Capítulo Treinta y nueve.

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22 de abril, 2016.

Me sobresalté al escuchar el portazo, me incorporé rápidamente y no pude evitar el bostezo que se me escapó en el segundo que puse los pies sobre el suelo. La rubia de ojos verdes caminó apresuradamente hacia nosotros, Alex se levantó con sus ojos muy abiertos, ella asintió y agrandó su sonrisa en ese mismo instante.

El castaño pasó a mi lado, rodeó con sus brazos la cintura de la rubia y la levantó un par de centímetros en un abrazo fuerte; escuché a la chica sollozar y la vi asentir a las palabras de mi novio. Una vez que la devolvió al suelo, sus ojos verdes cayeron sobre mí, completamente brillantes, con una capa húmeda de lágrimas; abrí mis brazos y ella aceptó el abrazo sin dudar.

— ¿Quieren conocerla? — preguntó cuándo se alejó, pasó el dorso de su mano por sus pómulos tratando de limpiar el rastro de lágrimas. Ambos asentimos afirmativamente hacia la pregunta de la chica un par de años mayor que Alex.

Ella dio media vuelta sobre su propio eje y caminó de vuelta a la habitación de la que había salido hacía unos minutos, ambos la seguimos de cerca sin perder el sueño, pero ahora con un vacío en el estómago por la ansiedad de conocer a la pequeña tan esperada. Entramos tras de ella, el chico pelirrojo sostenía una manta y en ella estaba la niña; se giró y ladeó su sonrisa al vernos, caminó lentamente hacia nosotros y mostró a su nuevo orgullo.

— Les presentamos a Avery Parker... — Dakota lo interrumpió.

— Parker Jones. — el chico asintió divertido.

Una pequeña pelotita blanca entre una manta gigante de color morado asomaba su cabecita y observaba todo a su alcance, sus ojos completamente verdes bordeados por pestañas largas y curveas, su nariz pequeñita y respingada, y un par de pétalos rosas por labios; y en su cabeza un puñado de cabellos naranjas y rebeldes.

— Es hermosa. — hablé sin quitarle la mirada a la preciosura entre la tela.

— Lo es. Es todo lo que esperábamos. — contestó el chico mirando a la bebé.

— Fue un camino muy largo para poder cumplir esta meta, pero lo logramos... — Dakota limpió las lágrimas escapadas. — Somos padres. ¡Oh mi Dios! — chilló antes de cubrir su boca con sus manos. — Soy mamá.

Sin evitarlo mi sonrisa se curveó, ver la alegría en su rostro y la ilusión en sus ojos es tan contagioso que de verdad dan ganas de tener un niño. Dakota y su esposo intentaron concebir por mucho tiempo, al no lograrlo consultaron a un médico y se percataron de que ninguno tiene madera para procrear, lo intentaron por todos los métodos posibles y siempre terminaban en el mismo punto... hasta que decidieron que adoptar sería su mejor opción.

— ¿Puedo? — Alex acomodó a la pequeña en su brazo izquierdo, con su mano libre limpió el rastro de saliva que brotaba de la boquita diminuta de la niña y su mirada se pegó a ella como si la pequeña fuera un imán y él un metal. — Eres una princesa hermosa. — habló tiernamente hacia la pelotita rosa entre sus manos.

Sentí un vacío en mi estómago, como si estuvieran usando una batidora en mi sistema digestivo. Me disculpé y salí rápidamente de la habitación, me dejé caer en una de las sillas de la sala de espera y acomodé mi cabeza entre mis manos, cerré fuertemente mis ojos y esperé que el mareo se pasara en ese momento.

— ¿Estás bien? — la silla a mi lado hizo un sonido avisándome que tenía compañía. Asentí, respiré profundo y levanté mi cabeza, pasé mi mirada a él y como instinto, mi sonrisa se ladeó.

— Deberíamos intentarlo. — abrí mis ojos al escuchar las palabras recién dichas por mi persona. Alex mantuvo su mirada sobre mí por un par de segundos, asegurándose de que no huiría o de si se trataba de una broma. Tragué grueso, volví a respirar profundo y asentí. — Deberíamos intentarlo. — repetí intentando no perder la seguridad, aunque comenzaba a existir un agujero negro en mi abdomen.

Recuperando El Pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora