Bondi hasta Gualeguaychú

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Sharon se fue al baño de la terminal, a ponerse sus pantalones nevados de la suerte y su tanga animal print. Abrió su valija y escudriñó por su cartuchera, que casualmente también era de los wachiturros. Se acordó del momento que la robó junto a su mejor amiga, la Cheni. Los días con la Cheni se habían acabado y sus bandadas dieron por finalizadas el día pasado. Pero entonces se conmovió al pensar todas las nuevas aventuras y robos que la esperaban en su travesía hasta Argentina. Tomo el marcador de su cartuchera y escribió en la puerta del retrete  “Pequeña Sharóóón paraáá vóós AGREGA :D” Y volvió a guardar todo.

Salió con la cabeza gacha, mientras contaba cuantos gramos de droga le quedaban, cuando de repente se chocó contra algo.

Un muchacho de tez blanca y reluciente, con unos ojos verdes hermosos y cabello negro azabache que se le desordenaba por la corriente del aire acondicionado, estaba parado frente a ella. La miraba. Pero sus facciones no denotaban furia, más se notaba una fuerte emoción. Tenía los labios curvados hacía arriba; algo en todo aquello le había resultado gracioso.

–Hola soy Matías– Dijo, extendiendo el brazo para ayudarla. Ella le pego en la mano.

–¿Y a mí que me importa wachin?

–Oh –Exclamó Matías –Lo siento mucho. –Y se alejó. Sharon lo siguió con la mirada.

–Ah papi, te agarro y te reviento contra la pared. –Una mujer de unos 60 años, que estaba sentada en una silla color azul, la miró despectivamente –¿Y vos que miras eh, vieja? –La mujer bajó la vista hasta su revista de tejido.

–Estos pendejos de mierda que salen hoy en día.

            Sharon fue a comprar su boleto hacía Gualeguaychú, una vez que lo tuvo, fue a esperar a una banca, se iba dentro de 15 minutos. Miró a la taquilla en donde había sacado el pasaje a sus sueños y vio a Matías, que también compraba ¿Se dirigiría a Gualeguaychú? Tenía que admitirlo, le gustaba Matías. Era fornido, sexy y tenía una voz... ¡CUANTO LE DABA! Hasta la droga de reserva.

            Mientras esperaba el bondi se acordó de las aventuras que había vivido. Una voz resonó en su hueca cabeza.

“SHARON, TE AMO MÁS QUE A NADIE EN ESTE MUNDO” Era su ex, Marcelo.

“¿Marcelo?” Era la voz de su amigovio Esteban “AGACHATE Y CONOCELO”

Entonces sintió un silbato y el hombre, que Sharon supuso que era el guarda, llamo a todos los pasajeros. Se subió al bondi y se acomodó en un espacio libre. Puso las piernas en el asiento del acompañante y apoyó la cabeza contra el vidrio. Miró quienes subían y vio a... ¡MATIAS!

La Pequeña Sharon Y El Pantalón NevadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora