El sacerdote y el camionero

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Era un pueblo de aquellos olvidados donde la tecnología y la información aún no hacían su aparición. Estaba conformado por unas cuantas casas y lo básico para el subsistir de su población.

En verano por sus calles polvorientas y mal arregladas corrían los niños, su balón, un cúmulo de papeles envueltos en una bolsa y amarrados con un cordón, en invierno agua que escurría formando brechas que hasta la quebrada llegaba.

Un viejo granero hacia las veces de iglesia llamada por su congregación, era dirigida por un anciano sacerdote que con su carisma, agrado por los demás e involucrado con su labor, recorría los campos y las pocas casas del pueblo llevando la Buena Nueva y salvando las almas de tal corrupción.

Su traje negro hasta las rodillas y sus botas pantaneras lo hacían parecer un tanto bonachón. Su cabello pintado de Canas y su piel curtida por el paso del tiempo era admirado por su población.

Por su única calle transitaba un viejo camión, el cual transportaba productos de aquella región. Una figura desgarbada, despeinada y una panza mal cuidada descendía hacia el callejón. Sus habitantes agradecían la llegada ya que era el único que ofrecía tal servicio con tanta abnegación. Su trabajo transcurría en medio de polvo, barro, grasa, latas viejas, cantinas de leche, gallinas y hasta un brebaje hecho de melaza.

Transitaba con su viejo camión esquivando curvas, derrumbes, malos pasos y de vez en cuando pasajeros con productos para llevarlos a un lugar con más comercialización.

En cierta ocasión el sacerdote fue llamado por monseñor para el retiro espiritual concerniente a su vocación. Subió al viejo camión con cierto temor. El transportista consumado por sus años de trabajo al frente de dicho vehículo confiado y seguro comenzó su labor.

El viejo sacerdote contó a su nuevo compañero de viaje que salvaba almas para que después de la muerte se dirigieran a un lugar mejor. El transportista comentó que manejaba y transportaba productos para salvarlos de la mala alimentación.

En la curva más pronunciada del trayecto el viejo camión sin frenos quedó. El transportista con gritos de alarma dijo que comenzara a orar por dicha ocasión. Con la pericia del viejo transportista lograron salir triunfantes del percance anterior.

Esto demuestra que no solamente es importante orar para salvar el alma después de la muerte sino también tomar decisiones con tal determinación para no llegar a un momento de lamentación.

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⏰ Last updated: Feb 08, 2017 ⏰

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