Miré las luces del lugar por última vez antes de salir fuera.
Giré el rostro, encontrándome con la mirada de Dean. Le dediqué la peor mirada posible en ese momento, y es que realmente me tenía aburrida. Era momento de mandarle a la mierda por un tiempo.
Con mi bolso al hombro, me escabullí entre la gente del bar en busca de la puerta de salida que se encontraba detrás, justo la que daba al callejón de la séptima avenida. Era una buena forma de salir de ese puto lugar sin que nadie se diera cuenta o me diga alguna estupidez.
—¿No pretenderás irte, cariño? Todavía te quedan unas tres o cuatro horas de duro trabajo.
No le tomé la suma atención a sus palabras y sólo empujé mi brazo contra la puerta de salida fuertemente. Esta se abrió, dejándome paso libre.
Escuché como se cerró de nuevo, y mi mirada se dirigió al camino, viendo los charcos de aguas que había por el lugar y cómo los focos se prendían y apagaban de vez en cuando. La noche estaba oscura completamente.
—Oye...— No le había sentido caminar detrás de mí, y en verdad tampoco había estado muy preocupada de él en ese momento.
Tomó mi brazo, jalándome hacia él con suma fuerza. Me dí la vuelta, encarándole enseguida.
—¡Vete al infierno, Dean!— Le grité en la cara. Él soltó una pequeña risita estúpida para luego tomar mis muñecas entre sus manos con pura fuerza bruta. Chillé un instante por el dolor para luego tener su mirada sobre la mía, una mirada desafiante.
—No te conviene el ponerte así, querida, lo sabes bien...— Traté de zafarme de su agarre, pero era imposible. El maldito tenía una fuerza increíble.
—No tengo miedo de tus putas amenazas. Sólo escupes, sé que no harás nada más.— Él bufó algo rápido, presionando aun más mis muñecas.
—Gracias a mí, comes y tienes esa porquería de cuarto, Allison, así que... —Estiró sus labios a los míos, dándome un rápido beso al tiempo que le corría la cara a un lado. Volví a mirarle con profundo odio y él, nuevamente, rió. —Lo que harás ahora mismo es volver al puto bar a mostrar ese maravilloso trasero que tienes a esos imbéciles.
Nos quedamos mirándonos unos segundos, desafiándonos nuevamente. Le sonreí algo tierna para luego empujarle lejos, dejando mis muñecas al aire. Di unos pasos, buscando mi bolso. Lo tomé y lo volví a cargar a mi hombro.
Él se mantuvo allí, donde le había lanzado segundos atrás.
—Vete a la mierda con tu porquería de bar, hijo de puta... —Solté con malestar, mientras a cada paso me alejaba más de él.
Al llegar al principio del callejón, doblé a la esquina y caminé unos pasos hasta la florería que había por allí. Giré el rostro hacia atrás para cerciorarme de que él muy bastardo de Dean no estuviera siguiéndome o algo por el estilo.
Estaba realmente muriendo de hambre. Y es que eran ya pasadas las doce de la noche y no había comido hace ya unas buenas horas.
Deslicé mi bolso desde mi hombro para luego rebuscar dentro de él el dinero que me había ganado esa tarde en el café, o bar, o burdel, o como se llame. Para mí siempre será una porquería de lugar. Aún así vivía de lo que hacía y ganaba allí.
Me detuve en una cafetería que quedaba cerca de la parada del autobús, donde luego tomaría el transporte que me llevaría a mi "casa".
Pedí un sándwich de lo que tuvieran a esa hora, junto a un café bien cargado. Lo necesitaba.
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Mía & Para Siempre
Teen Fiction"Suele pasarme que cada cosa que me interesa, la quiero mía y para siempre, Allison". Me dijo en un murmuro. Su voz fue diferente esta vez. Algo más baja y rasposa, produciendo una cosa nueva dentro de mí hacia él. "Y tú eres una de ellas."...