El Espejo

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Aquel año habían organizado la feria de Todos los Santos más allá de la colina. Beltsa miró de nuevo a sus amigas y se detuvo frente al sendero que cruzaba el bosque. Una densa neblina serpenteaba a lo largo de este y de nuevo un escalofrío la recorrió como un mal presentimiento.

Los tétricos árboles deshojados se retorcían contra la oscuridad tal y como si fueran fantasmagóricos espíritus con afiladas garras. Se llevo una mano al estomago y se adentró en el camino con el pulso atronando su cabeza. Las risas lejanas de sus amigas le recordaron que todo seguía estando bien, estaba demasiado alterada y esa maldita pesadilla seguía demasiado viva en su mente. Se obligo a respirar y pensando que todo se debía a todo ese tema de la noche de Halloween siguió andando hasta que el bello de la nuca se le erizo, hacía frío, demasiado y juraría haber sentido el aliento congelado de alguien susurrando tras su espalda.

El silencio era asfixiante y de pronto allí, frente a ella, como salida de la nada se alzaba la mansión de su pesadilla. Tragó intentando no quedar paralizada y cerró los ojos con fuerza al oír el cántico de la comparsa que sabía desfilaba a lo lejos portando sus velas. Dejo atrás la derruida capilla se acercó a la puerta de la mansión haciendo crujir la madera de las escaleras.

“Despierta Beltsa,despierta, has de estar soñando reacciona” - se dijo asimisma.

Pero esa presencia asfixiante era real y el dolor que laceraba su cuerpo también, el corazón le latió apresurado y aquella agonía se intensifico. Se estremeció sintiendo como el calor abandonaba su cuerpo y con el lentamente también su vida. Apretó los puños con fuerza y se negó a volverse ya una vez en el salón. Se quedo como en su sueño, frente a la lumbre apagada y ennegrecida, tras ella sabía que encontraría aquel enorme espejo de pie. Allí hallaría su reflejo pálido y mortecino para ella, bello para los demás. Tomó una bocanada de aire y se giró. Como esperaba allí encontró su imagen pero esta vez era distinto, esta le devolvía una sonrisa burlona.

Beltsa trató de chillar pero el grito quedo estrangulado en su garganta cuando un dedo la señaló saliendo directamente a través del espejo. El dolor regresó y lo que antes fueron las risas de sus amigas se transformaron en un eco que reverberó por todo el lugar con una única frase:

TU ERES LA MUERTE.

Nikta

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