor permitanme hacerles el honor del primer brindis de la noche.– dije con sarcasmo para después lanzar el contenido de mi copa sobre el traje crema de Antoni. –No quiero importunarles más su vela, asi que si me disculpan. –devuelvo la copa al mesero y me dirijo a la salida del lugar.

Ni siquiera me preocupo por pedir de vuelta mi abrigo, camino por la acera sin importarme que comience a llover.

–¿Por qué no puedo pretender que no me importa? Justo como él hizo...– sacudo mi cabeza para sacarlo de mis pensamientos y la tomo con mis manos a sentir un mareo.

En medio del malestar, después de cuadras caminando; logro ver la silueta de un hombre. Este se encuentra fumando en una esquina aunque va muy bien vestido. Me mira y retira el cegarrigo de sus labios.

–¿Necesitas algo?– dijo con voz grave.

¿¿¿Alex???Donde viven las historias. Descúbrelo ahora