Prólogo

55 5 2
                                    


Hoy, 14/03/2014, me fui de campamento con mis amigos. Todo fue divertido. Hicimos una fogata sin mechero. Hicimos todo con nuestras propias manos. Excepto casar. Me da un poco de cosa abrir los animales y sacarles las tripas.

Cuando nos fuimos a acostar en nuestras carpas, sentí algo extraño. Salí y miré hacia todos lados.
Cuando dirigí la vista a mi lado izquierdo, vi una luz. Parecía... Una lampara vieja. También parecía que era un hombre viejo quien la llevaba. No podía distinguir bien por la distancia y oscuridad.
Me dio un gran susto. Me metí en la carpa y la cerré. Me hundí dentro del saco de dormir y me tapé la cara con el cojín.
Lo peor, es que dormía solo, ya que era muy pequeña mi carpa.
No quise asustar a nadie, así que guardé silencio.
Traté y traté de dormir hasta que al fin pude hacerlo a las 4:00 a.m. aproximadamente.

A la mañana, me levanté de un golpe. Miré mi reloj y eran las 10:30 a.m.
Traté de ignorar lo de anoche, pero me fue imposible.
Todos estaban de pie. Yo me vestí dentro, me puse mi mochila y salí.
Todos me preguntaban hacia donde iba, por qué me puse la mochila, etc. Yo solo respondí que tenía algo que hacer.
Mi mejor amigo Ian, tomó rápidamente su mochila y me siguió.
–¡Anton! Esperame.–
Al momento que me alcanzó, me agarró del hombro y me detuvo.
–Oye, amigo. ¿Que te pasa?–
Lo miré y antes de hablar me rasqué el ojo.
–Mira, ¿No me creerás loco si te digo algo?–
Negó con la cabeza y continué.
–Sentí algo raro anoche. Salí y vi un hombre en la dirección que camino. El traía una lámpara que parecía vieja por el color que emitía.–
–¿En serio?–
–Si...–
–Eso es genial, pero raro.
–Sígueme.–

Caminamos hasta donde vi al viejo parado y, a la derecha notamos una construcción vieja. Era una choza. La puerta estaba rota y algunos vidrios igual. Otros simplemente estaban completamente sucios y rayados.
–Ian... ¿Quien va primero?–
–El de la idea de venir aquí.–

Abrimos la puerta lentamente y estaba todo oscuro. Cortinas cerradas y cosas tiradas por todos lados. Era todo muy tétrico.
Entré primero, y fui corriendo a abrir las cortinas de las ventanas que estaban en la parte frontal de la choza, al lado derecho de la puerta principal.
Al entrar la luz, notamos que era la sala principal. Vimos una cantidad de libros apilados, otros tirados y algunos en un estante.
–¿Hola? ¿Hay alguien?–
–No, Ian. Nadie.–
–Hay que asegurarse. Quizás aparezca alguien con un palo y nos mate a golpes.–
–No digas eso.–
–Era de chiste. No te lo tomes en serio.–

Me puse a mirar el alrededor. Todos los libros se veían viejos. Ian dijo:–Puede haber algún libro interesante aquí.–
–Lo mismo pensaba– Le respondí.
Busqué y busqué. Al cabo de un rato no encontré nada.
Estábamos por irnos de vuelta donde nuestros amigos y volví a sentir una sensación extraña. Como de vacío. Algo así como cuando te falta el teléfono en el bolsillo.
Entré de vuelta y logré notar la presencia de un libro con tapa de cuero. Estaba en un estado promedio.
Lo guardé en mi mochila y salí.
–Anton, ¿Que encontraste?–
–Algo interesante. Después lo vemos.–

Pasó todo el día y no lo quise sacar de la mochila.
Al llegar a mi casa era de noche. Mi amigo no alcanzó a ver el libro ese mismo día.
Lo quise esperar hasta vernos el día siguiente, pero por una extraña razón no pude dormir.
Me levanté y cogí mi celular.
Llamé a Ian y lo desperté. El sonaba molesto y hablaba lento por recién despertar.
–¿Que...quieres? ¡Son las tres de la mañana! Estoy muy cansado.–
–Perdón. Pero es por...–
–Mañana hablamos.–

Apenas dijo eso cortó.
Me puse de pie y encendí la luz. Abrí mi mochila y tomé el libro.
De inmediato lo traté de abrir para ojearlo, pero fue inútil.
Las hojas estaban pegadas. Usé todas mis fuerzas pero aún así no pude hacer nada.
Comencé a mirar toda la tapa frontal y trasera.
En la parte trasera solo habían rasguños en el cuero, pero adelante... Decía algo escrito en él. Era tarde, así que solo lo leí en mi mente.
Decía:
Declaro el poder de la mente mi protector, mi responsabilidad. El juramento que hago hoy no se romperá por nada del mundo. Ni lo mas oscuro, maldito ni el Zeigth.

De inmediato me pregunté, ¿Quien es o qué es? ¿Podría ser alguien, o algo?
El libro comenzó temblar en mis manos y se volvió más ligero, tanto que era como una pluma pequeña.
Juro por Dios que vi, que ese libro levitó un segundo para luego caer al suelo y seguir temblando hasta abrirse completamente solo en la primera pagina.
Mi corazón está algo acelerado y no entiendo lo que está pasando.
A lo mejor es un mal sueño.
Volví a la cama y me dormí de inmediato.
Al despertar con un grito de mi mamá para bajar a tomar desayuno, me senté al borde de la cama a pensar.
¿Sera cierto lo del libro? Fue sólo un sueño... Tranquilo.
Mire todo el suelo de mi habitación y no había ningún libro.
Abrí mi mochila y me encontré con la sorpresa de que tampoco estaba allí. Entonces, ¿Dónde estaba?
Bajé con la cabeza llena de preguntas y con cara de tonto.
–Hijo, ¿Y esa cara?–
No pudo aguantarse la risa y yo apenas estaba despierto.
–¿Ah?–
–Nada. Sientate y sirvete, que te tengo que llevar al dentista.–
–Está bien...–
–Mejor... Anda a lavarte la cara primero y después vienes.–

Al lavarme la cara desperté por completo y recordé nuevamente el libro.
Desayuné rápido y subí corriendo a mi cuarto a por mi celular.
Llamé a Ian y al minuto después de estar marcando y marcando, él contestó.
–Oye, amigo. ¿Puedes venir a mi casa? Por favor.–
–¿Que? ¿Que pasa?–
–Algo raro pasa y necesito que me acompañes en esto.–

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 02, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El Poder de la MenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora