... con su mochilita roja escuchando la música que guardaba en su celular cuando de pronto el tronco ese se transformó en un gigante leopardo pardo por lo que Jimmy tuvo que desenvainar su sable luminoso.
El leopardo, que era muy pardo pero no lo suficiente como para que no se le vieran las manchas, era realmente enorme, muy grande. Tan grande como un coche chico, lo cual es mucho para un leopardo tan pardo como este.
El leopardo, que antes era tronco, atacó un coche mediano de color plateado. Fue por eso que Jimmy decidió que era hora de sacar su sable de luz.
Con la ayuda de la Fuerza, Jimmy saltó hasta interponerse entre el auto mediano y plateado y el enorme leopardo muy pardo (que antes era tronco). Agitó el sable sólo para asustarlo pues no quería amputarle alguna troncosa extremidad a ese felino berrinchudo.
El leoparodo retrocedió un poco y se agachó otro tanto pero seguía igual de enojado. Jimmy se dio cuenta de que no quería lastimar al leopardo pero tampoco quería que el leopardo lastimara a nadie así que tenía que actuar rápidamente de manera inmediata ¡pero ya! puesto que mientras pensaba esto el leopardo se comió toda la basura de un bote de basura y cuando terminó lo escupió con fuerza pegándole a una señora en las pantorrillas. No había tiempo que perder.
Viendo como el leopardo estaba programado para destruir todo lo que había a su alrededor, Jimmy creyó recordar haber visto algo parecido en algún lado. Sí, ya sabía en dónde; su hermana lo había obligado a ver tantas veces Lilo y Stitch que ya se acordó dónde había visto algo parecido: en Lilo y Stitch.
Entonces también recordó cómo se volvió bueno Stitch y la solución cayó como caen las tortillas recién hechas deslizándose por la resbaladilla metálica en la tortilleria de don José. Era simple, eran cuatro letras: E-L-V-I-S. Cinco mejor dicho.
Así que, con la ayuda de la Fuerza de nuevo (la había cargado bien antes de salir) sometió al leopardo y le puso sus audífonos, en el celular oprimió donde decía "Elvis" y luego donde decía "Reproducir". Al momento, al escuchar el leopardo las canciones que Elvis había cantado hace mucho tiempo y bailado hace otro tanto no pudo más que cerrar los ojos, sonreír felinamente y con bigotes, doblar sus patitas delanteras, pararse sobre las traseras y bailar caderosamente como se supone Elvis lo haría, se veía tan feliz como se ven los personajes de las caricaturas japonesas cuando se supone que están felices: muy pero muy felices.
Mientras el Leopardo bailaba enajenado, Jimmy estaba lo bastante cerca para descubrir el origen de todo el problema: en la espalda del leopardo estaba un interruptor, ese interruptor en lugar de "encendido" y "apagado" decía: "tronco seco de árbol tirado en la calle" y "leopardo muy pardo enojado y destructor". Adivinen hacía dónde estaba inclinada la palanquita del interruptor. . .
Caminando de puntitas, ya sin la ayuda de la Fuerza, Jimmy se acercó al leopardo pardo bailarín y una vez estando detrás de él ¡pum! que le cambia el interruptor de modo leopardo a modo tronco.
Una vez vuelto tronco, con la ayuda de la fuerza, sí de la fuerza de sus manos, acomodó el tronco sobre la banqueta donde estaba y, guardando su sable luminoso en la entrepierna de su pantalón (donde lo había ocultado siempre de enemigos ocultos), conectando sus audífonos a su celular y cargando su verde mochila roja se fue caminando por la calle gris pensando qué canción del buen y rey Elvis habrá escuchado el leopardo para ponerse tan contento, a la vez que sonreía orgulloso por haber sido un héroe de nuevo.
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De cómo Jimmy contra el leopardo (pardo)
Short Story*Dedicado a mi mejor amiga Mimí. Que vive aventuras como ésta todos los días de su vida. Gracias Mimí por imaginar tanto e imaginarnos a todos dentro de tu imaginación como tus amigos felices y contentos.