¿No es así, Yuuri?

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Un balbuceo, que poco a poco se iba convirtiendo en un ruido más fuerte. Un bebé lloraba al amanecer y con sus lágrimas logró despertar al único adulto en ese pequeño departamento en Rusia.

Aquel sujeto se levantó de su cama solitaria y con pasos lentos iba en busca de la pequeña criatura.

- Buenos días bebé -le decía acurrucándolo en su pecho- Parece que alguien tiene hambre- dicho esto fue a la cocina a preparar la fórmula.

Mientras le daba su alimento se puso a pensar en su itinerario de hoy. Después de darle de comer lo vistió y se lo llevó al centro de patinaje. Por el frío de invierno le puso un gorro con orejas de cerdo sobre su cabello azabache.

Todo el mundo se acercaba a él y lo llenaban de besos y abrazos. Al estar con mucha gente se ponía muy nervioso, lo notaba en sus balbuceos y su sonrojo. Sin duda era la viva imagen de su madre.

Sora Nikiforov era sin duda alguna el consentido de su padre: Viktor. El siempre trataba de darle lo mejor a su hijo, le compraba los mejores juguetes, la mejor ropa y presumía siempre que podía de lo bello que se pone cada día.

Todo era felicidad para ellos, con el pasar del tiempo cada día se parecía a su madre: Yuuri Katsuki.

La misma cabellera oscura, esos ojos azules que mostraban el brillo de inocencia y una actitud amable.

Viktor aprendió que ser padre no era fácil. Levantarse en las noches para calmarlo, regañarle al pintar las paredes, obligarlo a comer, consolarlo en el primer día de clases o hasta ir a la escuela a reclamar los acosos de los compañeros de clase a su hijo.

Sin duda fue duro pero todo valía la pena con tal de mantener una sonrisa en su rostro y cuidar lo único que Yuuri le había dejado.

Sora Nikiforov con 6 años andaba de curioso por el departamento y observó una caja debajo de la cama de su padre.

Ladeó la cabeza confundido y lo sacó. Al ver su contenido vio que eran unos álbumes de fotos. Abrió uno y observó un niño igual a el, sólo que con unos ojos color chocolate.

-Ese debe ser mi madre- dijo el pequeño - El tío Yurio y el tío Otabek tenían razón, me parezco mucho a él-

Nunca había visto muchas fotos de su madre, solo una en la cuál aparecen su padre y el abrazados mirando al mar. Su padre la tenía en su mesa de noche, todas las mañanas la observaba y repetía:

-Buenos días Yuuri, hoy también me voy a esforzar-

Su madre parecía ser una persona muy alegre, siempre se le veía sonriendo y con las mejillas rosas.

Los álbumes estaban con etiquetas, el que tenía en sus manos se titulaba: "Infancia de Yuuri".

Veía a su madre en su primer día de escuela, en su primera clase de ballet y su primer día en la clase de patinaje. Algo que le llamó la atención era una foto con un perro, era un caniche. Se parecía mucho a Makkachin, cuánto lo extrañaba.

Al terminar ese buscó otro y encontró el de "Boda de Viktor Nikiforov & Yuuri Katsuki"

Sus padres se veían mas jóvenes y felices, sus anillos resplandecían en todas las fotos. Todos sus tíos estaban ahí, parecían que la pasaron muy bien ese día.

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