Capítulo 26: Me salvan la vida para quitarmela personalmente

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Narra Jane:

Odio no poder dormir. Sobre todo cuando estoy con más gente y ellos si pueden dormir. Odio que me pase, y en ese momento, me estaba pasando. Me sentía completamente mal, y mañana me sentiría tremendamente cansada.

Decidí analizar lo que había pasado esta tarde. Todos habían sido visitados por Pan en algún momento desde que nos fuimos del campamento. Todos habían estado solos en algún momento, y tenía que ser ahí donde habían hablado, sino no tenía ninguna explicación. Y ahora, yo estaba prácticamente sola.

Me levanté del suelo y comencé a andar. Sabía que vendría tarde o temprano, así que caminaba con mi mano apoyada en la empuñadura de mi espada.

Al cabo de un rato, llegue a una laguna. No me hacia falta el libro para saber que era la laguna de las sirenas.

Me acerque al agua y observé mi reflejo. ¿Que me había pasado? Mi pelo, mi cara, mi expresión... todo había cambiado. Era como si fuera una persona completamente diferente. Parecía increíble que aquella chica que ahora veía en el agua fuera la misma chica que le gritó a su hermano...

En ese momento, mi imagen en el agua cambio. Ya no era yo, era otra chica.

 Ya no era yo, era otra chica

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Era guapa, muy guapa. Era casi como un sueño. Saco la cabeza del agua, no era un sueño, era real. Era una sirena. Alargo su mano hasta tocar la mía. Su mano era tremendamente suave. Empezó a sumergirse de nuevo, sin soltarme la mano, y sin dejar de mirarme, era como si estuviera hipnotizada, ya que no quería soltarla y cuando me di cuenta, me había metido de lleno en el agua.

La sirena siguió tirando de mi un poco más, hasta que empezaba a faltarme el aire e hice el amago de subir a por aire, pero la sirena me agarró más fuerte.

Cuando volví a mirarla, su hermoso rostro se transformó en uno horrible, huesudo al igual que su mano y con unos dientes afilados como cuchillas.

Quería subir a por aire pero no me dejaba, y en pocos segundos aparecieron tres más que me agarraron del brazo y las piernas tirándome hacia el fondo.

Creí que moriría ahogada por las sirenas. Dejé de forcejear ya que cuanto antes me cansara, antes moriría, pues ya me sentía tremendamente aturdida pero entonces un par de bolas de fuego hicieron que las sirenas se marcharán. Parecía imposible, fuego bajo el agua, pero lo vi perfectamente, no estoy tan loca como para inventarme eso.

Después sentí como me agarraban de la cintura y me sacaban a la superficie.

Cuando saque la cabeza, comencé a coger grandes bocanadas de aire. Quise saber quién me había salvado la vida, así que cuando mire hacia arriba, vi a Pan, de espaldas a mi, sin camiseta. Era una sensación extraña, hace un rato quería matarle y ahora me había salvado.

-Te dije que no te acercaras a las sirenas.- Dijo todavía de espaldas.

-¿Por que me has salvado?- Pregunté todavía tirada en el suelo.

Pan se dio la vuelta y con un solo movimiento de mano, dejé de estar empapada, al igual que él. Después se volvió a poner la camisa. No entiendo por qué se la quitaba si podía secarla con solo parpadear.

-¿Estas mejor?- Pregunto ayudándome a levantarme.

-¿Por que me has salvado?- Pregunté de nuevo mucho más seria.

-No quería que ellas te mataran. Si acaso, me gustaría hacerlo yo mismo.- Dijo muy serio.

En ese momento, vi una oportunidad clara. Le arrebate el cuchillo del cinturón, lo puse en su mano e hice que apuntará a mi estómago. Solo tenía que empujar y me mataría.

-Entonces venga.- Dije desafiante.- Si tienes huevos, matarme.-

-La última vez que mire tenía, no tientes a la suerte.-

-Es una expresión. Significa que no tienes valor.-

Pan agarró con fuerza el cuchillo mientras me miraba a los ojos. No pudo hacerlo. Aparto el cuchillo y lo guardo, después se alejó riéndose y se apoyó en un árbol.

-No voy ha matarte. Todavía.-

Ardía de rabia. Así que me acerque corriendo desenvainado mi espada hacia él y cuando estuve a su altura puse al filo de ella en su cuello, lo que pareció hacerle gracia.

 Así que me acerque corriendo desenvainado mi espada hacia él y cuando estuve a su altura puse al filo de ella en su cuello, lo que pareció hacerle gracia

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-Veo que te gusta jugar.-Dijo sonriendo.

-Vete a la mierda.-

-Eres fogosa.- Se rió.- Y eso me encanta.-

-Vuelve a llamarme eso y te seguro que cuando vuelvas a mirar, no tendrás huevos.-

-Me gustaría ver cómo lo intentas.-

No se como lo hizo, pero de un solo golpe, aparto mi espada, me agarró de las muñecas con una sola mano y me puso contra el árbol, quedándose frente te a mi.

-Todavía tienes mucho que aprender, niña perdida.- Dijo serio.

-Que no me llames así.- Dije seria.

-¿Todas las chicas de tu mundo son como tú?- Pregunto acercándose peligrosamente a mi cuello.

-No.- Intenté soltarme, pero no pude.- Yo soy diferente.-

-Entonces me gusta lo diferente.- Dijo subiendo la mano por mi cadera subiendo a su vez mi camiseta. ¡Ey, Ey Ey! ¿¡A donde quiere llegar!?

-¿Por que haces esto?-

-Es todo parte del juego.-

-¿Eso somos para ti? ¿Un simple juego con el que pases el rato?-

-Tu eres más que eso. Eres la pieza crucial.- Me miro levantando la ceja.- Volveremos a vernos, muy pronto, ya lo verás.- Me susurró al oído de una forma tremendamente incomoda, que podía haberse malinterpretado. Después desapareció.

Believe in NeverlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora