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Inesperadamente el rubio se levantó dejando su cuerpo libre. Y entonces Kanade extendió su mano para que lo ayudara a levantarse también, que bueno... Podía hacerlo por sí mismo, pero así era más divertido; el rubio sujetó su mano y con jalar de ella logró en parte que el pelirrojo se enderezase estando sentado todavía. Es que le daba pereza empezar a hacer fuerza a aquella hora, cuando ya quería quedarse dormido.

  —Levántese,  Amamiya-san... ¡Que estoy cansao!—soltó su mano rápidamente y la dejó caer en su propia mano para chocarla y mandarla a volar de nuevo, apoyándose en su pierna derecha— Hazlo... — pidió cambiando su expresión divertida y cansada a una que reflejaba una tristeza fingida de manera obvia. 

Y al final haciendo caso a quien estaba de pie de puro milagro, se puso en vertical lo más rápido que pudo para después invitarlo y así guiarlo hasta su cuarto con sigilo. En realidad no estaba del todo seguro de que Junya ya haya pasado allí alguna vez... Ya que ese día estaba durmiendo, pero, suponiendo que si actuó con naturalidad y le permitió sin usar palabras que tomase lugar en la cama primero. Para cuando le miró el rostro sus ojos estaban casi cerrados y sabiendo que se iba a dormir Kanade se dejó caer con cuidado a su lado. Y lo observó. Algunas cosas con las que podría estar de acuerdo con todos los que lo dijeran eran, que aunque no lo quisiera decir en voz alta su paciencia duraba tanto como la de él... Y así era fácil enojarse, lo otro era que el rubio era bastante atractivo. 

Se dio la vuelta hacia el lado opuesto para no tener que verlo, sabía que de no ser así no se dormiría ni tarde, ni temprano. Además se sentía como un loco por estar mirándolo incluso por la noche y entonces le dio la impresión de que su pecho se llenaba completamente de aire, emocionado por saber si tal vez mañana Junya le respondería.





El día empezó de manera inesperada con el chico de pelo blanco todavía entre las sábanas, perezosamente despierto. Y entonces llegó su hermano, que no sólo era su hermano, sino que era su gemelo; Yuzuru Sawamura. Con dureza abrió la puerta hasta que esta dio contra la pared y se dirigió a su igual de pelo más claro que todavía estaba relajado con pasos rápidos, sólo para gritarle en la cara.

  — ¿Estoy bien así, no? Si, lo estoy— empezó, moviéndose—. No es tu problema, igual... Me voy ya—Pero no se iba a cualquier lugar, no, ese día visitaría a alguien muy importante, y no era precisamente alguien de su grupo. 

Algunas veces le lograba llamar la atención lo rápido que la personalidad de su hermano cambiaba, más no llegaba a preocuparse, era ya normal dentro de su vida. Aunque pudiera fingir estar más distraído de la cuenta no era verdad, además de que cualquiera se hubiera dado cuenta de que Yuzuru tenía su atención puesta en el pelirrojo que estaba en la misma unidad que su hermano. Y nuevamente pese a que sea algo interesante para contar o sólo pensar, no se preocupó. Poniéndose de pie salió de su cuarto que ya tenía la puerta abierta, caminó por el pasillo hasta bajar por la escalera y dirigirse a la cocina, donde le esperaba el desayuno que su hermano le había preparado. No era algo que acostumbrara a hacer, pero suponiendo que éste estuviera de buen humor lo tomó con gran emoción y comió rápido.

De la nada, mientras tragaba su garganta empezó a picarle como si se estuviera quemando allí mismo. Un grito que prácticamente le salió del alma hubiera despertado a todos de no ser porque se encontraba solo, hoy era un día libre para todos... Y no tenía idea de qué haría con su tiempo, encima la sorpresa del desayuno picante le había sacado el hambre por completo, pero tenía una solución... Una idea revolucionaria que a ningún gran pensador se le ocurriría ni reencarnando veintisiete veces... Así es, dormiría todo el día como si no tuviera qué hacer con su vida en absoluto.

My Dear Dream. •°•Dream Festival!•°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora