Capítulo Cuarenta.

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28 de abril, 2016.

Di un suspiro y pasé el dedo sobre la pantalla para pasar la página del documento, estoy segura de que tengo más de tres horas de estar leyendo eso y las páginas siguen multiplicándose. Dejé el ipad sobre el escritorio, me recosté en el respaldar de la silla y no pude evitar bostezar. Estiré la mano para alcanzar mi envase con café, pero al alzarlo noté lo vacío que estaba. Deslicé la silla hacia atrás y me levanté con el envase en la mano, salí de mi oficina para desplazarme hacia la pequeña zona con sillones y café. Cargué mi botella de nuevo y tomé dos sobres de azúcar para volver a caminar sobre mis pasos, aunque el sonido de mi nombre me hizo detenerme y girar para ver a la persona que me llamaba.

El castaño se acercó a mí con su sonrisa ladeada, conforme se acercó pude notar las ojeras bajo sus ojos. Se inclinó para besar mi mejilla en forma de saludo, pero en su rostro danzaba una mucha de preocupación.

— Nadia me llamó... — mordí mi labio sabiendo que nada bueno podía salir de esa frase.

— Ve, — lo interrumpí. — Yo te cubro. — intentó sonreír, me abrazó haciendo que por poco tirara el envase, se alejó y caminó dando zancadas hasta el elevador más cercano.

Entré de nuevo a mi oficina, dejé el café sobre el escritorio y fruncí el ceño al ver la pantalla de mi celular iluminada, me incliné para tomarlo, hice una mueca al ver el nombre de mi madre en la parte superior de la pantalla, solté un suspiro y me preparé para mentir.

— ¿Viste las fotografías? — preguntó inmediatamente. — No sé por qué no había venido a este lugar antes.

Reí por lo bajo al escucharla divagar en la conversación que ella estaba teniendo sola, ya que en el segundo en el que yo intentaba comentar, ella me interrumpía y daba su propia opinión. Me dejé caer en el sillón de la oficina esperando a que dejara de parlotear.

— ¿Sigues ahí?

— Sí. — contesté divertida.

— ¡Entonces contesta, niña! — chilló. — ¿Qué ha sucedido allá? — preguntó de nuevo. Pude escuchar la carcajada de mi padre en el fondo.

— Bueno, se supone que estoy trabajando... — me volvió a interrumpir.

— ¡Trabajar! — soltó como si recordara algo. — ¿Has hablado con Matt? Le he enviado mensajes desde que llegué acá y ni siquiera los ha visto.

— Está en California de nuevo, posiblemente esté bastante cansado. — contesté sin interés.

— Intentaré llamarlo después. — siguió hablando de sus planes hasta que mi padre le arrebató el celular.

— Debemos seguir con el tour, — asentí. — te llamaremos en la noche.

Me despedí y terminé la llamada. Tecleé una advertencia hacia Mike, en el caso de que mi madre llamara a Matt y él contestara.

Me levanté de nuevo para volver al escritorio y retomar la lectura del maldito documento. El simple hecho de leer artículos me da pereza, sobre todo cuando se tratan del código de trabajo de la empresa; yo misma lo redacté con Matt y los abogados; pero ahora, debo leerlo y sabérmelo de memoria.

***

Dejé el abrigo en la silla y me acerqué a saludar al cincuentón acostado en la cama, me dio una sonrisa ladeada y su típica mueca de "odio esto", la cual perfeccionó el mes pasado. Busqué a Mike en la habitación, aunque no lo encontré.

— Fue a terminar el papeleo con la enfermera. — inmediatamente mi ceja se enarcó a lo que Matt intentó reír, pero la tos le impidió su acción. — Sé que mi hijo tiene fama, pero estoy seguro de que tiene límite de edad y esa señora supera hasta mi límite de edad. — esta vez la que rió fui yo.

Recuperando El Pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora