Ellie
Lo miro a sus ojos grises y mi respiración es agitada, puede notarse como mi pecho sube y baja por esa causa. Frunce el ceño, apenas me visualiza, luego apoya su espalda en el borde de la puerta, entrecierra los ojos y se mantiene pensante. Sebastián siempre ha sido alguien que decide planear las cosas, antes de hacerlas, incluso aunque eso signifique hacer esperar a la otra persona.
―¿Qué quieres tú aquí? ―exclama arisco.
―Es que... yo...
―Si no vas a decir nada, lárgate. ―Se cruza de brazos―. No tengo tiempo para hablar con personas como tú.
Frunzo el ceño ante su acusación.
―Mira quién habla, el asqueroso que usaba a su gemelo, para mientras engañarme ―expreso molesta.
―No es mi culpa que seas una idiota y no supieras diferenciarnos ―se burla, pero luego vuelve a su actitud enojada―. Si ya terminaste, esfúmate, no necesitamos ni vernos, nosotros.
Lo empujo y entro a su casa sin su permiso. La dama que hay en mí, está más desaparecida, que estudiar sin un libro de modales presente.
―¿Está Adriano? ―pregunto perdida en mis pensamientos y sin prestarle atención al imbécil.
―No, ¿por qué?, ¿quieres romperle la otra pierna? ―Oigo su voz arisca, nuevamente, y me giro―. ¡Ya lárgate!
―No quería lastimarlo ―me defiendo―. ¡Quería lastimarte a ti! ―Lo señalo con furia.
―¿Y eso te justifica...? ―Levanta una ceja.
Muevo mi cabello y señalo mi cuello.
―¿Y esto te justifica? ―Hago la misma pregunta, pero con más énfasis y determinación, lo que lo hace alejarse de su aire relajado, de nuevo.
―¿Te puedes ir? ―Rueda los ojos―. ¿Para qué viniste?
―Para acordarme... ―Mis ojos se humedecen―. Para recordar que no debo cometer los mismos errores. No pueden simplemente reírse de mí, en mi cara, de nuevo. No, otra vez no.
―Si te has dado cuenta, ¿para qué vienes aquí? ―Niega con la cabeza―. No necesito verte la cara, Ellie, ni tú la mía, ya vete. ―Señala la puerta.
Suspiro.
―Tienes razón.
Salgo del departamento y veo como cierra la puerta. Limpio una lágrima que se me escapa y aunque haya admitido lo que dijo, puedo sentir que esta visita de algo sirvió, estoy segura. Fuera del edificio, camino despacio y luego me tomo el colectivo para regresar. Creo que ya es muy tarde, ha sido un día muy largo, estoy cansada y necesito dormir. Abro la puerta de la casa de Jayce y lo visualizo en el sillón, estando solo, tomando un vino.
Gira la vista hacia mí y me sonríe.
―Te gusta pasear, ¿no?
―Veo que abandonaste la buena compañía.
―¿Adelaida? ―Se ríe―. Solo es negocio, como todas en realidad. ―Toma un poco de su copa y mira hacia al frente―. Como esa mujer Serpiente.
―¿Mujer Serpiente? ―exclamo dándome cuenta de lo que habla―. ¿Te refieres a quien nos atacó en el crucero?
―Sí, es una salvaje. ―Ladea la cabeza y se ríe―. Y también me da buen sexo. ―Aumenta su risa.
Frunzo el ceño.
―¿Te acuestas con el enemigo?
―Me acuesto con toda mujer que tenga buenas piernas ―se burla y luego gruñe―. Y qué buenas piernas.
Trago saliva y lo observo, estando molesta.
―¿Alguna vez dejarás de ser un mujeriego asqueroso?
Me mira y se relame los labios.
―Obviamente, si me lo pides tú, pues... no. ―Vuelve a beber de su copa y luego la apoya sobre la mesita de al lado del sillón―. Claire solo ha tenido ese privilegio, me convirtió en solo suyo, perdí mucho dinero en esa época. ―Se estira y se pone más cómodo en el sillón.
―¿Claire?
―La dueña del cuarto que profanamos, ¿recuerdas? ―Se ríe y yo me sonrojo.
―¿Y por qué me lo dices ahora? ―exclamo avergonzada.
―Porque estoy... borracho, y estoy que vuelo. ―Otra carcajada se le escapa.
―¿Borracho? ¿Por qué estás borracho? ―Frunzo el ceño―. ¿Tanto vino tomaste? ¿Con qué razón?
―No... ―Niega con el dedo―. Me distraje... un segundo nada más, solo uno. ―Levanta el dedo y comienzo a notar lo que acaba de decir, su piro va en aumento―. Shreya tiene gustos raros, no acepto más nada de ella... ja, ja, ja... la, la, la... ―Se pone a cantar de repente y no puedo evitar reír―. No te burles, el señor de la oscuridad no te perdonará... ¡Ah! Soy yo ja, ja, ja.
―Tú necesitas un café bien cargado. ―Me río y voy directo a la cocina, pero soy detenida por su brazo, que de repente bloquea la puerta, entonces me sonrojo cuando se acerca a mi rostro―. ¿Qué?
―Hagamos cosas malas.
―No. ―Frunzo el ceño―. Y además, sigo enojada contigo.
―Pero... ―Me agarra de la cintura y hace puchero―. Yo quiero jugar a la casita.
―Juega con Shreya o con Adelaida, a mí no me incluyas en el montón.
―Si estás en primera fila, Lady. ―Rápido, su boca pasa a mi cuello y comienza a besarlo―. No estás en el montón. ―Su mano pasa a mi trasero y gimo―. Me encanta oírte. ―Se ríe y lo empujo.
―¡No seas imbécil! ―expreso avergonzada y lo fulmino con la mirada―. ¿Y qué es eso de que no estoy en el montón? No juegues con mis sentimientos, borracho, pervertido, asqueroso ―lo insulto de todas las maneras posibles.
―Yo no juego con tus sentimientos. ―Comienza a hipar―. Yo juego con los míos.
―¿Qué quieres decir? ―Intento entender y me sobresalto cuando agarra con fuerza mis mejillas, mostrándome una cara que da miedo.
―Que si te metes en mi camino, voy a cortar tu garganta y voy a dejar que te desangres en el suelo. ―Se gira y comienza a caminar directo a su cuarto―. Justo como Claire... idéntico, pero más sádico.
Oigo un portazo cuando entra. Eso me dio escalofríos.
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Perversa Oscuridad: Orígenes [#6]
ActionEllie Divine, es la hija de un traficante de personas, la mafia más perversa, la red de trata. Ella odia a su padre, por los maltratos constantes que recibe su madre. Un día, harta de la situación, por un arrebato y en defensa propia, termina asesin...