Melina prácticamente corrió por los pasillos superiores hasta llegar al indicado. Maldijo internamente varias veces por haber escogido un piso tan alto y una habitación tan alejada que era de difícil acceso. Aunque agradeció su buena memoria geográfica para poder ubicar el pasillo entre tantos cruces, giros y quiebres que tenía la mansión.
Cuando se hallaba cerca de la habitación, pudo oír claramente unos pasos fuertes y firmes siguiéndola.
— ¡Asako! —grito la voz y Melina la reconoció inmediatamente como la de Kay —. ¡Ya deja de correr y es mejor que me expliques ahora mismo que haces en esta fiesta! —reclamó furioso. Melina estaba congelada, era Kay a quien tenía en su espalda y se acercaba peligrosamente ¿Qué haría? ¿Qué podía hacer? ¿Enfrentarlo? Al parecer aun no la había reconocido, así que podía fingir algo ¡¿pero qué?! La ansiedad comenzó a apoderarse de ella —. ¡Asako es mejor que me respondas ahora! ¡Ya habíamos hablado sobre esto! —exclamó molesto —¡¿Qué demonios haces aquí?! Te prohibí rotundamente que salieras en mi ausencia.
Esa última frase fue la que sin motivo aparente termino enfureciéndola. ¿Es que acaso tenía que poseer todo lo que le diera la gana? ¿Todos se convirtieron en meros objetos para él? ¿Qué había pasado con el hombre aquel que conoció tanto tiempo atrás?
—No eres dueño de nadie —contestó molesta aminorando la carrera pero aun alejándose de él. Se sentía contradictoria, una parte de ella quería frenar, encararlo, decirle quien era ella, pero otra parte, la resentida se negaba a su presencia.
—Tenemos un trato —rugió molesto cerca de ella, casi estaba pisándole los talones.
—"Unos metros más" —se dijo y siguió avanzando con paso presuroso. ¿Porque no corría? ¿Es que acaso quería que la alcanzara?
—Asako detente ahora mismo, y explícame que haces aquí ¿A dónde vas?
— ¿Acaso te importa? —preguntó furiosa encarándolo. Llevaba puesto el velo, que para ojos conocedores sería un artilugio sin importancia y la reconocerían aunque con cierta dificultad. Al verlo a los ojos su furia se convirtió en indignación. Estaba celosa, demasiado ¿Porque esa mujer le interesaba tanto? — ¡Metete en tus asuntos y déjame en paz!
Furiosa nuevamente emprendió camino hacia la habitación, era un hecho que Kay la seguiría, pero tenía la ventaja del local. Ella conocía la habitación, y sabía exactamente quienes se encontraban allí. Sus hermanos lo reducirían en un dos por tres.
—Sabes bien que debes cuidar las apariencias mujer —volvió a reclamar —y no me gusta que andes coqueteando con otros hombres cuando no estoy presente.
—"Cuando no estoy presente" —esas palabras calaron en lo más hondo de su dolor — ¡¿Entonces qué?! —exclamó molesta encarándolo — ¿prefieres que lo haga contigo al lado? ¿Quieres que armemos un trio? ¡¿ESO ES LO QUE QUIERES?! —escupió furiosa y siguió su camino.
Su respuesta lo dejo helado por un instante.
— ¡A mí no me vas a faltar el respeto mujerzuela! —rugió tomándola del brazo con violencia cuando se repuso de la sorpresa.
La reacción de Melina fue inmediata, un golpe directo en las costillas y una patada en la cara fueron suficientes para liberarse y aléjalo. El rencor bullía en su interior. La palabra traición rondaba su mente y golpeaba sus recuerdos como una bomba despiadada.
—¡Y a mí no me vas a tratar como si fuera una cualquiera que tomas cuando te dé la gana y tires después que te aburres cuando has encontrado otra mejor! —reclamó dolida.
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El despertar del Dragón
Teen FictionSegunda parte del libro "Enamorándose del demonio" Muchas verdades no han sido dichas, muchas historias no escuchadas. Ha llegado el tiempo de conocer la verdad, de saber quienes son en realidad, y de aceptarse o negarse. De odiarse... o amarse. K...