Capítulo 6.
Éste.-dijo Ethan mientras levantaba a la altura de mi rostro una foto de un chico. Unos 20 años, bastante apuesto y textura atlética. Usaba una ajustada camisilla blanca y un jean ajustado. En la fotografía, el chico se encontraba abriendo la puerta de un automóvil rojo.- Es Nathaniel. Hace unos días, vino a Massachusetts, te busca desde su llegada. Me topé con él luego de que llegó. Logramos llegar a un acuerdo: sí dejaba que él te viera, aumentarían las posibilidades de que me dejara vivir; a mí, a Dylan, a mis padres. No tuve variedad de opciones. No quedaba nada más qué hacer quedarle lo que quería: verte.
»Esa es la razón de que repentinamente era un chico tímido, necesitaba hacer algo para que me acompañaras a la azotea; eres demasiado lista y si hubiese actuado como el idiota que soy, no hubieras accedido a ir conmigo al edificio, ahí se oculta Nathaniel. Cuando sentías que te observaban, también lo sentí. Era él. Mirándote desde cualquier punto del edificio. Conmigo estabas a salvo, él podía verte, pero no podía manipularte de ninguna forma. Ahora puede entrar a tu mente gracias a Daniel, gracias a ese asombroso beso de película.
-Ethan.-dije- ¿Por qué Nathaniel me busca a mí? ¿Qué quiere de mí?-dije con lágrimas en mis ojos mientras el pensamiento de que lidiaba con un demente cruzaba por mi cabeza repetidamente.
-No lo sé Elizabeth.-contestó Ethan duramente.- No sé qué haremos ahora.
-¿Qué hay de ti? ¿Por qué pareces algo así como enlazado a mí?
Ethan guardó silencio. Cerró los ojos, como meditando las palabras correctas. Abrió la boca pero ninguna palabra salió. Suspiró y mordió su labio.
-¿Me creerías si digo que nuestras almas están...ligadas de alguna manera?-dijo haciendo una extraña mueca. Reí al escuchar la estupidez que acababa de decirme. Dejé de reír al darme cuenta que su expresión estaba completamente severa.
-Bromeas, ¿verdad?-no obtuve respuesta.- Oh por Dios, no bromeas. ¿Qué significa eso?
Algún chico apuesto había llegado al pueblo para hacerme daño. Podía entrar en mis sueños, podía hurgar en mi mente, dejando mi alma completamente al desnudo, podía matar a mis padres, con malditos perros del infierno. Una maldita locura. Completamente increíble.
- Pude sentirlo...justo cuando atravesé la puerta del Belmont High hace cuatro años y te vi. Lo sentí -hizo una pausa.- es algo que ya has sentido. Solo recuérdalo; la sensación de protección que aparece cuando estás conmigo cada vez que tienes la impresión de que estás en peligro.
Pasé una mano por mi cabello y cerré los ojos. Los recuerdos comenzaron a invadir mi mente. «Estábamos escalando un árbol. Comencé a asustarme cuando comenzó a rugir fuerte el viento y la estabilidad del árbol se vio amenazada cuando empezó a sacudirse rudamente. Ethan puso su mano sobre la mía y el miedo desapareció. Sentí que todo estaría bien.»
-Lo que provoca el contacto entre nuestros cuerpos- explicó sacándome de mis pensamientos. –Es pura química.
Extendió su mano. La tomé. Todos mis músculos se relajaron y contuve la respiración mientras sentía cómo una oleada de una extraña energía que se esparció desde la punta de los dedos de mis manos por el resto de mi cuerpo. Una sensación de alivio me asaltó. De repente todos mis sentidos y pensamientos estaban equilibrados; sin preocupación, sin incertidumbre, sin estrés, sin ansiedad. Era simplemente total concentración en la pureza del tacto de nuestras manos.
-¿Cómo lo haces?-pregunté alejando mi mano cayendo de nuevo en la realidad y sintiendo todo maximizado. La necesidad de volver a la tranquilidad que me proporcionaba su cuerpo me atosigó.
-Son nuestras almas, no tengo otra teoría para eso, Lizzie.-dijo mientras acariciaba mi mejilla.
