Variación en la rutina.

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Hace cuatro años, la abuela de mi mejor amiga Dinah, falleció. Dejando así un gran vacío en su familia, especialmente, en Dinah. Ellas siempre habían sido muy unidas tanto así que Dinah la consideraba una segunda madre. La abuela dejó claro en su testamento que tras su muerte, su querida nieta heredaría una vieja casa en un pueblo de Washington. Lo cual fue una fortuna para Dinah y para mí ya que habíamos planeado dejar todo atrás e ir a la universidad en Washington. Por esa razón, hemos estado viviendo las dos en esta gran casa desde casi dos años. Debo admitir que es muy grande para las dos y un tanto tétrica. 

La casa tiene dos pisos y un ático que en su mayoría tiene viejas cajas con cosas que solían pertenecer a los abuelos de Dinah. El ático es muy espacioso y sería muy útil para guardar esas cosas que no queremos desechar porque "algún día las utilizaremos". Pero nuestro miedo a las arañas es más grande que nuestro deseo de limpiar por eso el ático esta tal y como lo encontramos hace dos años.

Mi cuarto está en la primera planta, junto a este hay otras dos habitaciones completamente vacías. Después, está la cocina y junto a esta la sala de estar. En la sala de estar, tenemos unos cuantos viejos muebles (puedo apostar que algunos de ellos tienen más años que Dinah y yo juntas).  Por cierto, la habitación de Dinah está en el segundo piso. Y debo confesar que no me gustó la idea de estar tan lejos la una de la otra, lo sé. Sé que es solo un piso de diferencia. Tres metros como máximo, pero esta casa tiene un aire de película de terror. Stephen King estaría feliz de incluirla en uno de sus libros.

Dinah y yo estudiamos. Ella estudia ingeniería en mecánica robótica y yo estudio literatura inglesa. Los fines de semana trabajo en la mañana en una cafetería, y Dinah toma clases de baile. Aun me parece un poco raro ver como mi amiga quien es una amante de las bellas artes, decidió estudiar mecánica robótica. Sin embargo, la apoyo. Si ella quisiera ser stripper, aun así yo la apoyaría hasta el final porque sé que ella haría eso por mí. 



Eran las 6:45 PM y estaba muy distraída en mi cuarto. Había comprado un nuevo libro de Paulo Coelho, y tal historia me tenía muy intrigada... No era el mejor libro de la vida, pero por lo menos me ayudaba a matar el tiempo. Además, llevaba puestos auriculares con música clásica y opera a buen volumen. Fue cuando vi que la puerta de mi cuarto se abre de repente. Era Dinah.

Rápidamente me quite los auriculares y la vi hablando sin parar, esperé que no hubiera sido ninguna pregunta porque no entendí nada de lo que me había dicho.

—... Claro, solo si tú estás de acuerdo. Mila, no quiero que pienses que te estoy presionando o que no estoy tomando en cuenta tú opinión —  La más alta me miro esperando una respuesta.

Recuerdo que pensé que a lo mejor solo estaría preguntando acerca de lo que ordenaríamos para la cena. No quería pedirle que me repitiera todo. Sabia como era su carácter. Estaba segura que se enojaría.

— Oye, sabes que estoy bien con eso. — La mire y le brindé una cálida sonrisa.

— Diablos, eso fue más fácil de lo que pensé. Eres la mejor Mila por eso te quiero. – Dinah se abalanzó sobre mi cuello y casi me asfixia con un fuerte abrazo. Entonces, salió de mi cuarto con una sonrisa.

Y yo quedé preguntándome en silencio. — ¿qué demonios acabo de aceptar?

Pasó una semana desde aquel suceso. Eran casi las 7 PM. Solo había tenido clase en la mañana. Dinah estaba en su cuarto, y yo estaba en la cocina buscando algo que comer y por suerte encontré una banana en el refrigerador.

Estaba tan sumergida en mis pensamientos que casi me ahogo con la fruta cuando escuché el timbre.

Que raro, casi nadie nos visita. – Pensé y de inmediatamente fui a investigar de quien se tratada.

