Brooke
Acababa de venir de trabajar, estaba agotada, por lo que me fui a dar una ducha y me puse lo primero que vi en el armario, una cómoda sudadera de Aaron y unos leggins negros. Me senté en la cama envolviéndome en el blanco edredón que nos arropaba a Aaron y a mí por las noches. Últimamente lo estaba pasando muy mal, no tenía motivación ni ganas de nada, solo quería quedarme en la cama admirando por la ventana las hermosas vistas de Los Ángeles. Me estaba ahogando en un pozo de pensamientos negativos, intentaba salir de él, cumplir las metas y sueños que tenía, pero por más que lo intentaba me rendía, tiraba la toalla, me faltaba fuerza de voluntad. No podía seguir en este plan, estaba agotada mentalmente, pasándolo mal sin saber las razones por las que estaba así.
A veces me sentía un poco sola, mi familia estaba en Carolina del Norte y Aaron se pasa el día en el estudio con su nuevo disco, trabajaba muy duro, por eso estaba tan orgullosa de él. No quería mantenerle más ocupado o agobiado de lo que ya estaba, por eso no le había contado nada de lo que me estaba sucediendo.
Un mensaje me volvió a la realidad, era de Aaron. En él decía que no le esperase despierta, que se quedaría toda la noche en el estudio. Le mandé un "te quiero" y me fui a dormir, ya era tarde.
(...)
Me despertaron los ladridos de un perro de la calle. Eran las 4 de la madrugada y aún seguía sola en la cama. Me encontraba muy nerviosa, con un nudo en la garganta y una presión en el pecho. ¿Por qué me sucedía esto ahora? Decidí darme un baño, eso siempre me calmaba. Me desnudé dejando caer la ropa al suelo. La bañera ya estaba llena y con espuma, por lo que me metí lentamente. Mierda, el agua estaba ardiendo.
El nudo en la garganta y la presión en el pecho seguían, nada mejoraba, es más, empeoraba. Escuché el sonido de la puerta del departamento abrirse, indicando la llegada de Aaron. Al ver que no estaba en nuestra cama me llamó.
– ¡Brooke! ¡Amor! ¿Dónde estás? –vino hacia el baño con una sonrisa que al momento de verme cambió a un gesto de preocupación–. ¿Te encuentras bien cariño?
Yo rompí a llorar, estuve evitando esa pregunta por semanas. Sentí como el nudo de mi garganta y el dolor en mi pecho desaparecía mientras cascadas de saladas lágrimas se mezclaban con el agua enjabonada de la bañera.
– Oye, pequeña, ¿qué te ocurre? –preguntó arrodillándose junto a la bañera.
– No puedo más Aaron –dije–. Cada día me encuentro peor. No puedo salir de este bucle de negatividad, estoy tan cansada que no tengo fuerzas para ello.
– ¿Y por qué no me dijiste esto antes? –nunca le había visto tan preocupado.
– No quería molestarte, ya bastante tenías con el nuevo disco –Aaron se sorprendió.
– Brooke, no pienses eso... –cerró los ojos y suspiró– Eres lo más importante de mi vida Brooke. Por ti mandaría el disco y todo lo que fuera necesario a la mierda para hacerte feliz. Me tienes aquí, para lo que sea, saldremos juntos de esta. Te lo prometo –besó mi mano y comenzó a trazar suaves círculos en esta–. Los preciosos ojos que me vuelven loco no merecen estar bañados en lágrimas, ni la chica de la cual me enamoré triste.
– Te amo hasta los huesos –atraje suavemente hacia a mí y deposité un suave pero intenso beso en sus labios. De aquellos que a él tanto le gustaban.
– Te amo –contestó en mis labios–. Sé que estás agotada. Déjamelo a mí.
Subió las mangas de su sudadera y comenzó deslizar la esponja por mi cuerpo. Cuando terminamos nos acostamos juntos en la cama. Besé sus labios como anteriormente hice y le aparté el flequillo de los ojos.
– Buenas noches princesa –contestó acercándome más a él y yo besé su cuello en forma de respuesta.
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