Cerré los ojos y puse mi mano sobre la suya. «Caminábamos por un callejón oscuro. Tres tipos grandes con gorros negros que cubrían sus rostros, interrumpieron nuestro camino. El del medio sacó un arma y me apuntó directo a la cabeza. Sentí unas ganas insaciables de golpearlo y correr, pero el arma estaba apuntándome; un leve movimiento y me volaría los sesos. Contuve la respiración y sentí la mano de Ethan sobre la mía. Entrelazó sus dedos con los míos. La calma me dominó y me sentí invencible, completamente intrépida. Las sirenas de un auto de policías sonaron y los tipos corrieron. Solté la mano de Ethan y lo abracé»
-Dios, chicos...-dijo Dylan.-esto es demasiado para digerir, creo que voy por un poco de vodka con zumo de fruta. ¿Algo se les antoja?
Lo miré mal. Solo quería saber qué pasaba con mis padres, quería saber si estaban bien. Seguía recordando cuántas veces Ethan había cambiado mi estado de ánimo, recordé cuántas veces había ignorado el hecho de que no era algo normal, pero entonces, ¿por qué hasta ahora se había hecho importante para mí?
-¿Quieres que me quede, Lizzie?- preguntó Dylan apartando rizos de mi rostro.- Siento que soy completamente ajeno a todo esto, sin embargo estoy aquí y si deseas que me quede, lo haré.
-Ve por tu vodka, D.-dije antes de abrazarlo tan fuerte como pude. Un cálido y sincero abrazo de una buena compañía. Tal vez no tan poderoso, pero siempre bienvenido. –Estaré bien. Solo...no tardes mucho. Y contesta el maldito teléfono cuando llame.
-Todo estará bien, Elizabeth. Tus padres están bien.-dijo con seguridad Ethan. Dylan asintió, como dándole la razón a Ethan. Se levantó del sofá, besó mi frente y salió por la puerta principal.
-Debes tener miles de preguntas.-dijo mirando al techo.
-¿Por qué no era extraño para mí que siempre tu presencia, o mejor dicho, tu tacto, me cambiase el estado de ánimo a completa serenidad y placidez?
-Necesitabas un detonante para comenzar a sentirlo. Nathaniel fue tu detonante para poder sentir las cosas sobrenaturales. Estar tan cerca de él, hizo que cosas anormales que antes pasaban a las cuales no dabas importancia, sean trascendentales a partir de ahora.- dijo mientras cogía otra foto de la mesa y se levantaba del sofá para tomar asiento a mi lado.- Solo ha pasado un día, créeme cuando te digo que no te has dado cuenta de nada Lizzie. No debes dejar mi lado hasta que te acostumbres a todo esto.
Puso su mano en mi muslo desnudo y lo apretó, como dándome aliento. Reconfortándome, dándome esperanza, queriendo decir que todo estaría bien. Pero al apartar su mano, todo volvió a tensionarse de nuevo. Le quité la fotografía de las manos y la mire con atención analizando cada detalle. Era el perro que había visto en mi sueño. Aterrada por el pensamiento de que uno de esos podría haber asesinado a mis padres, puse mi mano en mi boca para cubrir un grito de frustración.
-Eso es un Hellhound.-dijo.-aunque sé que ya estás un poco familiarizada con ellos. Solo te diré que son perros demoniacos, capaces de destruir pueblos enteros en minutos. Nathaniel dispone de unos 10. Si ves uno, corre. Solo corre. –Me miró y pude ver lástima en su mirada.-Tus padres podrían estar bien si eso hicieron, Lizzie.
-Ethan- dije haciendo que me mirara.- ¿Por qué está esta enemistad entre Daniel y tú?- pregunté evadiendo el tema de mis padres. Ya se me iba a ocurrir algo para asegurarme de que estaban bien, pero ahora quería saber qué había pasado entre ese par.
-Es un hijo de....- dijo con rabia levantando una imagen de Daniel de la mesa.- Nathaniel le ofreció poder, fuerza, cosas que justo ahora no puedes entender. Solo a cambio de una cosa.
-¿Qué cosa?- pregunté sin tener una mínima idea de qué podría ser.
-Una sensual morena de 17 años, con un asombroso trasero, oh, y su nombre es Elizabeth ¿te suena conocida esa descripción?
-¿Qué cosa quiere que Daniel haga conmigo?-dije exasperadamente.
-Quiere que lo ayude a matarte.
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Elizabeth.
RomanceElla es sinónimo de problemas, él es una perfecta definición para esa palabra. ¿Y si se enamoran? ¿Cuanta maldad puede ser compartida sin desequilibrar a alguno de estos dos humanos? ¿Seguro que son humanos? ¿Qué tal si algo siniestro quiere destrui...