Cuando abrí la puerta, vi a una hermosa chica de mi edad con un enorme morral sobre su espalda. Ella estaba vestida con ropa negra y pude ver que llevaba una playera de una banda que jamás había escuchado Balance and Composure

Esta misteriosa chica llevaba una chaqueta de cuero, jeans rasgados, botas militares y gafas de sol. ¿Quién diablos usa lentes de sol a las 7 PM? Entonces, ella se quitó los lentes y pude apreciar esos hermosos ojos color esmeralda. Es como si pudiera sentir que ellos iluminaban la noche. Sin lentes, pude apreciar detalladamente la genuina belleza de aquella chica misteriosa. 

Entonces habló.

— Yo estoy... Yo estoy buscando a Dinah Jane. – Dijo la hermosa peli negra con una voz ronca que le sentaba bastante bien. — Veras, ella es mi amiga y yo...

— ¡Tú, maldita perra Cubana! — Escuché que Dinah gritó mientras corría hacia la puerta. – ¡Lauren!

Entre risas y uno que otro grito, las dos mujeres se abrazaron muy fuerte y yo estaba ahí, un poco confundida por la situación.

Conocía a Dinah desde hacía cinco años. Por esa razón, casi compartíamos los mismos amigos y nunca había visto o escuchado hablar de esta chica. Bueno, mi memoria no es la mejor, posiblemente Dinah me había hablado en algún momento de aquella misteriosa chica y yo lo había olvidado. Así como cuando olvide el cumpleaños de Dinah el año pasado, y el antepasado... Y el anterior a ese. También olvidé el cumpleaños de mi padre, y el de mi hermana Sofi... inclusive el de aniversario de mis padres y también...

— ¡Hey Mila! ¿Puedes prestarme algo de atención? —  Era la voz de Dinah con una pizca de impaciencia sacándome de mis pensamientos.— Como te decía, ella es Lauren la amiga de la que te hablé la semana pasada, la que se quedara con nosotras hasta que solucione las "situaciones" en Miami. — Dijo la más alta mientras movía sus dedos haciendo énfasis en la palabra situaciones.

Lauren extendió su mano hacia mí, brindándome una cálida sonrisa. 

— Mucho gusto, me llamo Lauren Jauregui... Espero que nos llevemos bien. — Dijo con su ronca voz.

Su mirada era penetrante y demandaba atención. No sé si era cuestión de mi imaginación, pero sentí un poco coqueta a Lauren al presentarse.

— Yo... Soy Camila. — Logré articular.

No entendía porque esa joven estaba logrando ponerme tan nerviosa. No negaba el hecho de que me gustaba apreciar la belleza femenina. ¿Qué si me gustaban las mujeres? No lo iba a negar. Yo siempre estuve abierta a nuevas experiencias. Mente abierta; esa era mi filosofía de vida. 

En ese momento, creo que Dinah notó mi cara de confusión ante la situación.

— ¿Mila, recuerdas que la semana te hablé de Lauren y te pregunté si ella se podía quedar con nosotras? — Hizo una pausa dramática. De esas tan típicas de Dinah — Después de todo, siempre andas por ahí quejándote porque la casa es muy grande y porque se ve muy vacía. —  Dijo mi amiga.

— Sí, claro que lo recuerdo. ¡Joder! ¿Qué tan mala memoria crees que tengo? – Contesté fingiendo enojo con mi amiga. 

— ¿En serio me preguntas eso Mila? Olvidaste mi cumpleaños tres años seguidos. — Dijo la más alta.— Un día olvidaste ir por mí al aeropuerto y me dejaste dos horas esperando... ¡Dos horas! Y ni hablar del día en el que olvidaste que estaría con aquel chico en el cuarto, y tú entraste sin previo aviso...

Lauren estalló en una carcajada al punto de que algunas lágrimas salieron de sus ojos. Y yo que pensaba que era una mujer seria e intimidante.

Me agrada esta chica y creo que me va a agradar más. — Pensé. 

Fugitiva | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora