Capítulo 3

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La fría mañana de París afectaba a ambos jovenes. La castaña iba sentado en aquel lujoso auto, mirando por la ventana como caía la nieve.

—Entonces... ¿Nath es tu novio?—preguntó el Agreste, rompiendo el silencio que invadía el lugar.

—¿Qué?—ella sólo se sonrojo, bajo la mirada y observó el llavero que colgaba de su bolso, el cuál había sido un regalo del mismo pelirrojo—. Sólo somos amigos...

—¿Pero... te gusta?

—N-no...—respondió ella, sintiéndose rota por dentro, al decirlo.

—Pues... hacen bonita pareja...—comentó el rubio, sonriéndole de lado a la de orbes verdes—. El te hace feliz, tu misma me lo dijiste...

—¿Ya llegamos?

—Vamos Lila, puedes decirme la verdad..

La italiana lo miró, no de la misma manera en que siempre lo hacía. Trató de decirle algo, pero nada salió de su boca, así que sólo se quedó callada.

[…]

—Y este... es mi cuarto...—finalizó la azabache, sonriéndole al chico, el cuál extrañamente, no estaba nervioso ni nada por el estilo.

—Tu casa es hermosa, Dupain Cheng...—alagó el Kurtzberg, haciendo sonrojar a la de ojos color cielo.

—Gracias, Nath... ¿Puedo hacerte una pregunta?

—C-claro...—respondió el pelirrojo, algo dudoso de si de verdad debería acceder.

—Tu... ¿Aún sientes algo por mí?—preguntó la chica, haciendo que el de ojos claros desviar la mirada con vergüenza—. Lo sabía...

Ella sin dudar se acercó más a él, hasta quedar frente a frente. Tomó ambas manos del de pelo rojo y se acercó, besándose con él. Cosa a lo cual el chico actuó con rechazo, separándose en seguida de ella.

—¡¿Qué haces?!—preguntó exaltado, mientras retrocedía, alejándose de la azabache.

—Hoy es San Valentín... Quería al menos dejarte un recuerdo, yo amo a Adrien... Jamás estaríamos juntos...

—Y eso me alegra...—Dijo cortante el oji celeste—. Yo... No siento eso por ti...

—¡¿Entonces los rumores son ciertos?!—cuestionó con alegría Marinette, antes de sonreírle a su compañero—. ¡Felicidades! Lamento hacer esto, no sabía de tu noviazgo con Lila...

—¡¿Noviazgo?!—el pelirrojo quedó mirando sorprendido a su compañera, mientras un leve calor invadía sus mejillas—. N-no Marinette, y-yo...

—Y yo que creía que a Lila le gustaba Adrien...—comentó ella, haciendo caso omiso de las palabras del de orbes claros—. Que alivio saber que ya no siente nada por él...

—Lo siento, debo irme...—finalizó cortante Nathanaël, interrumpiendo a la de coletas y saliendo a toda velocidad de la casa de su compañera de clases.

El chico no sabía cómo actuar. ¿De verdad se había enamorado de su mejor amiga? Las flores, lo nervioso que se ponía ante ella, todo lo que estuvo dispuesto a hacer para recuperarla... ¿Eso era el amor?

Sus pensamientos invadían su mente, hasta que un quejido lo sacó de estos. Miro al frente y se encontró con un señor tirada en la nieve, el cuál no dejaba de estornudar y además apenas podía moverse. Sin esperar él corrió a su ayuda. Ayudó a levantar al anciano y le compró un café en una cafetería a unas cuadras de distancia, a la vez, haciendo esto para desconcentrarse.

—Las dudas nacen por algo, muchacho...—dijo aquel hombre, rompiendo el silencio del ambiente.

—¿D-de qué me h-habla?

—El amor es... aprecio incondicional, un cariño que jamás se podría extinguir...—comentó el señor de baja estatura, haciendo sonrojar al de pelo rojo—. Gracias hijo mío, este anciano te recompensara...

—No hace falta, aún así... Gracias a usted.—sonrió Nathanaël, antes de despedirse con un ademán del anciano e irse a casa.

[…]

Nunca antes había sucedido eso. El silencio entre ambos jóvenes era notable, y realmente incómodo para el pelirrojo, el cual trataba con toda sus fuerzas de cruzar miradas con la castaña, o simplemente sonreírle.

—¿Qué ha ocurrido?—preguntó al fin, sintiéndose algo intimidado por la mirada sonriente de su mejor amiga.

—Y-yo... Ayer fue un día excelente...—contestó la muchacha, abrazando se a si misma por el frío.

—Agreste...—murmuró el chico, con el corazón algo roto. La italiana lo miró, suplicando con la mirada que repitiera lo dicho, pero más fuerte—. ¿Es por Adrien, verdad?

—Nath, jamás te mentiría... Así que, si, es por él...—confesó la de orbes verde olivo, ruborizandose, y aún peor, saludando al rubio, el cuál acababa de llegar a la escuela.

—Hola Lila...—saludó el chico igualmente, antes de acercarse a ella, de manera intimidante para el pelirrojo—. ¿Podría hablar contigo un momento?

—¡Claro!—respondió la chica enseguida, alejándose de su mejor amigo, acompañada del famoso modelo.

—Pues que mala suerte tienes...—le dijo la pequeña criatura, dejando ver su cabeza fuera del bolso de su portador.

—Ni que lo digas, Trixx... Pero no la pienso perder...—masculló el Kurtzberg, haciendo puños sus manos, y cruzando sus brazos a la vez.

—Ay... Los jóvenes de hoy en día...—se quejó la kwami, ocultándose nuevamente bajo su bolso, al oír a alguien aproximándose.

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⏰ Última actualización: Mar 08, 2017 ⏰

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I'm Not Lying | Nathila |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora