Capítulo 9

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Narra Liz.

-No te vayas Liz, por favor detente –Esa mano logró tomar mi antebrazo, forcé con fuerza para zafarme y traté de seguir mi camino pero su fuerza podía más, me di la vuelta para mirarlo a los ojos.

-Dejame Juan, ya dejame de una vez maldito –Espeté con todas las fuerzas de mi corazón.

-No quiero, no puedo dejarte. No pienses así.

Pensaba mucho ese momento muchas veces, Juan era una de las pocas personas que quise en mi vida, con él sentí mucho amor. Amor que él destrozo cuando descubrí que cogía con esa tal Britany. Esa la típica chica linda, la que llevaba falda corta, la que tenía exceso de maquillaje y escases de cerebro, esa chica que todo lo obtenía abriendo las piernas. Claro que Juan tenía que caer con ella, si ella necesitaba investigar algo sobre físico-química iría con Juan, y él como buen hombre lo haría, como todo estúpido bueno hombre con urgencias.

Entonces...¿En qué me caracterizaba yo? En escucha música metálica, matarme los oídos a la gloria de AA, decir que el mundo era un puto infierno que a los impuros nos tocó vivir. Estuve deprimida por más de 3 meses, mis amigas, si se puede decir "amigas" se habían aburrido de mi lloriqueo, mis papas no me entendía y solo gritaban de que salga del cuarto para barrer, cocinar, cualquier cosa pero menos para darme apoyo.

Luego de esos 3 meses empecé a cortarme, todos lo hacían ¿Por qué yo no? Tome y abracé el filo, entre mis dedos corría el filo de esa Gillette, subí mi falda negra dejando ver mis muslos, pasé con algo de cuidado y mucho temor, esa como si una aguja de pasara rápido por esa zona. Se sentía raro, era algo nuevo, no dolía tanto al principio, solo poquito, pero luego ardía y caía sangre.

No sabía si volvería a repetir esa experiencia pero era nueva, deje de pensar en todo, cuando me di cuenta lo único que pensaba cuando sangre salía y apretaba mi muslo, salía poco pero yo quería más.

Conclusión...lo empecé hacer más seguido, casi siendo una adicción, mi hermosa compañera. Me sentía una nueva yo, como nueva yo decidí teñirme de violeta, el violeta me encantaba, iba ser una nueva yo, una mejor yo, una que siga odiando a este jodido mundo pero a mi estilo, sin sentir pena por mí, sino por los otros pobres demonios.

En mi aventurada vida conocí un nuevo chico, vestía de negro completo, su cara era lisa, pulcra, muy pálida, me sonrió varias veces, yo sonreí, era demasiado lindo. En esta pequeña época de mi vida era común en mí escapar para tomar y fumar un poco. Esa noche la odio. Conocí a Henry. Chico que me introdujo de a poco a las drogas. Chico que me enteré luego seducía a mujeres de toda clase, que luego de tiempo de seducirlas las drogaba, las vendía y obtenía un dineral, dineral que gastaba en más drogas.

Luego de 3 años.

-¡Liz! Arriba un cliente pide por ti –Tome una pastilla de mi pequeña mochila y tragué, corrí rápido, me acomodé el cabello, vi el cuarto de vestimenta y me coloqué un brasier junto a una tanga marrón. Me retoqué un poco el maquille y me coloqué los tacones, salí del pasillo y entre a la sala de los clientes. Sonreí y seductoramente di mis pasos meneando la cola lo más exageradamente.

-Digame Héctor –Dije casi en tono infantil para llamar la atención.

Quería llamar la atención del más joven, si me iba a coger alguien que al menos sea decente, ese era mi lema.

-Me encanta esta morocha, dios ese culo –Dijo un viejo asqueroso.

-La quiero –Dijo un gordo que traía gorra de camionero o tipo colectivero.

Tu cenicienta (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora