Hay un momento de tu vida, en el que empiezas a ver las cosas de otro modo, no importa tu edad ni mucho menos tu madurez. Todo gracias a una sola persona, que cambia por completo tu panorama, en el momento en que forma parte de tu historia.
Quiero escribir lo que pienso, pero no quiero que nadie sea dueño de esto que siento. No quiero compartir este dolor, este romance y estas emociones con nadie. Son sólo míos y forman parte de mí.
El amor de mi vida, gracias a él estoy aquí. Aquí en la línea más delgada que sostiene la vida de una mujer.
Una vida, no es tan larga si la miramos desde un punto de vista un tanto sencillo, cuándo te enamoras fuertemente.
Dicen que a quienes lleves dentro del corazón, define cuánto llevas aprendiendo. Es claro, mientras más personas existan dentro de tu alma, más habrás vivido.
Pienso distinto. Existe una sola persona, que ha llenado el vacío de miles que pasan por mi vida sin quedarse. Acortando el tiempo. Es a quién agradezco enseñarme lo que es el amor. Quién me ha hecho sentir más de diez emociones a la ves, lo cuál me vuelve inquieta a su inmadura pero perfecta forma de ser.
Hace tiempo creí estar enamorada, ahora que lo recuerdo, me da pena pensar en la idea tan errónea que tenía acerca del amor.
Y créanme, el amor se dice fácil, pero no se vive de igual manera.
Y es que.. Si no has llorado por horas, si no has dejado tu orgullo de lado, si no te has arriesgado, si no has visto primero por el bien del otro, si no has dado todo de ti, si no has gritado tus sentimientos al aire, si no has luchado, si no has sentido que tu mundo se deshace sin esa persona, en realidad no estás amando.