No soy la típica chica (U.D.S.#1)

" Confío en él. "

SOUNDTRACK: Final Song ~ MØ

Capítulo 50 :"Confío en él."

Me parece increíble el hecho de haber visto a tantas personas delante de una misma puerta. Aún puedo recordar como incluso algunos periodistas entrevistaban a mis vecinos. Bueno, técnicamente eran los de mi hermano.

Simplemente rezaba porque no les contaran que mi hermano era el que vivía en esa casa y no yo. Deseaba que dijeran que no conocía nada de lo que había pasado y cerraran la puerta delante de las narices de todos aquellos chismosos que pasaban de sacar rumores.

Me estaba mentalizado de que me tenía que ir andando, por supuesto que no iba a salir con mi hermano en el coche. Ante todo quería que nadie se fijara en él, aún ninguna persona sabía de él y no iba a ser yo la que iba a poner eso en riesgo. Y, agradecí infinitamente a mi hermano cuando me dijo que me podía llevar su coche, fue un alivio escuchar esas palabras salir de su boca. Aunque me sentí mal por tener que robarle sus cosas y obligarlo a ir caminando.

Y, ahora, estaba de camino al instituto. Esperaba que nadie se diera cuenta de que llevaba el coche de mi hermano, era capaz de falsificar la matrícula con tal de que no se enteraran de nada.

Busco aparcamiento con tranquilidad. No quiero encontrarme todavía con ningún alumno, no deseo volver a tener miles de dedos señalándome y susurrando cosas sobre mí a mis espaldas. Observo a cada lado del estacionamiento, quiero estar lo más pegada posible al instituto, pues si quiero huir podré hacerlo rápido.

Consigo ver el primer aparcamiento a unos tres coches de distancia y agradezco mentalmente el haber venido veinte minutos antes. Y si ahora está casi lleno no me quiero imaginar que habría sido de mí si hubiera llegado más tarde. Acelero para alcanzar el lugar, hago una extrañas maniobras con el coche. Nunca se me ha dado bien aparcar, y menos con estacionamientos en línea que cada coche aparca como le sale de la punta de la nariz.

Apago el motor del auto cuando logro mi propósito, y sin ningún rasguño, me merezco un premio. Cojo mi mochila del asiento del copiloto, con un suspiro abro la puerta del auto y me bajo de éste. El campus del instituto está desierto por lo que no encuentro ninguna cara conocida. Mis nervios salen a flote en el momento en el que la primera persona se hace presente en el vacío lugar. Me observa con impresión y retira la mirada de mí, avergonzada, cuando se percata de que la miro fijamente.

La primera razón por la que quería venir aquí, que la gente dejara de mirarme como si fuera un dictador al que nadie pueden dirigir ni una mirada.

Me apresuro a llegar a la puerta de la preparatoria. Me atrevo a mirar previamente dentro de éste a través del cristal, intentando encontrar a alguien que me sea de ayuda para poder llegar a mi clase sin parecer un maldito extraterrestre. Sin embargo, mi ánimo decae al darme cuenta que solo hay cinco o seis personas, ninguna cara conocida. Por lo menos podré entrar a mi clase sin mucha dificultad y quedarme dentro de mi clase hasta que los alumnos tengan que entrar.

Abro la puerta como si estuviera en una película de miedo. Mi cuerpo tiembla a cada paso que doy y siento que voy a desfallecer en cualquier momento. Mis piernas parecen gelatinas, ni siquiera sé de donde saco esa fuerza de voluntad para abrir la puerta.

Mi mirada no se despega del suelo conforme voy pasando por delante de los escasos estudiantes. Los primeros murmullos en el día de hoy se hacen presente. Los primeros de muchos. Me acerco con rapidez a mi taquilla. Quiero dejarme todo lo que necesito en mi mochila para así solo tener que hacer el cambio de clase, en lugar de pasar previamente por la taquilla a cambiar de libros.

Llego a mi casillero al mismo tiempo que, por el rabillo del ojo, capto como la entrada de la preparatoria vuelve a ser abierta. Espero que sean los típicos adelantados que quieren coger el puesto en la parte delantera de la clase para poder escuchar perfectamente al profesor.