Seguía pasando mi mano por la pequeña herida de mi cabeza mientras colocaba las palabras en mi mente y clasificaba los pensamientos que ahora me rondaban la cabeza. Había dejado a un lado que Liam supiera de la existencia de aquellos hombres y que además supiera más de aquel día de mi duodécimo cumpleaños que yo, y ahora pensaba en que toda mi vida había crecido creyendo no gustarle a nadie y sintiéndome la última chica a la que alguien elegiría para mantener una relación sentimental que sobrepasase de amistad, y ahora resultaba que todo aquello no era cierto, a él le gustaba, bueno, le había gustado en su momento, pero no era capaz de convencerme a mi misma de ello, ya no había vuelta atrás y estaba segura de que jamás podría gustarle ni haberle gustado a nadie, así que deseché ese tema apartandolo de mi mente para poder centrarme en ello más tarde y volví a lo realmente importante. Quería saber qué pasó aquel cumpleaños que no recuerdaba y quería saber como Liam sabía de la existencia de esos hombres.
-¿Te importa contarme lo que pasó aquel día? Y como te has enterado de...- bueno en realidad no sabía si lo sabía. Era obvio que si lo sabía, pero debía asegurarme- Bueno, tú no sabes como me hice la herida. Me caí el día que conocí a Mikel- es lo primero que se me ocurrió y realmente hasta yo noté que no había sonado convincente.
-Cleo, no disimules, sabes muy bien de que hablo.- lo que yo había pensado. No se lo había creido, bueno, pero eso no era lo que yo le había preguntado.
-No has respondido a mi primera pregunta.- se que en ese momento había sonado más antipática que otra cosa, pero ya lo había dicho y de todas formas ahora no estaba como para pensar en mi tono de voz.
-Te contaré desde donde yo se hasta donde yo sé- dijo y yo asentí. Él se dispuso a hablar y yo me acomodé en el banco de la misma forma en la que me acomodo en el suelo de la cocina de mi abuela cuando se dispone a contarme una de sus pequeñas historias de la infancia o de su juventud que a mi tanto me gusta oír y entonces comenzó.- El día de tu cumpleaños me desperté temprano, tenía que ir al colegio y mi alarma debía sonar a las siete y media, sin embargo yo a las siete ya estaba en pie. Llevaba preparando tu sorpresa desde hacía meses y lo que no sabía era como te la iba a dar, porque nunca nos habíamos hablado, nisiquiera nos habíamos dedicado una simple mirada, bueno,yo a ti miles- yo también me pasaba la vida entera mirándolo, sólo que cuando notaba que él me veía procuraba mirar para otro lado- el caso esque me fui al instituto coincidiendo a la salida de nuestras casas como cada mañana pero sin decirnos palabra. Estuve dispuesto a acercarme a felicitarte, pero el miedo y la vergüenza me paralizaban, así que decidí, supongo que retrasando lo inevitable, que te lo diría al volver de la escuela. Yo siempre volvía media hora antes que tú, sólo que retrasaba la vuelta para poder verte- creia haber notado sus mejillas sonrojandose, pero obvié el detalle y continúe mirandolo con curiosidad para así obligarlo a que siguiera- pero ese día no lo hice, simplemente fui rápido hacia mi casa y esperé sentado junto a las escalerillas que conducían a mi puerta. Mi decepción al verte fue bastante grande. Estabas con otro chico, un tal Matthew creo que se llamaba- mi mente paró un segundo intentando recordar a algún Matthew, y entonces recordé que tenía un compañero de clase llamado así, pero me llevaba bastante mal con él, ¿en serio me había acompañado a casa?. La verdad esque me sorprendió, pero asentí para confirmarle a Liam que el muchacho se llamaba así y de esa forma que pudiera proseguir.- Mís ganas de meterme en mi casa y romper algún plato al verte con él aumentaban por momentos, tenía doce años y la chica que quería estaba con otro chico, quería llorar y gritar, pero lo único que pude hacer era dejar que un calor enorme azotara mis mejillas, retener las lágrimas y rezar para que no te dieras cuenta. Al parecer mís súplicas no sirvieron de mucho, y nada más abandonar el chico la calle me hablaste aún desde dentro de tu jardín.
-Oye, ¿estás bien?- tu tono parecía preocupado y yo no me atrevía a responder, pero no pareciste satisfecha con mi respuesta y por primera vez en la vida uno de los dos puso un pié en el jardín del otro. Te acercaste a mí mientras yo notaba como te temblaban las manos pero sin levantar la cabeza y esperando que te marcharas para no tener que verme llorar, te sentastes junto a mi y hablaste -oye en serio, ¿te pasa algo?- yo negué con la cabeza sin tan siquiera levantarla y pude notar como la expresión de tu rostro cambiaba de más o menos feliz a triste por completo, ahora te temblaban aún más las manos y tus rodillas comenzaron un vaivén inquieto de arriba a abajo, haciéndose notar que estabas bastante nerviosa. -pues nada, olvidalo, hasta dentro de otros doce años.- respondiste tajante pero eso no pudo disimular el fino hilo de voz con el que hablabas y algo en esa frase me hizo reaccionar, supongo que no quería tener que esperar otros doce años para volver a hablar contigo ahora que te habías "dignado" a hablarme, siendo más valiente que yo claro. Y entonces comencé a cantarte la sorpresa que te había preparado. Había estado dos meses escribiendote la canción ideal y este era el mejor día para cantartela. Tragué saliva y comencé con la canción en bajito:
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Cambio radical
RomanceLa vida da muchas vueltas y, a veces te sorprende grata o ingratamente. El caso es hacerse a ello y afrontarlo. Tal vez al lado de la persona adecuada todo se vea bien y ya no haya nada ingrato.