Prólogo

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Mami, ¿Por qué nunca hablas con el abuelo? Siempre me dice que se siente solo allí arriba, hoy me pidió que te diga que lo vayas a visitar, te extraña- mami me miró como si yo estuviera loco- ¿Qué pasa ma?¿ Por qué me miras así?-pregunté.

-Hijo, el abuelo murió hace 24 años-dijo evaluando mi reacción.

-No, el esta arriba, en el ático, voy a visitarlo todos los días, si quieres puedes ir a verlo conmigo, así te ve y no se siente tan triste-dije sonriendo al poder encontrar una solución al problema del abuelo.

-Esta bien, subamos así ves que el no está-me tomó de la mano y subimos-Bien ¿Dónde está el abuelo?

-Allí, en aquella silla-deje señalando una silla en una esquina-Ve, te esta llamando.

-Hijo, esa silla está vacía-dijo sonriendo-¿Ves? No hay nada- dijo acercándose a la silla- Mira- Tocó con la punta del dedo el reposabrazos donde el abuelo descansaba el brazo derecho y lo retiró en cuanto hizo contacto con la "piel" del abuelo, asustada.

-¿Qué pasó mami?-dije también asustado al ver la cara de espanto de mamá.

-Na...nada-dijo cada vez más pálida-Va..vamos abajo.

Luego de eso pasaron 2 meses y nos mudamos, esto entristeció mucho al abuelo ya que no nos veríamos más.

-Adiós, querido Gustavo-me dijo muy apenado el día que nos mudamos.

-Adiós, abuelo, te quiero- dije yo también triste y bajé a la sala, donde mama y papa dejaron las cajas que ahora estaban subiendo al camión.

-Ya estoy listo-dije con la voz apagada.

-Subí al auto, ya casi estamos- dijo mama mientras levantaba una caja, solo quedaban 5.

Salí por la puerta y me dirigí al auto gris de papá, subí en el asiento de atrás y me abroché el cinturón de seguridad.

A los 5 minutos subió mamá-Hijo, ¿estás listo?

-Si, ma, estoy listo.

-Bueno, tu papá ya viene, vamos a esperarlo-dijo con una dulce sonrisa.

-Bueno- dije yo también sonriendo.

Subió papá-Bueno, vamos a la nueva casa- dijo emocionado.

Yo y mamá quedamos callados y papá arrancó el auto. Encendió el motor y nos dirigimos a nuestra nueva casa.

DOS AÑOS DESPUÉS

Sentía frio, mucho frio. Así que llamé a mamá para que prenda mi estufa.
-MAMÁAAAA, VENÍIII, HACE FRIO -grité para que mi mamá venga, y como lo supuse, vino.
-¿Frio? Ya prendo la estufa -fue hacia la estufa y la prendió -. Listoo, ya no vas a tener más frío, te quiero, dormí.
Se alejó y yo seguía sintiendo frío a pesar de que tenía la estufa prendida y estaba bajo dos cobertores, además sentía que alguien me miraba, esto no me pasaba desde que los fuimos de la otra casa, extrañaba mucho al abuelo, extrañaba poder hablar con alguien como lo hacia con el abuelo. La sensación de que me observaban persistía, lo que aumentaba mi miedo. Sentí una mano helada en la pierna, cuando miré vi a una señora con un pijama azul, su piel, al igual que la de mi abuelo, era tan blanca como el papel, al verla me paralicé y cuando se acercó a la cabecera de la cama fue cuando caí en la cuenta de que estaba frente a un muerto. Me metí bajo los cobertores temblando de frío y de miedo a la vez, esto nunca me había pasado con el abuelo, cerca de el no sentía frío, me sentía cómodo, pero cerca de esta mujer era totalmente distinto, supongo que se debía a que no la conocía, o tal vez...no, no era eso, ¿quién le querría hacer daño a un niño de 6 años? Era absurdo. Luego de haber estado como 10 minutos bajo el cobertor deje de sentir frío, sentía calor, mucho calor, así que me destapé y para mi sorpresa y alivio la señora ya no estaba en la habitación, sin embargo la sensación de ser observado persistía.

El Otro LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora