Las manos del pelinegro tomaban de manera firme las delgadas caderas de cierto castaño de altura pronunciada, un armario tan pequeño, en el cual Ruben se veía obligado a restregar su cuerpo con el del contrario y curvar su espalda suave mente hacia el frente.
-¿Esto te gusta?-
suelta el pelinegro luego de un silencio amplio
Aferrándose a las caderas del mayor, quien guardaba silencio absoluto, en conjunto con una cara de tranquilidad posesiva
-No-
pronuncia sin algún tipo de titubeo, mientras sus manos buscaban el abdomen del menor para formar en abrazo suave, pero fuerte al mismo tiempo, transmitiendo emociones expresadas en un formidable choque de cuerpos;
-me gustas tú-
Miguel sonríe al escuchar aquellas palabras salir de la boca del chico castaño, sintiéndose al instante algo nervioso al no saber que responder
El mayor solo mueve la cabeza en forma negativa, aunque con una leve sonrisa en la cara, mientras se inclina aun más para atrapar sus labios con los del menor en un profundo y nada sutil besó, formando lentos movimientos de boca, dando pequeñas pausas a este para lograr tomar aire, sin terminar aquel agradable momento.
-¡Solo os quedan cuatro minutos!-
Escuchan desde fuera la voz de su barbudo amigo, separándose así final mente de aquel significativo besó.
-Tu igual me gustas-
Dice el pelinegro con su característico acento andaluz
El rostro sonrrojado de ambos hacia parecer que aquel estrecho armario explotaría en cualquier instante;
Así, con el placer al máximo, sus cuerpos el uno sobre el otro, sus labios rozándose tenuemente en ese pequeño y estrecho armario, donde solo existían ellos dos... Pasando unos minutos en el paraíso.
