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La mañana ha transcurrido lenta y silenciosa. Tortuosa. Mi padre no quiere hablarme y mi hermana no deja de molestarme por mi inexistente diente. ¿Donde estaban ayer cuando llegué? No tengo idea.

-¡Cállate! -Grito dejando la taza de café a un lado, no aguanto su voz chillona en estos momentos. Todos estamos desayunando en la mesa y mi hermana comienza a llorar como de costumbre haciendo que el ambiente se ponga aún más incómodo.

-No le hables así a tu hermana. -Vocifera mi padre.

-Ahora te dignas a hablarme. -Hablo tomando la taza de café de nuevo, dándole un sorbo.

-¿Pretendes que te hable después de lo que hiciste? -Gruñe mirándome fijamente.

-Tú siempre te desapareces y nadie te dice nada.

-¡Lía! -Mamá intenta llamar mi atención y la ignoro, completando lo que acabo de decir.

-Ah cierto, estás en el "trabajo". -Digo con ironía, contemplando sus rasgos endurecerse.

-Vete a tu cuarto. -Ordena papá.-¡Que vuelvas a tu cuarto! -Grita haciendo que mi hermana de un pequeño salto y que las lágrimas de cocodrilo se sequen en sus mejillas.

-Hoy no comerás. -Dice cuando me giro.

Genial. Justo estaba a dieta. Avanzo a paso firme hacia mi habitación, encabronada con la vida. ¿Por que castigan de esa manera? ¿Por que no me matan y ya? Es decir, si me están quitando un derecho, una necesidad humana, podrían fácilmente matarme.

Estoy castigada, en mi habitación, observando el techo blanco y lo único que me hace hacer esto es pensar en Damian. Damian. Su madre, lo había olvidado. Es imposible que me dejen salir ahora, o a menos que les diga dónde voy pero ni loca porque dije que no había estado con él. Tengo que escaparme, no hay otra opción.

Abro mi ventana lentamente para no hacer mucho ruido y asomo mi cabeza escuchando el exterior, pero algo se siente distinto cuando meto mi cabeza nuevamente. Siento que falta algo. Descarto la idea y comienzo a caminar a mi baño para lavar mis boca hedionda por el pan con aceituna que me comí en el desayuno. Aceituna.

¡Aceituna! 

-¡Mamá! -grito fuerte para que me escuche y suba, no quiero bajar y verle la cara a mi papá.-¡Mamaaaaá!

Se escuchan pisadas aceleradas por la escalera y la cara desfigurada del susto de mi mamá invade mi vista.

-¡¿Que, que?! -Pregunta agitada.

-¿Dónde está Aceituna? 

-¿Acei... -Su voz se apaga al final y me mira con la boca abierta. -Aaah...eeh -Tibutea pasando las manos por su pantalón.

-¡¿Que le hicieron?! 

-Primero, cálmate ¿sí? -Dice llevándome a la cama y yo la sigo extrañada. Ambas nos sentamos en la cama.

-Está en casa de la abuela. 

-¿Por qué? -Pregunto extrañada, Aceituna nunca se ha llevado bien con mi abuela, siempre le orina los pies. 

-Porque desde que te fuiste no paraba de llorar, y tu sabes que a tu padre no le gusta que no lo dejen dormir. -Hace una mueca.-Entonces era dejarlo con la abuela o regalarlo...o hacer un asado con ella. -Bromea y no me causa risa. Bueno si pero no para reír, me molesta que mi papá haya hecho esto. Además se acumula con la pelea de hoy entonces me hace odiarlo más. Por un momento pensé que se había extraviado o había muerto.  Con mi suerte, realmente me lo esperaba. 

DemianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora