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HASTA LUEGO, Y GRACIAS POR EL PESCADO
Douglas Adams
Título original: So long, and thanks for all the fish
Traducción: Benito Gómez Ibáñez
© 1984 by Douglas Adams and Pan Books, Londres
© 1985 Editorial Anagrama S.A. P. de la Creu 58, Barcelona
Depósito Legal B. 317-1988
A Jane con mi agradecimiento
A Rick y a Heidi por el préstamo de su estable situación
A Morgens, a Andy y a todos los de Huntsham
Court por una serie de situaciones inestables.
y, en especial, a Sonny Mehta por permanecer
estable en todas las situaciones.
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Prologo
En los remotos e inexplorados confines del arcaico extremo occidental de
la Espiral de la Galaxia, brilla un pequeño y despreciable sol amarillento.
En su órbita, a una distancia aproximada de ciento cincuenta millones de
kilómetros gira un pequeño planeta totalmente insignificante de color azul
verdoso, cuyos pobladores, descendientes de los simios, son tan
asombrosamente primitivos que aún creen que los relojes digitales son de muy
buen gusto.
Ese planeta tiene o, mejor dicho, tenía el problema siguiente: la mayoría de
sus habitantes eran desdichados durante casi todo el tiempo.
Muchas soluciones se sugirieron para tal problema, pero la mayor parte de
ellas se referían principalmente a los movimientos de unos papelitos verdes;
cosa extraña, ya que los papelitos verdes no eran precisamente quienes se
sentían desdichados.
De manera que persistió el problema; muchos eran mezquinos, y la
mayoría se sentían desgraciados, incluso los que poseían relojes digitales.
Cada vez eran más los que pensaban que, en primer lugar, habían
cometido un grave error al bajar de los árboles. Y algunos afirmaban que lo de
los árboles había sido una equivocación, y que nadie debería haber salido de
los océanos.
Y entonces, un jueves, casi dos mil años después de que clavaran a un
hombre a un árbol por decir que, para variar, sería estupendo portarse bien con
los demás, una muchacha sentada sola en un pequeño bar de Rickmansworth
comprendió de pronto qué había ido mal hasta entonces, y supo por fin cómo el
mundo podría convertirse en un lugar agradable y feliz. Esta vez era cierto,
daría resultado, y no habría que clavar a nadie a ningún sitio.
Lamentablemente, sin embargo, antes de que, pudiera llegar a un teléfono
para contárselo a alguien, la Tierra fue súbitamente demolida para dar paso a
una nueva vía de circunvalación hiperespacial. Y así se perdió la idea, al