Capítulo 2

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- Emma, despierta.

- ¿Mmm?

- Estamos en España.

Emma pegó un bote sobre el asiento. Se desabrocharon los cinturones, cogieron las maletas y bajaron del avión.

- ¿Y cómo se supone que vamos a la casa de ese hombre?

A lo lejos vieron a un nombre de unos cuarenta años con un cartel en el que ponía sus nombres (mal escritos, por ciertos)

- Empezamos bien - Dijo Emma -

- Dios mío que vergüenza.

Las mellizas se acercaron a aquel hombre el cual parecía buscar a alguien con la mirada.

- Perdona - Dijo Chloe - ¿Usted es el señor Rodríguez?

- Sí. Vosotras debéis ser Emma y Chloe Miller.

- Exactamente.

- Encantado, hijas mías.

- Oye - se interpuso Emma - Nosotras no somos tus hijas. Si quieres que lo seamos deberás comportarte como nuestro padre. Así que eso aún está por ver.

Se subieron a un coche más viejo que la segunda guerra mundial, lo cual dio mala impresión a las chicas. Llegaron a una casa de dos pisos que no era ni un cuarto de la que tenían en Nueva York.

- Viviréis aquí. Este será vuestro hogar.

Ambas se miraron con cara de asco. Entraron en la casa en la cual les recibió una mujer rubia.

- Chloe, Emma, ella es Anna. Mi esposa.

Le dieron dos besos por educación.

- ¡Bruno, Mario, Lucas! Venid a saludar.

Tres chicos salieron de las habitaciones. 

- Genial - Dijo el tal Bruno - Como si no tuviéramos bastante con aguantar al gilipollas del padre ahora tenemos que aguantar a las repipis de las hijas.

- ¿Repipis? - Dijo Chloe detenidamente sin entender el significado de la palabra -

- Y encima no entienden bien español.

Bruno, el mayor, era alto, moreno de ojos verdes. Lucas, el mediano dio a Chloe la impresión de friki; se le veía en típico nerd. Mario, el menor, era de la edad de las chicas, prepotente y chulo, al igual que su hermano mayor.

Las chicas subieron a la habitación. No era demasiado grande, pero estaba bastante bien.  Llamaron a la puerta, era Anna.


- Ya podéis venir a comer.

Se sentaron en la mesa.

- ¿Qué es esto? - Preguntó Chloe -

- Se llaman lentejas - Contestó Lucas - Si quieres las comes y si no, las dejas.

Reprimió una risa de lo estúpido que había sonado. Estos españoles...


Doble giro inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora