Capítulo 13

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- Yo...yo me voy- dice separándose de Melek

- Piensa en lo que te he dicho- le dice antes de guiarla a la puerta. Se despide de ella y cierra la puerta

- Devuelve eso a la papelera- mira el aparatito entre mis dedos y se da la vuelta para ir arriba. La sigo con la vista. Sus caderas, sus piernas, su pecho... Se para en las escaleras y me mira por encima del hombro -Prepárate vamos a Urgencias a que te vean el cuello- asiento y ella sigue subiendo las escaleras.

Tiro la prueba a la papelera y me pongo los zapatos para salir. Ella después de algunos minutos baja. Sus tacones resuenan por la casa entera. Lleva un vestido negro, ancho, simple, de ese que llevan todas las musulmanas...

«Seguro lo ha hecho por mi»

Al llegar a Urgencias me atienden, y me ponen un collar ortopédico. Se me ocurre una idea pata devolverle a Melek su bromita del hospital.

- Doctor- le digo casi suplicante- La chica del hijab me gastó una broma y se la quiero devolver

El doctor me sonríe y asiente. Me tumbo en la camilla, cuando se abre la puerta y entra Melek.

-¿Y bien?- dice sonriente.

El doctor la mira con preocupación, haciendo que su sonrisa desaparezca. Me mira y fija la mirada en el informe que tiene

- Tendrá que ingresarse. Tiene una hernia discal a nivel del cuello. Es bastante grave, ya que el golpe que se dio fue fuerte. Le colocamos el collar ortopédico y creo que lo mejor sería la cirugía

La cara de Melek es un horror. Abre la boca y suspira con pesadez «¿Es ahora cuando tengo que saltar y reirme de su cara?»

- ¿Que tan grave es?

- Si no se realiza la cirugía, o si el señor Salinas hace un mal movimiento, queda paralizado y sería casi imposible de devolverle el funcionamiento total de sus extremidades

Una lágrima desliza por la mejilla de Melek. Se me acaba de romper el corazón en mil pedazos. Me cuesta decirle que es sólo una broma. El doctor me mira esperando a que hiciera algo.

«La acabo de cagar»

- Yo mejor me voy- dice sonriente. Me guiña un ojo y sale

- Yo... Yo... No quería... Allah matame- se tapa la cara.

Siento el impulso de ir y abrazarla. Me levanto y la llevo a mi pecho. Me siento como si hubiera asesinado a cincuenta perros, después de haber matado a toda la humanidad

- Melek, lo siento... Quería gastarte una broma- me empuja con brusquedad- lo siento- me fulmina con la mirada y da media vuelta

Corro detrás suya, pero ella da pasos grandes. Se para en frente del ascensor esperando a que llegue a la planta donde nos encontrábamos.

- Melek por favor lo siento mucho- se abren las puertas y ella se apresura a entrar. Espero a que una mujer mayor salga del ascensor y sigo pidiendo perdón.

- Déjame en paz. No sabes lo que se siente al pensar que por tu culpa alguien está a punto de morir- ni siquiera me mira.

- Melek. Solo mirame- no lo hace. La cojo de las muñecas y la pego a mi cuerpo

- Ángel te juro que como no me sueltes el dolor de tu cuello no será nada comparado con el dolor que sentirás al saber que no puedes tener hijos- me mira fijamente a los ojos.

La tengo a una centímetros de mi. Tiene la cabeza levantada para poder mirarme. Ya no veo nada mas que sus ojos, ya no huelo más que su aroma, ya no siento más que su cercanía. Sus pechos encajados en mi pecho, su nariz rozando la mía.

No me doy cuenta hasta que chocamos contra la pared del ascensor. Suelto sus manos para cogerla de la barbilla. Parece que ella siente lo mismo por nuestra cercanía.

- Ángel, me incomodas, aléjate por favor- baja la mirada.

Me acerco un poco más a sus irresistibles labios. Ella intenta alejarse, pero entre la pared del ascensor y mi mano en su barbilla no puede. Cierro los ojos. Casi toco el cielo solo con rozar sus labios.

- Por favor, solo quiero probar un trocito de ti- digo desesperado.

- Ángel...- y sin mas la beso.

Quiero ser bruto, quiero morder, succionar e invadir su boca. Pero mi cuerpo pide su timidez. La beso con lentitud. Saboreando cada movimiento, cada milímetro de sus carnosos labios. Creo estar entre los ángeles. Los sabores se mezclan en mi boca, desobediencia, tensión, dulzura, timidez, extroversión, pudor, descontrol.

Y en mi pecho mi corazón parecía volverse loco a latidos. Las mariposas montan una fiesta en mi estómago. Llevo mis manos a su cintura, y siento las suyas encima de las mías. Entrelazo nuestros dedos mientras profundizo el beso.

El ascensor se para, haciendo que yo rompa el beso. Se deshace de mis dedos mientras me mira confundida. Cuando la puerta se abre me alejo de ella.

Un grito llega hasta mis oídos y el cuerpo de Miriam se balancea sobre mi. Intento que no me bese para no quitarme el sabor de Melek de la boca, pero me da un abrazo. Miro a Melek, que baja la mirada al suelo, antes de abrazarse a su bolso y salir. Alcanzo coger su mano y ella se gira y me mira a los ojos. Puedo ver lo dolida que está. Sus ojos ahora son marrones, y sus labios fruncidos. Siento su mano rodear mi muñeca, vuelve a clavar su mirada en la mía y me sonríe con tristeza. No puedo verla así. Suelto mi agarre y veo como se aleja de mi, mientras que siento los besos de Miriam por mi mejilla

--¿Y a ti quien te dijo que estábamos aquí?- digo de malas maneras

- La morita, dijo que no te encontrabas muy bien y que viniera a por ti ¿Qué te pasó?- me mira preocupada

- Ella se llama Melek- no soporto que hable de ella de esa manera- Y me caí por las escaleras- me deshago de ella y me dirijo a la salida

- Hoy hay fiestuquiii- pasa su brazo por mi cintura. Ya estoy hasta las pelotas de ella. Me paro, quito su mano y la miro a los ojos

- Miriam, se acabó

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La Chica del Hijab ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora