Caminamos por la cocina y salimos por una puerta que hay detrás. Dos camiones enormes cargados de sacos y más sacos estaba a medio vaciar. Todos los monitores ayudaban a los empleados, junto con los conductores a bajar los sacos. Melek me mira sonriente. Voy a ayudar con los sacos, pero ella me retiente. Siento su mano sobre mi hombro izquierdo, me giro y ella niega con la cabeza
— Esa venda no te la pusieron para que dos días después te pongas a descargar camiones— me coge del brazo y tira de mí. Hipnotizado la sigo. Me sienta en una silla y me tiende un papel, con una división de números enormes- tú mientras ejerces un poco tu mente ¿Te parece?
— NO— salgo de mi embobamiento. Voy a levantarme pero Melek no me deja, su mano sigue en mi hombro— Vine para ayudarte, no para hacer divisiones de primaria
— Si tan de primaria te parece esta superdivisión, pues cuando la termines dejo que nos ayudes ¿trato?—
«Dios, no puedo decir que no»
— Vale, ya verás como en dos segundos estoy ahí
«3877:2749.... Entre 1, no... entre 2 imposible... entonces a 1... Mmmm 2749 menos 3877...» Levanto la mirada y la veo cargando con un enorme saco. Se le ve sonriente, le da el saco a otra monitora. Ésta le dice algo al oído y Melek vuelve la mirada a un monitor, del cual no me había percatado antes. Estaba medio desnudo, con su torso tostado sudado, y llevaba su camiseta atada a la cintura. El cabrón era bastante atractivo. Al mirar a Melek le sonríe y la saluda con la mano. Ella le devuelve el saludo y vuelve a susurrar algo a su amiga que ríe a carcajadas. Melek sonriente vuelve al camión para cargar con otro saco. Siento una rabia irracional recorrer mis venas, y vuelvo mi vista al folio. «2749 menos 3877»
* * *
— ¿Ya?— dice la voz de Melek encima de mi.
— No, aún no— digo terminando las cuentas
— Pues nosotros ya hemos terminado— levanto la vista, y ahí estaba ella, roja por el esfuerzo, con los labios hinchados y rosados. Mostraba sus hoyuelos y su blanca dentadura— tú quédate terminando, yo subo, me ducho y vamos a comer
— ¿Pero qué hora es?— no parece haber pasado ni un minuto
— Las doce y media— imposible, el reloj de esta chica va demasiado rápido. Saco mi móvil, 12:35— ¿No me crees?
— No, es solo que... Se me ha pasado muy rápido
— Bueno, da igual. Yo me ducho y bajo— y camina hacia dentro de la cocina.
Cansado de pensar saco mi móvil y hago la cuenta con la calculadora, apunto el resultado y voy a recepción a esperarla. Ahí veo a Ibrahim que viene y me estrecha la mano, yo tiro de él y le doy un abrazo
— Ven aquí machootee— el chico me sorprendió al rodearme con sus brazos.
— Muchas gracias tío— me dice desde mi pecho. Se separa de mi y me mira a los ojos— tengo algo que contarte, si tienes unos minutos vamos a tu oficina
* * *
— ¿Vamos el comedor?— me dice cuando la veo en recepción
— Hay algo que tienes que escuchar— le respondo— no puedo enseñártelo aquí.
— Claro— está nerviosa
Caminamos al coche, subimos y arranco camino a un restaurante. Aparco y nos sentamos en una de las mesas de fuera. Pedimos la comida y esperamos a que llegue. Todo esto en silencio
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La Chica del Hijab ©
Romance1er premio de #MuslimAwards2017 en Novela Juvenil No ven en ella lo que piensa, lo que opina, lo que hace, su personalidad, sus aficiones, sus metas... Sólo ven el pañuelo que cubre su cabeza. Melek guarda tras su armadura de fuerza un corazón ente...