Al Caer la Noche

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Al caer la noche nace un mundo nuevo de sensaciones, un mundo irreal, de sueños y pasiones desbordadas, la noche tiene un sabor especial, diferente y te envuelve en su luz como un cálido amante, la noche invita a perderse entre pecados y lujurias, entre dulces y melancolías de recuerdos y sentimientos que creías perdidos...

Ian miró a la chica que dormía aún en la revuelta cama y apuro su café, un día más y todo seguía igual, al caer la noche saldría con sus demonios pulsando en su interior en busca de un poco de calor, algo que aliviase su dolor, que diera consuelo y una tregua a su mente y su cuerpo y aún así era incapaz de sentir algo mínimamente cálido. Se sentía frío y vacío de todo y la poca humanidad que le quedaba se escapaba entre sus manos cada vez más rápido sin que él pudiese hacer nada. Al fin y alcabo él no era más que un pedazo de la nada oscura del abismo, una herramienta sin derecho a ser feliz...

Ahora ya ni siquiera era capaz de sentir el hambre punzante que al principio había atenazado sus entrañas obligándolo a matar para sobrevivir, para no enloquecer... siempre buscando algún ser vil y despreciable. Quizás en otro tiempo la mujer que yacía desnuda entre las sabanas no habría tenido tanta suerte y sus ojos no habrían vuelto a ver otro amanecer. Limpió la taza por pura costumbre y recogiendo su camiseta negra del suelo se la puso con un gesto rápido que marco sus potentes músculos bajo la tela. Se volvió dándole la espalda a la cama y se abrochó los pantalónes recogiendo la cazadora negra del respaldo de la silla y salió de allí como si jamás hubiera existido rezando por que quizás esta vez la luz del sol lo arrancase de esa existencia. Pero al poner el pie en la adoquinada acera nada ocurrió salvo el escozor de la molesta luz en sus ojos, se puso las gafas con una sonrisa cínica pintada en sus labios golosos y se hecho la cazadora al hombro.

Su imagen se reflejó en uno de los escaparates de la calle pero apenas reparó en su imagen, la conocía demasiado bien aunque hiciese días que no se mirase.Siempre de riguroso negro, la camiseta pegada a ese escultural cuerpo masculino que tenía como todos los suyos y que gracias a su altura lo hacía aún más imponente, el pelo negro y corto, los tejanos medio rotos en algunos puntos, ajustados donde debían y una leve sombra de incipiente barba estudiaba y que le daba un aire aún más rebelde, duro y sensual. El pircing de su ceja brillo al arquearla un instante y se frotó el mentón de forma descuidada mientras iba dejando atrás las calles del centro, sus facciones angulosas le daban un aire salvaje muy atrayente. Era peligroso y letal así como su mirada acerada de hielo, unos ojos de pasaban del azul al gris continuamente remarcados por espesas pestañas negras que los delineaban como si fuera un felino, de hecho sus movimientos furtivos y sigilosos bien le habían valido su apodo, el tigre de hielo...

Se frotó la nuca comprobando que su pelo siguiese teniendo la medida justa y siguió caminando encendiéndose un pitillo, no es que le gustase pero era un gesto que se le había quedado a lo largo de los años y eso no iba a matarlo así que sólo lo hacia algo más humano a ojos vista. Entró en la casa dejando a un lado la cazadora de piel de estilo motero que tanto le gustaba y se desnudo, el tatuaje negro que ocupaba toda su espalda se flexionó con el gesto y se metió bajo el agua de la ducha pasándose las manos por el pelo, cerró los ojos y dejo que las gotas recorrieran su piel bajando la cabeza para que el chorro incidiese sobre esta con los ojos cerrados. 

Nada tenía sentido ya para él o almenos cada vez se lo veía menos, estaba aburrido y malhumorado, ninguno de sus compañeros sabían ya que hacer con él. Cuando se juntaban estaba taciturno, callado y encima en los entrenamientos se ensañaba de tal manera que estos ya empezaban a no querer prepararse con él, pero de todos modos seguían allí y no le daban la espalda, por mucho que quisiese no lo abandonaban ¿Porque no lo dejaban simplemente caer? Quería desaparecer, que lo olvidase en mundo entero... al entrar había visto como la luz del contestador parpadeaba y no había hecho caso, sabía que serían los chicos pero no tenía ánimo ni para escucharlo.

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