No es mi intención salpicar de tinta y sangre el prefacio, desmoronar la idea perspicaz de la muerte y anclar a la vida en el desierto solitario de la hipocresía, la mentira y la piedad, aunque el libro entreabierto aun no dibuje en el testamento de tu imaginación, las estrellas inquisitivamente van a cegar tu vista, la convertirán en pena y dolor, en la cumbre de la montaña más alejada del universo podrás pintar de negro el color blanco y satinar de piscas de sangre cautelosamente (para no despertar a la muerte) claramente observar como el Danubio de estrellas despegan del suelo y te encaran desde el cielo escurriéndose entre los lugares más mundanos de tu mente. Y lentamente reflexionar cómo tú, un ser más condenado a la muerte capta como los seres que ya no viven vagan en el firmamento dibujando rayos y centellas, como los demonios se disfrazan de nubes, y tu enemigo símil a estos, te arrestara como una bagatela al cementerio y llenara tu cara de tierra, hasta que lo único que puedas respirar sea el olor del beso de la muerte, de un momento para otro bajaras en desbandada turbulencia a las más profundas entrañas del inframundo y embriagado de la vida, te sentaras y con voz quebrada al cielo estrellado maldecirás, escribo esto con pena y odio, con hedor escribo estas arrogantes letras puesto que, en las noches sueño que vago por los senderos de la muerte, paso el longevo umbral de púas y con mis propias manos toco el cemento frio donde reposa mi cadáver, no puedo más, odio la vida, pero no sé qué hare cuando esté muerto. Nuevamente replicare al cielo, - QUE TE HICE – esperando un viento sordo que pase por las aberturas de mi oído y lentamente carraspee como una canción de cuna, Vivir
Va de más decir mi nombre, puesto que el único sello que siempre llevare en mi vida siempre será la niñez, ¡Oh! Lleno de protuberantes maldiciones, ínfulas, que siempre han caracterizado a mi destino, primero que todo he de decir que ni aun el característico discernimiento que en mi espalda cuelga no fue un don, la inclemencia de mis actos me hacía dictar a los demás como obligación lo que los cretinos de mi barrio jactaban a cerca de sus madres, mis ojos fríos que carecían de identidad y calidez se disfrazaban mientras fantoche vestía, en una suave manta blanca de mentiras y protuberante amargura y soledad que me distinguían con simplemente dirigirme a un niño desarrapado mis ideologías como un zángano y declarar mis abrumadoras peripecias ante él, aunque un día en el que el sol no brillo para mí, desde la mañana la luna que desaparecía de mi vista declaraba que corriera hacia el refugio de mis pensamientos, me acurrucara y volviera a prescindir de mi único verdadero amigo, la depresión, aun mas, me aventure a vagar solo por la noche en busca de compañía, justo esa noche no le pedí permiso a mis padrastros que llevaban una terrible relación, estaban cerca del desenlace de su relación amorosa y aun peor, justo esa noche mi papa tuvo una discusión con mi madre, donde un cruce de insultos termino en una brutal golpiza y mi madre que cayo inmóvil después de un abrupto desenlace, no hacia mas que llorar empapando de lagrimas y sangre suya el mantel de los mesones hasta que no pudo mas, noto mi reflejo sucio en una rendija, se levantó y sin decir sus características peripecias tarareando de la depresión dijo – Ven hijo, toma mi mano, es hora de dormir. –
Una tristeza inmensurable recorrió el umbral de mi corazón cuando vi su boca destrozada a golpes pertinentemente abría sido obra de mi padre, la puerta lentamente se abrió mientras que unas pisadas con barro rechinaron ampliamente en el lugar, parecía ser que alguien llego, me acurruque cerca a la puerta y alcance a ver a un hombre gigante que vestía de gabán negro, su mirada era obsoleta puesto que algo oscurecía la tez del color de su piel, volví al lugar donde estábamos los dos, le avise a mi madre que quizá no era papa, enloqueció del miedo puesto que donde vivíamos era un lugar alejado de la ciudad, el lugar más cercano a nosotros era una gasolinera y lo único que podía ver por el ventanal era una gran carretera de cemento que se hacía más extensa mientras más te alejabas, y cerca nuestro, unas tres o cuatro casas desalojadas, su color dañado y desgastado, puesto que ya estaban viejas la hacia de lejos aterradora, y claro esta, cerca de ahí un paradero que me llevaba a una "metrópolis" donde podía estar con mi tía Camila y jugar con los niños, pero parecía que el día siguiente ya no lo podría volver a hacer. El hombre parecía extrañado, parecía saber que había gente en la casa, y una pequeña carcajada jocosa salió de su boca, seguido a esto exclamo.
- Jessica, (el nombre de mi madre) se que tu esposo te maltrato, te hizo llorar, ven, estoy aquí para lo que necesites.
Mientras que con la bolsa de cartón que llevaba consigo, saco un bate y cabizbajo ladeaba en los amplios pasillos de la casa, derrumbaba, rompía, y con los trozos de las vajillas despedazaba más aun la casa a su paso, desconcertado recorrió el lugar con sus ojos, y yo estaba preparado para correr, traspasar la puerta e ir hacia el paradero, escucho el chirrido de una puerta que trataba de cerrarse, corrió hacia el desván, de una patada abrió la puerta a la vez que una sonrisa macabra se posicionaba de mejilla en mejilla en su rostro, aunque no piadoso, encontró a mi madre que sin valía para correr se arrodillo pidiendo suplicas, a lo que con su mano toco su mentón levantándolo, fijando el lugar exacto donde sus ojos intercalaran, a lo que pregunto
- ¿Dónde está la luz, Jessica? Pregunto
A lo que mi madre petrificada del miedo señalo lapuerta de salida, y seguido a esto se desmayo.
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Resplandor de un amor muerto
ÜbernatürlichesUna familia en ruina tendrá su peor pesadilla cuando el reloj se pare en las doce, el asesino tocara la puerta y empezara la masacre. PORTADA HECHA POR: @YasnelyMartnez