"A la gente le gusta pensar que la guerra significa algo."
Richard Siken, "Detail of the fire", en War of the foxes.
Louis está a pocos segundos de explotar una sección bastante importante del metro de Nueva York cuando ve a Harry por primera vez.
Está parado en la plataforma, cerca de las escaleras, y parece tan sorprendido como Louis de ver a alguien allí. Louis no lo culpa; no se supone que esté aquí. Ninguno de ellos.
No tiene tiempo para averiguar de qué lado está el hombre, pero no está tan agotado como para arriesgarse a dejar a alguien que podría ser un espectador inocente– al menos tan inocente como cualquiera en estos días – morir. Así que corre hacia él, agarra su mano y le grita: "¡Corre!" No es sutil, pero están apresurados. Ambos suben las escaleras tan rápido como pueden y en lo único que Louis puede pensar es que espera, espera que no haya jodido la carga explosiva esta vez.
Ellos salen del metro a tiempo, pero Louis sabe que todavía no están seguros. Tienen que ir tan lejos como sea posible de lo que pronto va a ser el escenario de un ataque terrorista. El plan era regresar al cuartel general, un penthouse abandonado en Brooklyn en el que él y los chicos se establecieron hace unos meses, pero no puede hacer eso sin antes tener tiempo para decidir qué va a hacer con el desconocido que sigue apegado a su mano.
Al final, decide detenerse a mitad de camino. Están lo suficientemente cerca del cuartel general como para estar a salvo, pero no lo demasiado cerca que pondría en peligro su ubicación si el extraño trabajaba con el gobierno. No es que Louis pueda pensar en algún agente del gobierno que voluntariamente daría un paseo por una sección larga y cerrada del metro en medio de la noche. Aquellos que encuentras por ahí suelen ser vagabundos o luchadores– pero eso es lo que ocurre en estos días. Nunca lo sabes.
Durante unos segundos, piensa en dejar ir al extraño. Él le salvó la vida y tal vez puedan dejarlo así. Pero no. El desconocido ha visto su rostro y podría describirlo en detalle a cualquier agente del gobierno. Louis no tiene otra opción. Va a tener que llevarlo de vuelta con él al cuartel y dejar que Liam lo interrogara mientras tratan de averiguar qué hacer con este nuevo parámetro.
Están apoyados contra una pared, todavía tomados de la mano. Louis se voltea a mirar al extraño por primera vez. Es más alto que Louis, el cabello oscuro en un rodete, unos cuantos mechones sueltos cayendo contra su mandíbula. Sus ojos son de color verde brillante y parece un poco perdido, pero no activamente hostil. Esto es todo.
"Escucha," dice Louis rápidamente. "Voy a llevarte conmigo a nuestro cuartel general. Vas a venir de buena gana, no haces escándalo y no intentarás escapar, o te arrepentirás que te haya sacado de ese metro. ¿Está claro?"
Es una amenaza vacía. Louis en realidad no tiene ningún medio para obligar al extraño a obedecer, pero espera que acabar de explotar una parte del metro funcione a su favor. El extraño parpadea, lentamente, y asiente con la cabeza.
"Correcto," dice Louis. "Vámonos entonces."
Comienzan en dirección al cuartel de nuevo, moviéndose rápido pero sin correr, sus manos aún unidas.
La primera vez que Louis ve a Harry, él agarra su mano y salva su vida. Todavía no sabe que acaba de salvar su propia vida también.
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Meses después, pensará que si tendría que conocer a Harry ahora, no estaría seguro de perder unos preciados segundos para agarrar la mano de un desconocido. Deseará haberse sentido culpable por ello, pero sólo sentirá una resignación que proviene de demasiadas batallas perdidas, demasiadas noches de insomnio, demasiadas esperanzas destrozadas.
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a prayer for which no words exist || l.s {traducción}
Fanfiction"Louis está a pocos segundos de explotar una sección bastante importante del metro de Nueva York cuando ve a Harry por primera vez." Obra original de Eliane en ao3 Link: http://archiveofourown.org/works/4355498/chapters/9880757