one and only.

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La música retumbaba por todo el lugar, Seungcheol no lo conocía ya que era un tema extranjero, estaba aburrido a morir ni siquiera el líquido amarillento que estaba dentro del vaso que llevaba en la mano lograba animarlo, vaya decepción.

"Anímate, hyung." Dijo Mingyu palmeando el hombro de su mayor.

"Tú sabes que esto no es lo mío." Negó con la cabeza repetidas veces.

"¿A qué te refieres con esto?"

"Me refiero a esto." Señaló el grupo en donde había chicos y chicas besándose sin pudor. "Y esto." Ahora apuntó hacia un moreno que prácticamente se desnudaba en medio de la pista de baile.

"¡Oh, vamos! No me digas que no te gusta nadie de aquí."

"No te lo diré si no lo quieres escuchar."

"Gracias." El más moreno sonrío.

"Pero es la verdad." Mingyu volvió a palmear su hombro pero esta vez más bruscamente tratando de golpearlo pero el alcohol en su cuerpo restaba su energía y por lo tanto su fuerza no era la misma.

"Amargado."

"Sí, sí." Movió su mano restándole importancia. "Saldré un rato afuera, cuando ya sea muy tarde volveré por ti." Bufó cuando notó que el menor no estaba prestándole atención. "¿Me oíste?"

"Ah sí, cuídate."

Se alejó del lugar hasta que dejó de sentir que la música explotaba sus oídos y fue ahí cuando lo vio, su perfil era como el de un ángel, sus labios los más rosados que había visto en su vida y su cabello era hermoso; él parecía un completo ángel.

Como por arte de magia el chico comenzó a acercarse a él y esto hacía estremecer a Seungcheol.

"Hey." Saludó el menor viendo los ojos ajenos.

"Ho-hola."

"Me llamo Jeonghan." Estiró la mano. "¿Y tú eres?"

"Seungcheol, Choi Seungcheol." Tomó la mano que estaba extendida hacia él.

"Bien, Choi Seungcheol ¿Gustas un cigarrillo?" Le extendió la cajetilla que sacó del bolso trasero de su pantalón.

"No, yo no fumo."

"Pues te pierdes de mucho."

"Siendo sincero no."

"¿Y porqué no?" Alzó una ceja.

"Pues, no me gusta ver cómo la gente mata sus pulmones lentamente, ya sabes, primero torturándolos y luego dejarlos morir." Bajó la mirada a sus manos jugando con ellas con nerviosismo.

"Tienes un buen punto ahí, Cheol."

"Gra-gracias, Jeonghan."

"Debes dejar de ser tan tierno porque después no podré controlarme."

"¿Controlarte?" Su mirada se dirigió hacia la parte de arriba encontrándose con los ojos de el menor posados en él, mala idea la de quitar su vista de sus manos.

Y ya no dijeron nada, todo estaba en silencio, claro, sin contar el sonido que habían sus labios al chocarse, los pequeños suspiros que lanzaban al separarse, se sentía como si fueran piezas perdidas de un rompecabezas y se juntaran por primera vez.

Sus labios aún sabían a tabaco, el sabor lo agobiaba pero no quería separarse, no quería terminar su sueño, se sentía en las nubes sin embargo todo lo que empieza tiene que acabar.

"Vaya, que bien besador eres, muñeco." Susurró el pelilargo haciendo sonrojar al contrario. "¿Quieres salir de aquí?"

Él nunca había hecho algo como eso, irse con un extraño de una fiesta cualquiera, aunque bueno, nunca había asistido a una que no fuera familiar pero el no se veía mala persona ¿Qué mal podría pasarle?

Ambos se dirigieron al automóvil del rubio, Seungcheol había venido con Mingyu así que no tenía su coche en ese momento.

"No es el mejor pero cumple con sus funciones así que no me quejo." Bromeó el menor y soltó una risita, el ajeno podría jurar que era como un ángel cantando, su risa era bellísima.

"No te preocupes, el mío está mucho peor."

No dijeron nada en el camino sin embargo no era un ambiente incómodo, encendieron la radio y ambos cantaron con todo el aire que tenían en sus pulmones, reían e incluso se besaban en los semáforos en rojo; parecían sacados de una película.

De repente el carro comenzó a detenerse, lentamente para finalmente frenar de golpe en una carretera lejos de la ciudad, que gran suerte tenía.

"Diablos, olvide llenar el tanque." Murmuró Jeonghan.

"¿Nos quedaremos aquí?" La preocupación se podía ver en su rostro y era porque en verdad, no quería quedarse ahí.

"Si, hasta que llegue alguien ayudarnos."

"Mi suerte es una broma."

"Sí, podría decirse que sí." Palmeó el bolsillo de su chaqueta.

"¿Buscas algo?"

"Ya lo encontré." Metió su mano al bolsillo sacándola unos segundos después mostrar una Glock 27.

"¿Pa-para qué es..." Quiso terminar la frase pero no pudo gracias a la bala que atravesó su cabeza tirándolo al suelo.

El pelilargo observó el cuerpo de su más reciente víctima ahogado en su propia sangre, le parecía la escena más hermosa que alguna vez haya visto; lanzó un par de balazos más hasta desfigurar el rostro del mayor.

Era hermoso, aún sin poder distinguir sus rasgos, Choi Seungcheol se había convertido en su víctima número 34 y definitivamente en su favorita.

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