Capítulo 0; Prologo

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Capítulo 0; Prologo

Lo que mide la valía de una persona y determina su futuro. Vivimos en un tiempo en el que la gente te pregunta a qué universidad fuiste antes que tu apellido. Desde muy pequeña me inculcaron que debía prepararme para mis estudios. Se había convertido en una obsesión que requería una enorme cantidad de preparación. Cada asignatura que elegía, cada trabajo que realizaba desde el primer día de instituto, giraba en torno a entrar en la universidad. Y no en cualquier universidad. Mi madre se había empeñado en que iría a la de Michigan, la misma a la que había ido ella, aunque nunca llegó a terminar sus estudios. Yo no tenía ni idea de que ir a la facultad sería muchas más cosas que obtener un título. No tenía ni idea de que escoger mis asignaturas optativas para el primer semestre me acabaría pareciendo, tan sólo unos meses después, algo trivial. Era muy ingenua entonces, y en cierta manera sigo siéndolo. Pero no podía imaginar lo que me esperaba. Conocer a mi compañera de cuarto de la residencia fue algo intenso e incómodo desde el principio, y conocer a su alocado grupo de amigos más todavía. Eran muy diferentes de todas las personas que había conocido hasta entonces, y me intimidaba su aspecto, me confundía su absoluta falta de interés por llevar una vida planificada. Pronto pasé a formar parte de su locura; me dejé liar... Y fue entonces cuando él se coló en mi corazón. Desde nuestro primer encuentro, James cambió mi vida de una manera que ningún curso de preparación para la universidad ni ningún grupo de lectura para jóvenes lo habría hecho. Aquellas películas que veía de adolescente pronto se convirtieron en mi vida, y sus ridículas tramas pasaron a formar parte de mi realidad. ¿Habría hecho las cosas de manera diferente de haber sabido lo que estaba por llegar? No estoy segura. Me gustaría poder dar una respuesta directa a eso, pero no puedo. A veces me siento agradecida, tan absolutamente perdida en el momento de pasión que mi juicio se nubla y lo único que veo es a él. Otras veces pienso en el sufrimiento que me causó, en el profundo dolor por la pérdida de mi antiguo yo, en el caos de esos momentos en los que me sentía como si mi mundo estuviera patas arriba, y la respuesta no es tan sencilla como lo fue en su día. De lo único de lo que estoy segura es que mi vida y mi corazón jamás volverán a ser los mismos, no después de que James irrumpiera en ellos.

Mi despertador está programado para sonar en cualquier momento. Me he pasado media noche despierta, dando vueltas, contando las líneas que separan los paneles del techo y repitiendo el horario del curso mentalmente.

Hay gente que cuenta ovejitas; yo planificó. Mi mente nunca deja de planificar, y hoy, el día más importante de mis dieciocho años de vida, no es ninguna excepción.

— ¡Rachel! —oigo gritar a mi madre desde el piso de abajo.

Gruñendo para mis adentros, me obligo a salir de mi pequeña pero cómoda cama. Me tomo mi tiempo remetiendo las esquinas de las sábanas entre el colchón y la cabecera, porque ésta es la última mañana que esto formará parte de mi rutina habitual. A partir de hoy, este dormitorio ya no será mi hogar.

— ¡Rachel! — grita de nuevo.

— ¡Ya estoy levantada! —le contesto.

El ruido de los armarios abriéndose y cerrándose en el piso inferior me indica que está tan asustada como yo. Tengo un nudo en el estómago y, mientras dejo caer el agua de la ducha, rezo para que la ansiedad que siento vaya disminuyendo conforme avanza el día. Toda mi vida ha consistido en una serie de tareas que me preparaban para este día, mi primer día en la universidad. Me he pasado los últimos años anticipando nerviosa este momento.

Me he pasado los fines de semana estudiando y preparándome para esto mientras mis amigos salían por ahí, bebían y hacían las típicas cosas que hacen los adolescentes para meterse en líos. Yo no era así. Yo era la chica que se pasaba las noches estudiando con las piernas cruzadas en el suelo del salón con mi madre, mientras ella marujeaba frente al canal de tele venta buscando nuevas maneras de mejorar su aspecto.

El día que llegó mi carta de admisión a la ACU, la Universidad de

Alaska Central, sentí una emoción tremenda, y mi madre lloró durante horas, o eso me pareció. No puedo negar que me sentí orgullosa de que todo mi duro trabajo hubiese dado los frutos esperados.

Me aceptaron en la única facultad a la que había enviado solicitud y, debido a nuestros bajos ingresos, me conceden las becas suficientes como para que los préstamos de estudios que tenga que pedir sean mínimos. Una vez consideré, por un momento, marcharme a una universidad fuera de Alaska.

Pero al ver que el color abandonaba el rostro de mi madre al comentárselo y la manera en la que se estuvo paseando por el salón durante casi una hora, acabé diciéndole que no me lo había planteado muy en serio. En cuanto me meto bajo la ducha, parte de la tensión desaparece de mis músculos agarrotados. Y ahí permanezco, bajo el agua caliente, intentando apaciguar mi mente, pero consiguiendo justo lo contrario, y me quedo tan absorta que cuando por fin me enjabono el cuerpo y la cabeza apenas queda agua caliente como para pasarme una cuchilla por las piernas de las rodillas para abajo.

Mientras envuelvo con la toalla mi cuerpo mojado, mi madre grita mi nombre de nuevo. Sé que está de los nervios por mi primer día en la universidad, de modo que me armo de paciencia con ella, pero me tomo mi tiempo para secarme el pelo. Llevo meses planeando esto hasta el más mínimo detalle. Sólo una de nosotras puede estar histérica, y tengo que hacer todo lo posible para asegurarme de no ser yo. Me tiemblan las manos mientras intento subirme la cremallera del vestido.

Me daba igual qué ponerme, pero mi madre insistió en que llevara esto. Por fin consigo abrochármela y saco mi suéter favorito del armario. Una vez vestida, me siento algo menos nerviosa, hasta que advierto un pequeño desgarro en la manga del suéter. Lo tiro sobre la cama y deslizo los pies en los zapatos, consciente de que mi madre está más impaciente a cada segundo que pasa.

Mi novio, Adonis, llegará pronto para venir con nosotras. Es un año más joven que yo, pero pronto cumplirá los dieciocho. Es muy inteligente y saca todo sobresaliente, como yo. Estoy muy emocionada porque también está pensando en ir a estudiar a la ACU el año que viene. Ojalá fuera este año, porque no conozco a nadie allí, pero me ha prometido que vendrá a visitarme siempre que pueda.

Sólo quiero que me toque una compañera de habitación decente; es lo único que pido, y lo único que no he podido controlar en mi planificación.


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⏰ Last updated: Feb 05, 2017 ⏰

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Princesa de las tinieblasWhere stories live. Discover now