Capítulo trece : Estoy en tu lugar. [Primera parte]

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"–Creo que este es el adiós. —Dijo con algo de pesar Ángel a la edad de once años.

-¿El adiós? ¿Por qué? –Preguntó la niña que estaba junto a él y compartía su misma edad.

-Porque una vez que salgamos de aquí, ya no recordarás nada. –Explicó con sencillez metiendo sus manos en los bolsillos delanteros del pantalón.

-¿Por qué? –Volvió a preguntar la niña ladeando la cabeza.

-¿Cómo que 'Por qué'? –Preguntó mirándola con obviedad. –Pues porque tú no tienes nada que ver aquí, así que es natural que al regresar no recuerdes nada de este sitio. –Explicó el castaño sacando las manos de su pantalón mientras hacía énfasis en lo que decía.

-¿Tú tampoco recordarás nada? –Preguntó la niña mirándolo curiosa.

-Yo si recordaré. –Le contestó más calmado Ángel dirigiendo su vista al frente.

Ella frunció el ceño molesta. –Oye, eso es injusto. –Dijo cruzando sus brazos. – ¿Por qué soy la única que se olvidará de todo?

-Ya te lo dije. –Le recordó el castaño mirándola de nuevo. –Yo formo parte de una misión, las dimensiones y yo estamos muy familiarizados, tú no formas parte de ellas, así que al salir olvidarás todo.

-Pero si tú dijiste que era extraño que yo estuviera aquí. –Replicó ella mirándolo. –Dijiste que las personas normales no pueden entrar en las dimensiones, así que es posible que yo esté relacionada como tú. –Razonó la niña quien tenía colocado su dedo índice bajo la barbilla.

-Sí, pero te pregunté si tenías algún familiar que supiera de esto y dijiste que no. –La contradijo Ángel señalándola. –Eso quiere decir que eres una simple humana.

-¿Y entonces por que llegué aquí? –Preguntó confundida la niña.

Ángel se encogió de hombros. –No lo sé... Eso es lo que no me explico. –Le contestó y ambos se quedaron en silencio por unos segundos, hasta que el castaño vio su reloj y se dio cuenta de que ya era muy tarde. –Tenemos que regresar, tú familia ha de estar preocupada.

-Tú padre también. –Le respondió ella mirándolo.

-Él no lo está. –Fue lo único que respondió, y la niña que estaba junto a él pudo percibir la melancolía en su voz.

-¡Ya sé! –Exclamó ella sobresaltando al castaño. – ¡Tengo una grandiosa idea!

-¿Cuál? –Le preguntó el confundido ante su repentino ataque de felicidad.

-Cómo tú dices que voy a olvidarte cuando salga de aquí... -Comenzó a explicar ella mientras se remangaba las mangas del abrigo gris que llevaba, dejando a la vista su delgada muñeca derecha. –Te daré esto. –Le dijo sacándose una pulsera negra tejida y extendiéndosela hacía él.

Ángel alzó la ceja asqueado. – ¿Quieres que lleve esa cosa conmigo? –Preguntó mirándola indignado. – ¡Es de mujer!

-Oh, vamos, es negra. –Replicó la niña rodando los ojos.

-Tiene una estrella fugaz. –Le contestó achinando sus ojos grises el castaño.

Ella suspiró y le tomó su mano atándole la pulsera tejida contra su voluntad. –Quiero que te la quedes. –Le dijo con firmeza amarrándosela para luego soltar su muñeca y mirarlo con una sonrisa. –Porque haremos una promesa.

-Esto es absurdo. –Murmuró Ángel mirando su muñeca con disgusto.

-Dije que hiciéramos una promesa. –Volvió a decir con firmeza la niña cruzando sus brazos.

LAS DOCE DIMENSIONES OCULTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora