Capítulo Veintitres

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Austin

— Gracias.

Corto la llamada con Ayden y le entrego el teléfono a Colton. De no haber sido por su móvil, no podría haberme comunicado con él durante todos estos días. Mi padre se ha ocupado de dejarme lo más incomunicado posible.

— ¿Qué te ha dicho? —pregunta mientras se sube a la desgastada mesada de la cocina y ataca el pote de helado con la cuchara.

— Ya está en casa. Su madre ha encontrado trabajo aquí —contesto desanimado mientras me apoyo sobre el marco de la puerta.

— ¡Austin, eso es genial!

— No lo sé... quizá.

— Hombre, escúchame una cosa —dice mientras camina hacia mí y pone ambas manos en mis hombros—. Todo va a cambiar a partir de ahora. Papá te dejará en paz cuando cumplas la mayoría de edad. Todo este circo que ha montado es simplemente para no tener que tomar la responsabilidad si algo sucede.

— Ese es el problema —confieso mirándolo a los ojos—. Luego de que me desligue de él, tendremos que medir todos nuestros pasos para no quedar pegados en ningún rollo ilegal.

— ¿Puedes dejar de pensar tanto? Si se aman, nada ni nadie los va a separar, Austin.

Todavía me resulta raro escuchar todas esas palabras de aliento de mi hermano, pero agradezco el haber afianzado nuestra relación. Durante estos cinco días nos hemos vuelto más cercanos que nunca. Mentiría si dijera que ha sido fácil escaparnos de casa (y todavía seguir escapando de nuestro propio padre), pero no tenemos otra alternativa. No podía dejar que mi hermano siga viviendo en aquellas condiciones. Debería estar demente para poder permitirlo.

Al salir varios kilómetros de la ciudad, encontramos el viejo departamento de Caroline, y aunque no es el más bonito, se siente muchísimo mejor que estar bajo el mismo techo que Brooke. En verdad, cualquier sitio se sentiría más cómodo sin estar cerca de él.

Tendré que agregar un favor más a la lista de todos los que me ha hecho, puesto que sin su ayuda, nuevamente estaríamos varados en el medio de la tormenta.

De todos modos, lo que más me preocupa ahora, es que mañana ambos debemos regresar al colegio. Mía me ha aceptado la reintegración para luego de las fiestas, pero en estas circunstancias lo veo muy complicado.

— Gracias —digo mientras él apoya su cabeza sobre mi pecho y me abraza.

¿Es normal que él sea el que tenga que estar dándome aliento? Su situación es mucho más delicada que la mía, definitivamente.

— En dos días es tu cumpleaños, debes organizar algo con Ayden. —comenta mientras vuelve a coger el pote de helado.

Lanzo una pequeña carcajada mientras me pongo a su lado y lo miro de costado. Ojalá fuese todo tan fácil.

— Si hago el intento de verlo, puede que papá nos encuentre. No podemos arriesgarnos a eso, no por ahora... y aparte, Ayden todavía está débil.

Observa por la ventana muy pensativo durante unos segundos, y sé de inmediato que su cabeza no está dejando de darle vueltas al asunto.

— Tú tienes suerte —dice mirándose los dedos—. Al menos a ti te dejará en paz en un par de días.

— Colton. Te he dicho que no me apartaré de tu lado.

— No tiene sentido seguir así, Austin. No puedes vivir escondiéndote por mi culpa; no hay cargos en su contra. Tiene todo sus derechos de padre sobre mí.

Mi Casualidad Eres TúWhere stories live. Discover now