Capítulo XIX

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La felicidad se puede encontrar, incluso en los tiempos más oscuros, solo si se recuerda encender la luz.-El Prisionero de Azkaban de J.K. Rowling.

Valentina:

El Pike Place Market estaba atestado de personas mientras Natasha nos abría paso entre la multitud, yo tan solo miraba a mi alrededor a los turistas que se amontonaban tirando fotos por aquí y por allá, especialmente al Mount Rainier lo que me recordaba a mi aventura con Ian. No iba a mentir, cuando Ian me había expresado su loca idea me había quedado total y completamente sorprendida, es decir, nunca pensé que estaba en la lista de las personas con las que él estaba dispuesto a cometer locuras, no sabía porque pero aquello me generaba una extraña sensación de felicidad y un estado de euforia continua que, hasta el día de hoy, no se había detenido. Se podría decir que cada vez que pasara por aquel lugar sonreía como estúpida.

Natasha pedía pescado para la cena que iba a preparar hoy, tal vez no cocinaba mucho pero cuando lo hacía parecía que concursaba en masterchef, buscaba recetas de su chef favorito, Gordon Ramsay, y no voy a mentir le quedaba delicioso, el hombre que nos atendía lanzaba el pescado de aquí para allá como si se tratara de futbol americano y Natasha suelta un ¡Eso estuvo genial! De hecho Edgar y ella ya se conocían debido a que este era el lugar favorito de Natasha para comprar pescados y flores, de hecho, Natasha decía que su apartamento necesitaba algo de color y el Pike Place Market lo tenía, después de comprar pescado suficiente nos dirigimos a la floristería y compramos ramos de flores coloridas, los padres de Natasha iban a conocer a Mason, quien ya es oficialmente novio de ella, y como siempre quería darles una buena impresión, el teléfono de Natasha suena y ella sonríe al ver la pantalla, no tendría que ser adivina para saber quién es.

Mason.

Nunca iba a entender esa tonta sonrisa que se pintaba en sus labios cada vez que leía un mensaje de texto de él, era patético.

Después de recorrer Pike place y dejar las cosas en la parte trasera del auto nos dirigimos de nuevo a casa, veo por la ventanilla el Century Link Field, en ese lugar vi mi primer juego de fútbol americano con mi padre el cual estaba muy emocionado al entrar ahí, al parecer, hace mucho que no había tenido tiempo de ir por el trabajo, mi padre gritaba como loco siendo leal a su ciudad de nacimiento apoyando a los Seahawks.

Tras unos minutos de viaje, bocinazos y algunos gritos casuales departe de conductores a otros llegamos a casa, Natasha se baja del auto apresurada mientras la ayudo a subir las cosas a casa y me da la llave para que suba primero, con el pescado empacado en una mano y una maceta de flores en la otra me dirijo al apartamento.

Pongo la maceta en el piso con cuidado de romperla y me apresuro abrir la puerta, tomo la maceta con un poco de dificultad y empujo la puerta con el pie.

Un grito de horror se me escapa al ver un hombre coger cosas de encima del comedor, voltea la cara y mi horror cambia a confusión y por alguna extraña e indefinida razón a enojo.

Supongo que debido al susto, siempre he odiado que me den sustos. Supongo que con la vida que llevaba no me los tomaba muy bien que digamos.

-¿Estas bien?

Oh si claro, solo me he llevado un maldito susto de muerte todo tranquilo, ¿y tú?

-¿Qué mierda haces aquí? – Mi voz había salido envenenada, al instante odie su sonrisa de suficiencia.

Cabrón.

-Natasha me pidió que la ayudara a ordenar las cosas.- Su mirada destilaba arrogancia y su sonrisa burlona, aquello no ayuda en nada para que el enojo disminuyera.

Dark HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora