Capítulo 2. Buen comienzo

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Capítulo II. Buen comienzo

Todo estaba oscuro para Katsa. Llevaba más de media hora caminando sin saber muy bien hacia dónde ir; cada paso que intentaba dar lo frenaba una enorme pared con la que no se chocaba gracias a que llevaba los brazos estirados. Tenía que ir en esa posición y a pasos realmente lentos si no quería chocarse, y no porque no viera prácticamente nada, sino porque se encontraba en un laberinto literal.

Estar a oscuras en un laberinto no era fácil, y tener la mente en otros asuntos tampoco era un factor que ayudara en ello.

Habían pasado once meses desde la casi muerte de Logan, y casi cinco meses después Selene volvió a desaparecer. Katsa comenzaba a tener la sensación de que desaparecía cuando más la necesitaba, pero no podía echarle nada en cara. Primero porque no se encontraba con ella en aquel momento, y segundo porque ella era la única persona que había estado ahí en uno de los instantes que más apoyo había necesitado.

Sin embargo, esto no era lo único que atormentaba a la chica del Dragón. Rowena y Alessia no habían dado señales de vida desde lo ocurrido, y eso le preocupaba enormemente. Sabía perfectamente que tras tanto silencio vendría un gran grito, y no quería escucharlo. En ocasiones llegaba a la conclusión de que Selene se habría vuelto a ir por culpa de ellas, por algo que estuvieran tramando y hubiera llegado a oídos de LAMO.

Nuevamente y tras cinco segundos sin accidentes, Katsa volvió a chocar sus manos contra una pared.

–Ya me he hartado –dijo suspirando.

Creó una bola de fuego en su mano izquierda y, como si acabara de realizar la acción más simple del mundo, comenzó a caminar acompañada de luz.

La chica temerosa, la chica nerviosa que antes no era capaz siquiera de controlar objetos en una situación de peligro, era entonces capaz de crear una bola de fuego sin necesidad de pensar directamente en ello. Aquellos meses sin Selene y tras ver lo que serían capaces de hacerle para que invocara al Dragón Oscuro, Katsa los aprovechó para aprender a dominar sus poderes, y vaya si lo había conseguido.

Gracias a la bola de fuego, se movía ágilmente y sin chocarse con ninguna pared, aunque ello no impedía que siguiera perdida.

Concentrada en buscar la salida, se tropezó con algo en el suelo y cayó de bruces, haciendo que la bola de fuego se desintegrara al no tener qué quemar.

–Genial.

Resopló y, con cuidado al volver a estar a ciegas, se levantó para ver qué era con lo que había tropezado. Creó otra bola de fuego para ello, asombrándose al ver con qué había tropezado. No pudo evitar sonreír.

Katsa cerró los ojos, aún con la bola de fuego en la mano, y comenzó a caminar pegada a aquella enredadera, sintiéndola con los pies. No quería ver, quería ser vista.

Tras varios minutos caminando, algo la golpeó en el codo izquierdo, haciendo que la bola de fuego cayera al suelo. Sonrió al haberlo encontrado y se giró escuchando cómo aquello que la había golpeado volvía hacia ella. Aquella vez consiguió atraparla entre sus manos antes d que le golpeara.

–Dijimos que sin poderes. –Escuchó decir a la voz esperada.

–No enredes, por favor –replicó con sorna y alzando la enredadera que tenía entre sus manos.

–Qué ingeniosa –dijo Oliver riendo y acerándose a ella.

–¿Una para encontrar el camino y otra para defenderte? –preguntó Katsa soltando la enredadera y volviendo a crear una bola de fuego.

La chica del Dragón II: Creer es poder.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora