Capítulo 27: Londres, tú y yo.

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¿Me siento feliz o me siento nervioso?

No lo sé, pero desde que llegamos a Londres, mi corazón no ha dejado de latir y no he dejado de mirar la maleta en la que se encuentra "eso" que planee junto con Axel.

No es que mi primera vez con Damien haya sido mala o especialmente dolorosa. Hasta cierto punto es doloroso, pero soportable y se sintió bien... ¡ahg! Maldición. ¿Por qué sigo pensando en sexo?

− ¿Nathan? ¿Estás bien, amor? –escucho la voz de Damien del otro lado de la puerta y casi hace que me caiga de nuevo a la bañera.

−Sí, estoy bien –digo un poco nervioso.

−Está bien, pero ya llevas mucho ahí dentro y no dejaste que me duchara contigo. ¿Seguro que estas bien?

−Sí, ya salí. Solo...voy a cambiarme.

−No te tardes mucho, no se nos vaya a hacer tarde. Sé que puede ser un poco cansado porque llegamos hace apenas unas horas, pero ya que nunca has viajado a Londres, lo mejor es que salgamos de noche.

−Entiendo, amor. No te preocupes, estoy bien.

Escucho un suspiro y los pasos de Damien yéndose. Debe de estar enojado conmigo, he estado evitándolo un poco...pero yo realmente no puedo soportarlo, lo amo demasiado. Quiero volver a unirme con él.

Volteo a ver a mi miembro y suspiro. De vuelta a la bañera.



−Apenas llegamos –dice Damien suspirando.

−Lo lamento, Damien –jalo su mano y le doy un beso.

− ¿Ahora si me vas a decir que tienes? –dejo su mano lentamente en la mesa y bajo la mirada. ¿Quiere que le diga que quiero hacer el amor con el mientras tenemos la cena frente nosotros?

Volteo alrededor y veo el lugar privado que Damien reservo para cenar. Puedo decir las cosas sin preocuparme de que otras personas nos escuchen.

Pero aun así...

−Damien...yo...te tengo una sorpresa...por eso estaba nervioso. Me daba miedo que lo encontrarás entre mis cosas. Lo siento.

− ¡Nathan! No tienes que darme nada. Las palabras que dijiste en la boda son suficientes, amor – se acerca a las veladoras en medio de la mesa y las enciende. Se acerca a la pared y apaga los focos.

Se acerca a la pantalla pegada a la pared y mueve unas cuantas cosas, la música se enciende.

− ¿Qué haces Damien? –pregunto observando como camina hacia mí, después me extiende su mano, la acepto y me jala hacia arriba despegando mi trasero de la silla.

− ¿Quieres tener nuestro segundo baile como esposos?

−Por supuesto, señor Akron.

Empezamos a bailar olvidándonos de la cena. Me pierdo en su aroma. En ese bello aroma a menta.

−Te amo, Nathan.

−Yo también te amo, Damien.

− ¿Sabes? Cuando estábamos en el avión, recordé cuando viajábamos de Alemania a Francia. Tus celos me tomaron por sorpresa.

−Qué vergüenza, ni siquiera te quería en ese entonces.

−Auch –hace una mueca de ofendido bastante graciosa.

−Lo siento, Damien. Pero íbamos conociéndonos.

−Ya nos conocíamos.

−Cierto, pero yo no lo recuerdo.

Jamás te olvide.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora