28. Golpe bajo

258 12 0
                                    

Capítulo 28

Su mano me apretaba la mía, no lo suficiente para dañarme pero si lo suficiente para que no lo pierda mientras pasábamos por el medio de la multitud. En la oscuridad de la habitación mis ojos no pueden distinguir nada que esté más lejos de mi radio de acción. Solo puedo ver cuerpos que me empujan mientras bailan energéticamente con tragos en la mano lo cuales intento que no se me vuelquen enzima cuando paso rozándolos. Cada tanto Nathan se daba vuelta para ver como estaba, no encontré la lógica de su acto, no era necesario ya que con solo sentir mi mano en la suya bastaba para saber que seguía estando detrás de él pero cuando lo hace un sentimiento de ternura recorre mi cuerpo.

Aunque todo esté oscuro y las constantes luces en movimiento cada tanto me imposibilitan la vista, tengo fe en Nathan, confío en él, asique no veo la razón de tener que preocuparme, y gracias al cielo mi cuerpo está de acuerdo con mi mente y se relaja sabiendo que si estoy con Nathan, nada malo me puede pasar.

Mientras caminamos más lejos del bar donde nos encontrábamos bailando y tomando minutos antes, empezaba a haber más espacio y menos gente bailando. Hay gente sí, pero no están bailando. En esta área las mujeres se encuentran por encima de hombres de una forma provocativa y se nota que tienen hambre, hambre de ellos porque tenés que ver cómo es que se los están comiendo. En otra oportunidad en otro tiempo me hubiesen parecido asquerosos e irrespetuosos, la verdad es esa, pero hoy, ahora, claramente que todo me parece completamente normal y divertido.

¿Por qué pienso distinto?

Debe de ser porque estoy en una fiesta y bueno, esto pasa en las fiestas, o porque estoy tan borracha que todo me resulta de alguna manera divertido o también porque, seamos sinceras, estoy con Nathan quien hace minutos me estaba tirando onda y con cara pervertida y coqueta me pide que lo siga a quien sabe dónde. No es por hacerme ideas erróneas pero si leemos entre líneas seguramente en algún lugar estaremos haciendo lo mismo que hacen todos los que se encuentran sentados acá y... me encantaría.

Nathan me atrae de una manera que no puedo explicar. Me divierte, eso seguro. Su espíritu libre y despreocupado me atrae y me convierte en alguien relajada y sin preocupaciones. Toda mi vida estuve tensa, alerta, calculadora y siempre corriendo para que no meter la pata y que no me castiguen feo y ahora, en este preciso momento, no tengo que estar así. No tengo que estar preocupada por nadie ni por mí misma, porque nada malo me iba a pasar. Solo estábamos Nathan, la diversión y yo. Nadie más y eso me atrae como un imán. Obviamente otras de las razones por las que Nathan me atrae es por lo extremadamente sexy que es, no lo vamos a negar. Esta rebeldía, esta nueva experiencia por la que voy a pasar me emociona, me pone los pelos de punta y sube mi adrenalina al tope.

Dejamos atrás a la gente, ya no hay nadie alrededor nuestro y eso me emociona todavía más. Pasamos por un pasillo oscuro y salimos a un cuarto donde solo dos lámparas se encuentran encendidas. Subimos por unas escaleras y al final de estas veo una puerta relativamente grande. Entramos y cuando Nathan prende la luz veo una enorme habitación bien limpia e iluminada. Tiene una cama matrimonial con sabanas azules en el centro de la habitación. Muebles colgados en la pared y una pantalla plasma con sillones en frente de esta. También es imposible ignorar el enorme ventanal que se encuentra dando hacia una ciudad iluminada a estas horas de la noche.

A todo esto... ¿Qué hora será?

Estoy tan distraída que algo tan insignificante pero necesario como el tiempo se me pasa por alto...y no me preocupa en lo absoluto.

-¿Te gusta?-escucho como Nathan me pregunta en mi oído y pasa sus manos por mis brazos haciendo caricias con sus dedos.

Ese gesto fue necesario para retirar mis pensamientos y concentrarme en él y en lo mucho que me gusta su compañía y su tacto. Su olor a perfume de hombre caro es como una droga para mí y en dos segundos me encuentro rodeada por su exquisito aroma.

Mi Papa es un pendejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora