#16 • Una niña

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25/04/2017

Caminé con dificultad entre escombros y el peso de las mochilas en mi brazo y espalda, llegué a la enorme puerta cubierta de polvo, de entre las bolsas saqué una llave ligera y la introduje abriendo la puerta con sumo cuidado.

Iba a entrar cuando un brazo cerró la puerta, lo recorrí con la mirada hasta llegar a su rostro, Matt. Suspiré de alivio.

Matt : ¿Qué haces aquí?

Vanessa : Mi casa - murmuré.

Matt : Qué pasa con nuestra casa - resaltó “nuestra", agaché la cabeza seguramente él también lo había escuchado - no me importa que ellos puedan quitar de en medio a uno de vosotros, yo no puedo prescindir de ti. - susurró tratando de mejorar la situación.

Le miré a los ojos sin saber qué decir o qué hacer y ahora que lo pensaba no sabía quienes eran “ellos".

Matt : Entra - suspiró resignado y  volvió a abrirme la puerta, pasé.

Todo estaba muy oscuro, pero ahora convertida no parecía ser un problema para mi visión. Me bloqueé mirando una ventana.

Matt me seguía, entrando después de mí, mis zapatos se enredaban en las telarañas del suelo, las paredes tenían una gran capa de polvo que cubría su color original pasando a un gris ceniza, pero todo parecía ser poco interesante en comparación de la ventana.

Tenía el marco ligeramente inclinado, pintado de un azul turquesa desgastado y con un bloque rectangular de madera al lado que bien podría ser usado como asiento.

Me llamaba la atención como si fuera algo importante, mi mente luchaba por recordar.
Una niña pequeña apareció sentada en el bloque de madera, apoyaba sus pequeños brazos en el marco mirando a través del cristal con expresión indiferente, giró hacia nuestra dirección sus ojos eran grises y su pelo negro, liso, hasta los hombros.

No parecía mirarnos, sus ojos estaban perdidos más allá, intenté encontrar a que estaban fijos. Siguiendo el recorrido que hacían sus ojos claros vi que su atención estaba en un hombre apuesto y joven, nada más verlo un escalofrío recorrió mi cuerpo y el corazón me dió un vuelco, me acercaba a él pero la decepción me inundó por completo al darme cuenta de que todo estaba en mi mente y las imágenes se desvanecían burlándose de mí.

Esa niña era yo y aquel señor mi padre, seguía sin entender porque le daba tanta importancia a esa ventana, pero si de pequeña me sentaba ahí, debía ser por algo o alguien...

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