El comienzo de la eternidad

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hola, gracias a los que me han seguido hasta aquí mi cuenta desde la anterior, espero que sigan disfrutando de la historia. Gracias.

Att. Tze


Notas de un piano y la nostalgia de un recuerdo ya olvidado rondaba su mente, mientras estaba parada entre la multitud y sonaba el vals de la luna roja.

- ¿Quieres bailar? – le ofreció él su mano. Ella miro sus ojos rojos, rojos como la luna de aquella noche; y aceptó. Él llevaba una máscara y ella una mirada que lo atraía, ¿sería acaso imposible querer y ser correspondido cuando ella supiera quien era él? Canta el piano una historia de amor que se repite y el violín se desgarra al ritmo de su corazón, baila un vals que desearía fuera eterno.

Entonces la escotilla del techo se abre dando paso a la roja luz de la luna de sangre, que inunda el salón, pero solo una pareja es bendita por esta, ella y su acompañante que bailan tiernamente ya no sienten el suelo en sus en pies, pues han sido elegidos y bailan en el aire por todo el salón, la luna roja los ha destinado el uno al otro y a sus almas a estar juntas ... por toda la eternidad.

- ¿Quién eres? – pregunta ella, sin obtener respuesta, él solo sonríe y es feliz.

- Eso no importa. Te amo, solo eso importa.

Y el vals termina, ellos caen entre la multitud y se pierden de vista. Ella lo busca desesperadamente, pero él sabe que eso no debe pasar, que eso no va a pasar, que está prohibido y que solo le haría daño y él ama verla sonreír, por eso se enamoró de ella; pero algo la aleja de ella y algo aún más fuerte lo empuja hacia ella - quiero verla feliz – piensa, y se pierde entre la multitud, y decide alejarse. – al menos al esconder mis astas no me reconoció y me llevo este recuerdo – eso lo reconfortaba. Pero el dolor no lo dejaba.

- ¡Star! ¿¡dónde estabas?! – se oye mientras se abre paso entre los demás.

- ¡Marco! – se acerca Star - ¡¿Qué estás haciendo aquí?!

- Vine a sacarte de aquí, Star, no debes estar aquí, ¡es peligroso!

- O quizás ... - interviene de repente Tom – cualquier criatura seria peligrosa para un pequeño humano.

- ¡Tom! Al menos yo no represento un peligro para ella – dice Marco estas palabras que al instante son seguidas por el estallido de Tom.

- ¡Marco! – gruñe Tom mientras se va transformando.

- ¡Basta Tom! - lo amenaza con su varita - Tom ve su rostro mientras trata de protegerse ... de él.

- Lo ... lo siento – vuelve Tom a su forma normal.

Star baja la varita y toma de la mano a Marco – nos vamos ahora, adiós Tom y gracias por todo.

- Adiós ... Star – susurra Tom.

Más tarde en la habitación de Star.

- Marco, te agradezco por preocuparte, pero puedo cuidarme sola - mientras se quita los zapatos -.

- Lo siento Star, pero no creo que haber ido haya sido la mejor idea ... es ... es que ...

- Es que ¿qué?

- Es que tenía miedo de que te pasara algo – agacha la cabeza. Star sonríe dulcemente.

- ¡Oh! Marco, nada malo va a pasarme – pone su mano en el hombro de Marco y él le responde con una sonrisa.

Pero luego al ir a dormir, Star se preguntaría: "¿Quién era ese chico?" "¿De dónde me conoce?" y entonces "te amo", estas últimas palabras no la dejarían dormir, al menos esa noche, pero siempre se preguntaría quien era él, a quien le pertenecían esos ojos, rojos como la luna de aquella noche.

Tras la MáscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora