Abro los ojos. Estoy en una colina con él. Con ese chico extraño que me acompaña en todos mis sueños. Ese chico de ojos azules y pelo castaño me coge de la mano. Bajamos la colina. ¿Qué hay? Una pequeña casa de color pastel.
Entramos los dos juntos. Un salón con dos ventanas enormes nos recibe. Todo está en silencio. Puedo oír la respiración de mi acompañante. La luz que entra por el cristal me hace daño en los ojos. No tengo más remedio que entrecerrarlos para poder ver. De repente ha aparecido una mujer joven y risueña. Parece amable. Es la madre del chico de los ojos azules. Se acerca y nos saluda a los dos, a él de forma más cariñosa y a continuación, sube las escaleras corriendo.
La seguimos y descubrimos un pasillo largo y estrecho. A ambos lados hay puertas que conducen a distintas habitaciones muy pequeñas. Nos paramos delante de una de ellas. La puerta está abierta y vemos a una familia feliz jugando y sonriendo. Seguidamente el chico me conduce a su cuarto.
Nos tumbamos en la cama, hablamos y reímos. Alguien ha pasado por el pasillo. Me asomo y veo a una niña de no más de un año que se acerca hacia mí. Lleva un vestidito blanco con los bordes rosas. Es muy guapa. Su piel es pálida, podría compararse con el tono blanquecino del hielo. Sus pestañas son largas y rizadas y su pelo es rubio y fino como el hilo. En la cabeza lleva puesto un lazo rosa.
¿De dónde habrá salido esa niña? Se supone que lo sé todo sobre ese chico de ojos azules, conozco a su familia y no tengo constancia de que tengan visita de conocidos hoy. Nunca han hablado sobre ningún bebé.
Vuelvo a la habitación y me siento en el borde de la cama. Me pongo las botas y salgo de la casa. Ahí está la niña otra vez. Creo que quiere que la siga. ¿Por qué está sola? ¿Nadie se preocupa por ella? El chico piensa que estoy loca pero aún así me sigue. Le pregunto ¿Quién es esa niña pequeña con vestido blanco y un lazo rosa? Su hermana. Su hermana muerta. Un ser que dejó de existir hace muchos años cuyo cuerpo se encontraba bajo tierra. Él está atónito. Su cara es de puro terror. ¿Cómo será la mía?
Miro hacía el bosque. Allí está ella esperándome. Él intenta detenerme pero no puede. Parece que he alcanzado un estado líquido. Un material que no se puede coger. Me acerco cada vez más a esa pequeña que está quieta en mitad del camino mirándome fijamente. La vista se me nubla y caigo al suelo.
Momentos después despierto alarmada.Estoy en mi habitación. Miro el reloj y son las 9:30 de la mañana. Me levanto y cojo el móvil para mirar los mensajes. Me doy cuenta de que justo al lado hay un lazo rosa. El mismo que llevaba esa niña. ¿Y si no fue un simple sueño?
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El rincón de los gatos negros
Short StoryMás de 30 relatos cortos esperan a ser leídos por un apasionado de la literatura y del arte de lo lúgubre. Cada una de las historias es distinta a la anterior. Amor, soledad, muerte y crueldad son muchas de las preocupaciones del ser humano que se e...