el cuadrúpedo patudo

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Un día, iba caminando a casa desde la escuela y vi un perrito tirado. Parecía herido y, de hecho lo estaba. Lo llevé a casa y le pedí ayuda a mi papá para llevarlo al veterinario. Parecía que el perrito iba a morir...

Realmente pensé que iba a morir. Y yo al menos quería darle la seguridad de que no todos los humanos éramos iguales. Quería que se fuera creyendo en la supuesta raza superior, creyendo en los buenos sentimientos.

Era tan triste verlo escuálido y desnutrido, pero sentía su corazón latir con fuerza y eso me animaba y me decía que no moriría...

Aunque con esa herida que se notaba grave si parecía que el perrito iba a morir, pero el veterinario nos dijo:

--- Llegaron justo a tiempo, unos minutos más y se nos iba al cielo de los perritos.

Que alegría sentí al escuchar la buena noticia. El veterinario nos informó del procedimiento que le realizó al Luky. El nombre que le puse al registrarlo en el mesón. Le pasaron un suero con unas vitaminas, lo desparasitó, y agregamos un collar anti pulgas.

Yo estaba feliz el pobre Luky más aún. Me llevé a Luky  al auto de mi papá ¡mi héroe! Cuando papá subió al auto muy triste le pregunte:

--- ¿No te alegras de salvar una vida? ve a Luky como te mira y te mueve su colita, él está feliz.

En eso mi papá se alegró y soltó una carcajada y unas lágrimas. Pudo  funcionar el auto, se fue riendo pero no hablamos nada en el camino a casa.

Después de hacer un rincón con cama a Luky darle de comer y beber agua. Nos sentamos a la mesa, me hablo y me dijo:

--- ¿Sabes porque me pude reír a carcajadas? Porque el veterinario está feliz, cobró más que una clínica de humanos. --- Entonces pensó <<< es el perro de la hija lo tengo que salvar, ni modo; papito paga. Una vida es una vida y no tienen precio >>> --- Si el veterinario se hubiera enterado que fue recogido de la calle porque fue abandonado y no tiene familia, tal vez no lo salva por que no se le pagaría lo que quiere cobrar. Pero bueno el  veterinario aplicó todo su conocimiento y lo salvó. Las lágrimas que brotaron de mis ojos son de orgullo por tu acción de ayudar al perrito suertudo y por rabia por los inescrupulosos que lo abandonaron, además las lágrimas más amargas fueron porque tendré que trabajar más para mantener a  otro allegado y enamorado de ti; el cuadrúpedo patudo.

Y de pronto cuando el perrito lanzó un pequeño gemido supimos que estaba despierto, él abrió sus bellos ojos y me mostró su corazón. Un corazón agradecido, un alma hermosa. No sé cuánto duro aquella mirada pero jamás antes me sentí tan feliz como después de haber visto a aquel ser perfecto.

Un ser tan valiente no merecía ésa suerte, la verdad la suerte fue haberlo salvado o ¿él me salvó a mí?...

Ahora que lo pienso no se quien ayudo a quien de verdad.

Pero sólo saber que llegué a hacer algo por alguien sin pedir nada a cambio me dio una gran satisfacción. El amor hace milagros y ese perrito me hizo ver que podemos ayudar a todos en cualquier situación, mi padre fue mi héroe al ser tan generoso aún a costa de trabajar más para adoptar a Luky, dándome una gran felicidad ya que nunca había tenido una mascota y siendo hija única a veces me sentía sola, pero ya no más porque ahora tenía a Luky. Él por su parte recibió un hogar en el que vivió por mucho tiempo. Aún recuerdo ese episodio de mi vida con mucho cariño y nostalgia, sin dudarlo ¡me alegra haberlo encontrado esa tarde!

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