Capitulo Unico

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Yūichirō Ichinose, de dieciocho años, estaba caminando por la calles de Japón, fumando un cigarrillo. Se había vuelto a escapar de casa y como siempre, de noche, mientras sus padres dormían plácidamente, sin saber que su único hijo no estaba en su cama, ni siquiera en casa.

Desde hace unos meses salía a escondidas, necesitaba un respiro de sus padres, de su hogar, de su vida. No le gustaba seguir comportándose como el hijo perfecto, como alguien que no era.

Llegó a un parque, el parque al que solía ir con sus padres cuando era niño. Extrañaba aquellos tiempos, no tenía que preocuparse por nada, no tenía que preocuparse por fingir ser alguien más, ni por qué dijeran o pensaran los demás de él o su familia y, especialmente, tampoco tenía que preocuparse por las mentiras de sus ''padres''.

Se sentó en uno de los bancos cerca de los juegos para infantes. Dio una profunda calada a su cigarrillo y se recostó sobre el respaldar de la banca. Mirando hacia el cielo nocturno, donde las estrellas brillaban junto a la luna. Se preguntó si algún día podría llegar a ser como las estrellas que brillaban por si mismas, a diferencia de la luna que necesitaba del brillo del sol para hacerlo. Pero, tristemente, se sentía como la luna con su brillo. Necesitando la aprobación de los demás para poder ser considerado "perfecto". ¿Algún día podría llegar a ser "perfecto" por ser quien es?

Hubiera continuado con sus pensamientos, pero unos ruidos extraños lo distrajeron. Miró a su alrededor, pero no había nadie más. Siguió escuchando ese ruido hasta que sintió algo en el bolsillo de su chaqueta. Era su móvil, lo había puesto en modo vibrador. Contestó con una sonrisa al ver de quien era la llamada.

— ¿Qué pasa Tepes? ¿No deberías estar durmiendo? —habló luego de tener el teléfono en su oído derecho.

Jajaja, muy gracioso Yuu-chan —respondió con sarcasmo— lo mismo va para ti ¿no debería ser esta tu hora de dormir?

— Pues lo estaría haciendo si no me hubieras despertado con la llamada, idiota —mintió. No quería que el rubio se preocupara por él, como siempre hace, no valía la pena.

¿Enserio? —le pareció oír un dejo de diversión en su voz— no sabía que ahora dormías en un parque —se estremeció y dio un grito, a la vez que soltó el cigarrillo al escucharlo hablar en su oído izquierdo, detrás de él.

— ¡No me jodas, Mika! ¡Casi me matas del susto, maldito idiota! —se quejó. Fulminaba al rubio con su mirada, mientras que este solo sonreía ante su gesto— ¡No te rías!

— Lo siento, Yuu-chan. No puedo evitarlo, a veces tus expresiones son graciosas.

— ¿A qué viniste? —fue directo.

— Te vi rondando por las calles y te seguí —dijo con simpleza, sin borrar su sonrisa.

— ¿Por qué? No es asunto tuyo si salgo o no. Ni yo soy un niño, ni tu eres mi niñera.

— Sabes que me preocupo por ti. No quiero que nada malo te pase, ni te metas en problemas ¿No crees que ya es suficiente para ti tener que fingir frente a los demás? —Mika era el único que conocía al Yuu verdadero, solo Yuu podía ser quién era frente a él.

— No quiero que te preocupes por mi. Mika, se que me tienes cariño porque somos amigos de la infancia, somos como hermanos...

Aquello hizo que su pecho doliera, pues desde hace tiempo venía sintiendo algo por el rubio de ojos azules.

— Pero no quiero que pierdas tu tiempo preocupándote por alguien como yo. Soy un cobarde, un falso, un hipócrita. Odio las mentiras y, sin embargo yo soy el que acaba mintiendo —se sentía débil y pequeño contándole sus sentimientos a Mika— no soy alguien que merezca ese tipo de sentimientos.

Perfecto (One-Shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora