Apunta con su M14 a través de la mira. Contiene la respiración, y luego dispara. Tiro certero en la cabeza del oso.
-Hoy hay comida.- Dijo para sí mismo.
Es el año 2027, y Joe usa el viejo M14 de su bisabuelo. A pesar de los años del fusil, es como si no hubiera pasado el tiempo, dispara como la primera vez.
Mientras baja de una colina a despellejar el animal, busca en su mochila una cantimplora, y toma un trago de agua. Llega al oso, que no está muerto todavía. Desenvaina su cuchillo de caza, y se lo hunde en el cuello hasta el fondo. Muerte instantánea. Luego de extraer la carne, guarda la grasa en una lata para usar de combustible. Está anocheciendo. Sube a su colina con la cena, prende el fuego y cocina la carne. Insípida, pero necesaria.
Joe tenía los conocimientos de sobra para sobrevivir en el bosque. Toda su familia vivía de la cacería y él era el mejor de los cinco hermanos, todos hombres, y a su vez el menor. Era un tirador experto, no había disparo que no diera en el blanco. Joe era una persona fría, siempre calmado, introvertido y distante con todos. Parecía que no le importaba nadie, aunque sólo parecía.
Se despierta con los primeros rayos del sol. Al despertar llena su cantimplora en un pozo de agua, le da otro mordisco a la carne sobrante de la cena y se encamina hacia la ruta. Le quedaba poca munición, y necesitaba una cuidad donde abastecerse.
Joe siempre tomaba la precaución de orientarse, gracias a la brújula reglamentaria del ejército.
Poco después del mediodía, Joe llega a una pequeña cuidad, que separaba otras dos grandes ciudades. Él ya no sabía ni dónde estaba. Tantos viajes en aviones y helicópteros militares lo habían desorientado. Sus superiores nunca le decían a dónde iban, ni dónde estaban, aunque por el oso que mató (un oso malayo) estaba en la zona de Vietnam. Lo primero que ve de esa cuidad es una pequeña casa, obviamente deshabitada. Al entrar, lo único útil que encuentra, además de una cama donde pasaría la noche, es una linterna de bolsillo y un pequeño reproductor de música. Al salir y caminar calle abajo, encuentra un pequeño negocio de ropa, de donde saca un abrigo, pues el frío le congelaba hasta lo huesos.
Joe pasa todo el día recorriendo la cuidad, y cuando se veía venir la noche, volvió a la primera casa que visitó. Al llegar, devoró dos sandwiches que sacó de una estación de servicio, que por suerte estaban todavía en buen estado. Mientras tomaba un té helado (también de la estación de servicio), prendía el reproductor de música. Sólo tenía una canción: "What a wonderful world" de Louis Armstrong. Qué suerte, amaba esa canción. Joe se acostó y durmió mientras la escuchaba. Otro día sin pena ni gloria.
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La Ultima Guerra
General FictionLa Ultima Guerra acabó con prácticamente toda la humanidad. La Tierra se convirtió en una jungla. No hay diferencias entre países o ciudades, y en todo el mundo no deben haber más de diez mil personas vivas. Con este panorama, un ex-soldado lucha po...